El
gobierno venezolano ha creado un club de copropietarios del
crudo de la Faja Petrolífera del Orinoco. Al margen del
discurso nacionalista que imprime Hugo Chávez a su política
petrolera, en los últimos años y sin que medien procesos
licitatorios, han sido asignados lotes de territorio
venezolano a empresa extranjeras, en muchos casos de
propiedad de Estados extranjeros. La más reciente de las
incorporaciones a este club fue la del bielorruso
Alexander
Lukashenko, proveedor de
armamento al gobierno venezolano y beneficiario de un poco
claro préstamo que habría concedido Chávez para que
Bielorrusia pagara deuda a Rusia. En sus maletas tras su
reciente visita a Caracas, Lukashenko
se llevó los derechos para que su país exploten por 25 años
uno de los bloques de la Faja del Orinoco.
La lista de
copropietarios de la Faja del Orinoco incluye a Cuba, Irán,
Malasia, Bielorrusia, Rusia, Noruega, Francia, India, EEUU,
Brasil, Portugal, Vietnam, China, España, Ecuador, Chile,
Argentina, Uruguay y el Reino Unido.
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Las
relaciones entre los gobiernos de Brasil y Venezuela
parecieran andar en dos vías distintas. La fotografía del
presidente Lula riendo a carcajadas con su cabeza reposando
en el pecho de Hugo Chávez durante la sesión de fotos de la
Cumbre presidencial del Mercosur,
denota la amistad personal de los dos hombres. Pero desde
Petrobras, uno de los caballos
de la expansión internacional de Brasil, salen mensajes
distintos, menos comprometidos con el gobierno venezolano.
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La semana que termina el director
del área internacional de Petrobrás,
Néstor Cerveró,
informó que Brasil reducirá de 40% a 10% su participación
accionaria en la empresa creada
con Pdvsa para explotar un
bloque en la Faja del Orinoco. Cerveró
al momento de presentar en Río de Janeiro el plan de
negocios 2008 de la empresa en el exterior, afirmó que los
altos costos de producción y procesamiento del petróleo
pesado convierten su presencia en la Faja en un negocio poco
atractivo en comparación a otras opciones.
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Mientras Petrobras se escabulle
de compromisos de invertir en Venezuela, está haciendo lo
contrario en Bolivia, Perú y Argentina. De hecho, la línea
de aproximación de Lula hacia Evo Morales en procura de
recuperar la preeminencia brasileña en su vecindario
inmediato, está fuertemente relacionado con nuevas
inversiones que hará Petrobras
en Bolivia.
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Salvo
Bolivia, convertido en un país satélite del Eje
Cuba-Venezuela, los demás socios regionales de Hugo Chávez
suelen dar muestras regulares de autonomía ante el
venezolano.
El caso
argentino resulta particularmente sensible. Ayer se conoció
que los militares argentinos se disponen a adelantar un
programa de modernización de su fuerza aérea. Según la
prensa bonaerense, Argentina habría acordado en las últimas
semanas la compra de aviones caza F-16 de fabricación
estadounidense.
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La venta a
Argentina de aviones F-16 por parte de EEUU significaría
algo más que una transacción comercial. La operación tiene
un alto contenido político, al punto que deberá previamente
ser aprobada por el Congreso estadounidense. Ya este año,
EEUU había aprobado la venta de helicópteros de transporte
para la Armada argentina.
Los F-16 son
equipos de venta restringida. Washington sólo se los
ofrecería a un país que considere su aliado político y
militar, lo cual despeja en cierta forma las dudas sobre la
óptica con la cual se mira desde Washington al segundo
gobierno de la familia Kirchner.
La venta planeada además, recurriría al esquema de ventas de
equipos de segunda mano, suministrados a precios y
condiciones de pago menos estrictas que las usuales.
Las
negociaciones entre militares de ambos países se cumplieron
durante las últimas semanas del gobierno de Néstor
Kirchner, dejando entrever la
orientación castrense argentina y el deseo de los
Kirchner de dejarse querer por
Washington.
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En términos
del equilibrio bélico subregional,
los primeros comentarios desde Buenos Aires, dan cuenta de
que la compra de F-16 por Argentina vendría a compensar la
importante modernización en equipos que está ejecutando
Chile.
Los chilenos
están modernizando sus sistemas de guerra. EEUU le ha
proporcionado aviones F-16, y desde Inglaterra recientemente
llegó la segunda de tres nuevas fragatas
misilisticas.
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La señora
Cristina Kirchner hizo durante
su campara electoral, diversas muestras de su deseo de
ampliar relaciones con EEUU. Se cuidó mucho de presentarse
como una peronista antiimperialista, prefiriendo resaltar
otros discursos. El escándalo por el caso de La Maleta con
dólares que llegaron de Venezuela a Buenos Aires en agosto
pasado, estalló en Miami la semana pasada y ha tenido un
alto impacto en las relaciones -al menos verbales- entre el
nuevo gobierno argentino y EEUU.
La señora
Kirchner se casó desde el primer
momento del renovado escándalo, con un discurso de acusación
contra el gobierno de EEUU, en la misma línea que el del
gobierno venezolano. En Montevideo, durante la reunión
presidencial del Mercosur de
principios de semana, la Kirchner
tomó la palabra para contradecir a su amigo Lula da Silva.
El brasileño había expresado que la falta de avances en la
integración regional no se puede achacar a EEUU. La
presidenta argentina se permitió contradecir a Lula acusando
a “fuertes intereses externos”.
Washington
habría enviado mensajes públicos y privados a la Casa
Rosada, resaltando que el caso de La Maleta no es una
operación política contra el gobierno argentino. La pareja
Kirchner ha preferido defenderse
atacando, con lo cual han puesto en duda los términos de su
futura relación con EEUU. La divulgación por el diario La
Nación de Buenos Aires, del negocio de los aviones F-16
arriba comentado, pudiera ser una señal desde el gobierno
argentino sobre su intención de jugar, nuevamente, a un
doble juego de amor-odio con Washington. Si bien la ministra
de defensa, Nilda Garré, se
apresuró el sábado a desmentir lo de la compra de los F-16,
no pareciera duda de que los militares argentinos andan en
una dirección contraria al discurso
anti EEUU que la señora Kirchner
asumió luego de su toma de posesión y a raíz del escandalazo
de La Maleta.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |