La impresión generalizada es que el presidente Rafael Correa Delgado resultó el gran perdedor de la crisis que él desató a nivel regional. La escena central tuvo lugar el viernes, durante la reunión presidencial del Grupo de Río celebrada en República Dominicana bajo la conducción de Leonel Fernández. El orgulloso economista ecuatoriano mostraba un rostro que combinaba rabia y desconcierto cuando Fernández, en su condición de moderador del debate, activó la escena negociada con Chávez y Uribe para poner fin a la tensión pre-bélica desatada en la región.

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La Operación Fénix realizada por militares colombianos en territorio ecuatoriano que condujo a la muerte del guerrillero Raúl Reyes y, el malestar que ello causó en el alto gobierno ecuatoriano, fueron utilizados por Chávez para escalar en su guerra personal con Uribe. Correa, al parecer, no comprendió que estaba jugando el papel de pieza menor del conflicto estratégico regional.

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El viernes, con las cámaras de TV transmitiendo en vivo en lo que ya se considera como uno de los programas con mayor sintonía de la historia a estos lados del mundo, Correa quedó paralizado cuando comprobó que Chávez (quien le había animado a escalar en su discurso y acción contra Colombia) optaba por cambiar de posición y estrechar la mano de un satisfecho Uribe.

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Fuentes ecuatorianas sostienen que altos oficiales de ese país sabían de la inminencia de una operación colombiana contra las Farc en la frontera común. Otros expertos han llamado la atención de que los días previos a la Operación Fénix habría sido inusualmente baja la actividad de los vuelos estadounidenses desde la Base de Manta en Ecuador.

La versión cobra cuerpo ante el hecho de que el comandante del Ejército de Colombia, tras la realización del ataque al campamento de las Farc y del retiro del grueso del contingente colombiano, mantuvo una conversación telefónica con su homólogo de Ecuador. En la conversación, el alto mando ecuatoriano se habría comprometido a garantizar la seguridad de tropa colombiana que había quedado rezagada dentro de territorio de Ecuador.

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EEUU, por su parte, optó por no figurar públicamente en la ejecución de la Operación Fénix. Esto le permitió jugar diplomáticamente en el seno de la OEA cuando el caso fue llevado por Ecuador. EEUU consiguió en Brasil, Argentina y Chile a tres aliados para imponer la tesis de que el conflicto era bilateral entre Colombia y Ecuador, convirtiendo de hecho a Chávez en un tercero que estaba metiéndole presión a la crisis en vez de ayudar a resolverla.

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La Operación Fénix fue comandada directamente por Alvaro Uribe. En ella se utilizó la más moderna tecnología bélica con la cual Colombia se ha ido armando en los últimos años. Un análisis realizado por el experto brasileño Nelson Düring, da cuenta que el ataque fue una combinación de planificación militar con uso de armas de técnica avanzada.

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Los aviones utilizados en el bombardeo fueron Supertucanos EMB314, producidos por la brasileña Embrear y vendidos a Colombia con autorización del gobierno de Lula da Silva. Estos aviones que podrían pasar por inocuas avionetas turísticas, cuentan con avanzados sistemas de visión nocturna y alta tecnología para visión térmica y, guía de bombas y misiles. El bombardeo fue autorizado, siguiendo reglas de combate colombianas, una vez que tropas de tierra confirmaron la presencia de Reyes y la ausencia de riesgo de causar bajas indeseables (ecuatorianos o secuestrados). Las tropas infiltradas habrían sembrado emisores de señales electrónicas para guiar el posterior bombardeo. El ataque nocturno permitió el factor sorpresa, clave para la operación. Según During, las bombas utilizadas fueron convencionales guiadas por un kit de guía de fabricación israelí. La información hasta ahora conocida del tipo de armamento utilizado por Colombia, hace creíble la versión colombiana de que el bombardeo al campamento de las Farc se produjo desde territorio colombiano.

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Diversas fuentes señalan que el gobierno cubano, por expresa indicación de Fidel Castro, se mantuvo muy activo para impedir que la crisis desembocara en una acción bélica con consecuencias incontrolables. La movilización militar de Chávez hacia la frontera y el clima de exaltación que creó el venezolano entre los suyos contra Colombia, causó preocupación en La Habana, hoy en día dependiente de la estabilidad del régimen chavista.

Castro alegó que Chávez, al escalar militarmente en el conflicto, hacía el juego a EEUU. Esta consigna habría sido asumida por Chávez hacia el final de la semana. Tanto Chávez como Castro usaron simultáneamente el mismo argumento para explicar el resultado de la Cumbre de Río: ambos proclamaron en coro que se trató de una derrota de Washington. Castro, de esta manera, además logró preservar los útiles contactos con su amigo Alvaro Uribe. A la vez Castro frenó un muy probable deterioro de la gobernabilidad interna en Venezuela donde el apoyo político a la aventura bélica de Chávez era prácticamente nulo.

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La ausencia de Lula da Silva en la reunión de República Dominicana podría resultar costosa para su proyecto de proyección política en la región. Brasil jugó al rol de pariente que se preocupa pero no se compromete abiertamente para no bailar el son que buscó imponer Chávez. Lula recibió a un exaltado Rafael Correa que llegó el miércoles a Brasilia buscando apoyo y tribuna para sus denuncias contra Uribe. Lula se reunió en privado con Correa. El brasileño habría hecho comentarios irónicos sobre Uribe que le habría hecho sentir a Correa que Lula lo apoyaba plenamente. Al final del encuentro, Correa fue sorprendido cuando Lula no lo acompañó para ofrecer una rueda de prensa.Lula decidió no asistir a la Cumbre donde obviamente la crisis andina sería el plato fuerte, con lo cual cerró la oportunidad de haber participado como artífice de una acción de diplomacia directa que cerrara el capítulo del ataque colombiano en territorio ecuatoriano. México, por su parte, aprovechó para hacerse sentir como pieza importante del ajedrez.

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Una tormenta de información fue la que Colombia puso a circular la semana pasada en la batalla diplomática que libró para justificar internacionalmente la Operación Fénix. Uno de los temas calientes, que seguirán siendo objeto de análisis en las próximas semanas, es el de los vínculos de las Farc con organizaciones políticas de diversos países latinoamericanos y el papel que Ecuador comienza a cumplir como sede de encuentros de movimientos continentales auspiciados desde Caracas.

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Uribe machacó el derecho de Colombia a preservar la seguridad de sus ciudadanos incluso por encima de la soberanía de las selvas de los vecinos. Esta en una clave que seguirá guiando la política colombiana. El pleito regional no terminó con la Cumbre de Río…apenas se pasó a otro capítulo.
 

*	Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País