La
senadora colombiana Piedad Córdoba, actuando como virtual
vocera del gobierno venezolano, habría dicho a la prensa de
su país que Hugo Chávez estaba pensando cerrar la embajada
de Venezuela en Bogotá. Pocas horas después, el Presidente
venezolano inició una ofensiva verbal contra el presidente
Alvaro Uribe. Las razones del encontronazo es la decisión
del colombiano de suspender el apoyo oficial a las gestiones
que Córdoba y Chávez realizaban para la liberación de los
secuestrados en manos de las Farc.
Chávez anunció el congelamiento
de las relaciones con Colombia, como ya lo había hecho en el
2005 cuando el “Caso Granda”. El término “congelar” no está
en los manuales que usan los diplomáticos, pero lo que se
desprende de aquella experiencia es que Venezuela impuso un
bloqueo a los productos colombianos durante varias semanas.
La frontera vio paralizado el comercio y dificultado el
tránsito de personas. El domingo en la noche, Chávez
calificó la situación de “crisis” y confeso que ya en
Miraflores opera una sala de crisis para seguir los
acontecimientos. La decisión de Chávez fue la conclusión de
una semana de dimes y diretes entre Bogotá y Caracas.
El fracaso en París
Al llegar a París, el lunes 20 en la noche, Chávez afirmó
que Uribe estaba dispuesto a reunirse con Marulanda. Según
alegó Chávez después, el anuncio lo hizo para llegar con
alguna buena noticia a su escala francesa. Pero en Colombia
la nueva no fue bien recibida.
Los colombianos tienen aún fresca la imagen humillada del
presidente Andrés Pastrana cuando asistió a un encuentro con
Marulanda, quien al final decidió no aparecerse. Además,
Uribe está comprometido con los militares de su país, a
darle total apoyo político a la guerra que allá se libra. La
guerra la hacen unos, la política la hace Uribe y, ambos
están actuando de común acuerdo. Eso explica que a pocas
horas del anuncio de Chávez en Paris, Uribe saliera una vez
más a dar su versión de los hechos, contradiciendo el
anuncio del venezolano. Uribe estaría dispuesto a reunirse
con Marulanda sólo después de producirse la liberación de
los secuestrados, y ya como parte de un proceso de
negociaciones de paz. Uribe aprovechó para fijar la fecha
máxima final -el 31 de diciembre- para las gestiones de
Chávez, las cuales nuevamente agradeció.
Al diferenciar el “intercambio
humanitario” de las “negociaciones de paz”, el gobierno
colombiano otra vez aclaraba lo que estaba dispuesto a
permitirle a Chávez, quien se enteró por la prensa del plazo
impuesto por Bogotá.
La visita de Chávez al nuevo
presidente francés, Nicolas Sarkozy, había reunido grandes
expectativas. Curiosamente el encuentro previsto para el
martes 21, lejos de estar centrado en las relaciones
franco-venezolanas, se concentraba en las gestiones para
liberar a Ingrid Betancourt, en manos de las Farc. Ni el
gobierno francés ni la prensa estaban muy interesados en el
tema petrolero que Chávez llevaba en el bolsillo. Todos
querían saber de las pruebas de vida que el venezolano había
prometido llevar a Sarkozy. Las pruebas nunca llegaron.
Incluso el jefe guerrillero Raul Reyes, cuñado y vocero
directo de Marulanda, ya había confesado al diario
L´Humanité que las pruebas aún no existían. El encuentro
Chávez-Sarkozy no dio siquiera para que los mandatarios
brindaran la prevista rueda de prensa. Sin pruebas de vida
no había mucho que mostrar. La visita a París fue un fracaso
en tanto no sirvió para el gran despliegue publicitario que
Caracas había previsto dos meses antes.
Chávez le da papaya a Uribe
El miércoles Chávez habría visitado Cuba. En algún momento
de ese día y probablemente desde La Habana, se produjo la
llamada de la señora Córdoba al comandante del Ejército
colombiano, general Mario Montoya. En la conversación
telefónica intervino Chávez. Esa misma noche, Colombia dio
por concluidas las gestiones de Chávez. Uribe había sacado a
Chávez del proceso de negociaciones con las Farc. Analistas
colombianos dijeron al unísono que Chávez con su llamada al
alto mando militar, le dio papaya (excusa) a Uribe para
sacarlo sin que el costo político interno fuera muy alto.
En pocas horas Chávez acumulaba
varios hechos internacionales que retan la imagen que se ha
creado a su alrededor. El incidente con el rey de España, la
falta de apoyo en el seno de la OPEP a sus propuestas anti-EEUU,
las infidencias de la presidente de Chile sobre el incidente
en la Cumbre Iberioamericana, la falta de respaldo por parte
de las Farc para reunir las pruebas de vida de los
secuestrados y finalmente, la sacudida de alfombra de Uribe.
Chávez encolerizado y en campaña
El jueves la cancillería caraqueña emitió un muy medido
comunicado, donde afirmaba aceptar la decisión de Uribe. En
la noche, durante un acto político en Caracas, Chávez afirmó
que seguiría en contacto con las Farc para el intercambio
humanitario, y pidió que le enviaran las recurridas pruebas
de vida. Uribe respondió que respetaría las acciones
unilaterales que Francia o Venezuela ejecutaran.
El viernes en la noche, Chávez
hizo aparición en uno de los canales oficiales de TV. El
programa que duró hasta la madrugada se caracterizó por
arremeter contra personalidades de oposición. Se trataba de
una actividad de la campaña de Chávez con miras al referendo
del 2 de diciembre, pero el tema colombiano formó parte de
la lista de asuntos sobre los cuales el Presidente optó por
hablar rudo esa noche. Aseguró que la decisión de Uribe de
sacarlo de las gestiones humanitarias, tendría repercusiones
en las relaciones bilaterales. Uribe respondió a la mañana
siguiente, reiterando el deseo de Colombia de tener buenas
relaciones con Chávez.
El domingo, Chávez durante un
acto proselitista en el Zulia, calificó a Uribe de indigno,
al tiempo que declaró la congelación de las relaciones con
España y Colombia. Comentó que había dado instrucciones a
los militares para estar atentos en la frontera. Menos de
tres horas después, Uribe personalmente respondió a Chávez.
Con su paño campesino en el hombro derecho y en manga de
camisa, el mandatario colombiano pronunció un discurso que
traerá cola no sólo en las relaciones entre los dos países,
sino en la política latinoamericana. El presidente
colombiano no se limitó a narrar detalles hasta ahora
secretos de las gestiones de Chávez y la senadora Córdoba,
sino que acusó a Chávez de ser complaciente con el
terrorismo…pero ese asunto amerita otras líneas.
Mañana: La confrontación geopolítica.
* |
Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |