Chatarra
militar estaría vendiendo Rusia a Venezuela. Esta semana el
Gobierno venezolano anunció que ya contaba con los misiles
dotación de los aviones caza Sukhoi-30. El presidente Chávez
hizo un viaje hasta la base aérea de Barcelona para verlos
personalmente y con orgullo informó que Venezuela ya recibió
misiles rusos que son guiados desde una pantalla de Tv.
Erradamente Chávez calificó este tipo de misiles como
"dispáralo y olvídalo". Según los manuales de libre acceso,
Rusia ya ha desarrollado versiones más recientes (y
tecnológicamente avanzadas) que los misiles entregados a
Venezuela. El misil Kh-59 que Chávez pretende disparar
próximamente fue exhibido por primera vez en 1991 y es un
subproducto de tecnología soviética.
Analistas de temas militares sugieren que Rusia no habría
vendido tecnología de punta a Venezuela, como parte de
acuerdos tácitos (o no tan tácitos…) con EEUU.
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Desde los años setenta, las fuerzas armadas venezolanas
contaban con sistemas misilísticos, incluso con capacidad de
impactar blancos transhorizontales (más allá del horizonte).
Tanto la Fuerza Aérea como la Armada venezolana han
realizado en los últimos 30 años ejercicios que han incluido
el disparo de misiles, tal como el que Chávez anunció que
ejecutará en breve.
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El anuncio de la muerte de Manuel Marulanda no puede
entenderse como el final de las Farc, y mucho menos de la
violencia guerrillera en Colombia.
Desde finales de la década pasada, y sin que aún se
materializara la ofensiva militar emprendida por Alvaro
Uribe, los informes de inteligencia dejaban ver que las Farc
se estaban federalizando rápidamente. Tensiones por el tema
de los recursos y el aporte de cada frente a las finanzas
centrales, dejaban entrever en el año 2000 las abiertas
pugnas y competencias entre los distintos comandantes.
Algunos de ellos se mostraban poderosamente ricos, en razón
de su directa relación con la narcoproducción. Otros se
encontraban en serios problemas para mantener la tropa,
según reportes de la época.
Ese marcado contraste entre las distintas instancias de las
Farc se habría multiplicado luego que la ofensiva militar de
Uribe hiciera retroceder a la guerrilla hacia zonas de
retaguardia, dificultando la celebración de una conferencia
nacional de los altos mandos de las Farc.
En ese contexto, sería cada vez más bajo el nivel de control
centralizado que podía ejercer Marulanda o su mano derecha
Raúl Reyes sobre las acciones de la estructura guerrillera a
lo largo del país. Los expertos en el "caso Farc" insisten
en resaltar que esa falta de control de ninguna manera debe
interpretarse como el fin o la anarquización de la
organización, sino un esquema "federado" de conducción de la
guerra.
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Con la desaparición de Marulanda y la designación de Alfonso
Cano como Comandante de las Farc, se ha retomado en Colombia
el tema de una negociación política con las Farc y el
eventual tránsito de la guerrilla a la arena de la lucha
electoral legal. Dos expresidentes colombianos (Ernesto
Samper Pizano y Andrés Pastrana Arango) han resaltado el
carácter "político" de Cano en contraste con el carácter
"militar" que imperaría en el espíritu de otros comandantes
de las Farc, concretamente del Mono Jojoy. Este tipo de
caracterización ha sido desestimada con base en diversos
análisis de la situación del interior de las Farc.
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Alfonso Cano fue uno de los representantes de las Farc que
estuvieron en Caracas en el año 1992, en las negociaciones
de paz con el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo que
tuvieron como anfitrión al presidente Carlos Andrés Pérez.
Las reuniones se realizaban en Sartenejas y fueron
suspendidas a raíz del cuartelazo encabezado por Francisco
Arias Cárdenas y Hugo Chávez. Para entonces, Cano contaba
con poco más de cuarenta años y era observado por la prensa
como un "joven comandante". En los últimos años Cano fue
responsabilizado de la creación de un movimiento político
bolivariano como parte del esquema de las Farc de traslado
de la lucha armada a zonas urbanas.
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No existen razones para suponer que la comandancia de Cano
conlleve a un proceso de "pacificación" de las Farc. El
esquema propuesto por Chávez para que las Farc se
transformen en un aparato político que llegue al gobierno
mediante elecciones, no pareciera contar con el apoyo del
alto mando faraco. La ofensiva publicitaria internacional
que comandaba Reyes, se orientaba hacia el reconocimiento
del estatus beligerante de la organización para lo cual
mantener su carácter militar es una precondición.
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Venezuela donaría equipo militar volante a Bolivia, como
parte del apoyo de Chávez al gobierno de Evo Morales. En La
Paz se da como un hecho que el ejército boliviano contará en
breve con varios aviones C-130 Hércules, los cuales
pertenecen actualmente a Venezuela. La donación se haría una
vez que Rusia entregue a la fuerza aérea venezolana parte de
la compra de 10 aviones de transporte Ilyushin II-76. El
ofrecimiento habría sido hecho por Hugo Chávez al voleo a
los oficiales bolivianos presentes en Miraflores el pasado
22 de mayo.
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El gobierno Morales, por consejo y con apoyo de las finanzas
venezolanas, ha dedicado altos esfuerzos para neutralizar a
las fuerzas armadas bolivianas como potenciales barreras a
la revolución socialista. Desde el primer día de su
gobierno, Morales fue ordenando el retiro selectivo de altos
oficiales, mientras el Presidente hace presencia permanente
en cuarteles y actos castrenses, atento al nivel de
remuneraciones militares. En medio de la actual tensión
política, con el Gobierno encampañado a favor de su
constitución y contra las autonomías regionales, Morales
acaba de anunciar un aumento de salarios para la tropa.
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El manejo político de lo militar en Bolivia estaría a punto
de pasar a un segundo nivel, consistente en arrancar con un
fuerte programa de adoctrinamiento de los cuadros medios de
la oficialidad. Este propósito se canalizaría mediante el
incremento de oficiales que viajarían a Venezuela para
cursos militares, amparados en el acuerdo militar suscrito
en Caracas a finales de mayo por los ministros de defensa de
ambos países.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |