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Chávez y Bush definen un modus vivendi
por Edgar C. Otálvora
lunes, 15 octubre 2007


En medios diplomáticos europeos se comenta insistentemente que el tema del narcotráfico forma parte de la agenda que Hugo Chávez se propone tratar directamente con los miembros del Secretariado de las Farc.

Según fuentes inglesas, la mudanza a territorio venezolano de parte de las líneas de producción de narcóticos, consecuencia del Plan Colombia, sería vista por Chávez como un problema de seguridad para su régimen. Dadas la clara mezcolanza entre las Farc y la narcoproducción, Chávez se propone exigirle a las Farc, como parte de su propuesta hacia la organización guerrillera, que no incluyan el territorio venezolano en sus planes de localización de laboratorios de procesamiento de drogas. Aparte del provecho mediático, este sería uno de los motivos por los cuales Chávez insiste en un encuentro con la cabeza de las Farc.

El tema se ha manejado con total discreción por Miraflores, pero habría sido tratado con varios gobiernos extranjeros, incluyendo el de EEUU quien se lo habría informado a gobiernos aliados.

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Tanto el asunto del narcotráfico como el de la situación de tres estadounidenses secuestrados por las Farc habrían sido parte de la agenda atendida por Nicolás Maduro y el Sub Secretario de Estado para Latinoamérica, Thomas Shanon en su reunión del primero de octubre en Nueva York. Ahora se habla incluso de una pronta visita de Shanon a Caracas, con lo cual se daría una señal de normalización formal de relaciones, o al menos de una sensible baja de tensión entre Caracas y Washington. Conocedores de la dinámica burocrática de Washington han mencionado que el Departamento de Estado estaría en el plan de bajar tensiones con Caracas, no afectar intereses del sector petrolero gringo con presencia en la región, no concederle oportunidades gratuitas a Chávez para su discurso anti-EEUU y, complacer en lo posible a los demócratas para a cambio lograr la votación en el Congreso de leyes de especial interés. Uno de ellos es precisamente el Tratado de Libre Comercio con Colombia, el cual podría verse abortado por la mayoría demócrata en el Congreso. La política del Departamento de Estado no sería compartida por el ala militar del gobierno Bush, la cual insiste en el apoyo irrestricto a Uribe y la línea dura ante Caracas.

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Esta reorientación en la química de Washington con Caracas parece haber pasado desapercibida para la oposición venezolana. Esto se desprende de la visita del ex candidato presidencial Manuel Rosales a la capital del Imperio el pasado viernes, para solicitarle al gobierno Bush que presione a Caracas para frenar la reforma constitucional que impondrá la Presidencia Perpetua en Venezuela. Rosales se reunió precisamente con Thomas Shanon, quien diplomáticamente tomó nota de las solicitudes del opositor venezolano, pero se apresuró a declararle a la prensa que la reforma es un tema interno venezolano con lo cual echó agua fría a la solicitud de Rosales.

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La lucha política estadounidense se ha metido de lleno en la política venezolana y colombiana y, en la interrelación entre ambos gobiernos. El debilitamiento del gobierno de George W. Bush ante su rival el Partido Demócrata, estaría incidiendo de forma significativa en los actuales episodios de la actuación política de Hugo Chávez y Alvaro Uribe. El venezolano asume que está en una situación internacional que le permite avanzar en sus proyectos regionales, mientras que el colombiano ha sentido que la falta de apoyo real de EEUU está socavando su peso político. Ambos se ven uno al otro de reojo mientras buscan claves sobre la situación política en Washington. El modus vivendi entre ambos tiende a renovarse, tal como quedara patente en el cordial acto que Uribe preparara para la inauguración del gasoducto transguajiro, el pasado viernes.

Uribe permitió que le protagonismo del día fuera de Chávez, quien hasta se permitió llevar -además de su propio aparato de seguridad y abundante personal de la Casa Militar- a su invitado el presidente ecuatoriano Rafael Correa.

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Uribe habría aprovechado la ocasión del gasoducto para enviar un mensaje a Washington. En primer lugar, recordarle el apoyo que su gobierno le ha dado a la petrolera estadounidense Chevron.

En un ambiente de amenazas de paro petrolero impulsado por sindicatos pro chavistas en ECOPETROL, dos años atrás Uribe se las ingenió para extenderle la concesión a Chevrón en la explotación de gas en la Guajira. Incluso, el gobierno Uribe otorgó una nueva concesión gasífera a Chevron, pese a la sonora oposición de los sindicatos petroleros de izquierda. A corto plazo, la concesión gasífera a Chevron sólo tenía sentido si el gas producido era orientado hacia la exportación, situación que fue resuelta mediante el ofrecimiento de gas a Venezuela.

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Faltando gas en el occidente de Venezuela, incluso para alimentar los procesos de refinación en Paraguaná, Chávez aprobó el proyecto movido por Uribe y que beneficia a la petrolera gringa. El proyecto de comprar gas colombiano producido por Chevro en la Guajira colombiana, fue analizado no sólo por las instancias petroleras venezolanas sino incluso por niveles del área de seguridad y defensa. Inicialmente el proyecto gringo-colombiano proponía que un ducto pasara bajo las aguas del Golfo de Venezuela (no delimitadas entre Venezuela y Colombia) camino a la refinería de Paraguaná en el estado Falcón. Finalmente el proyecto desarrollado se ejecutó en tierra firme, sin involucrar el área del Golfo.

La inauguración del viernes dejó contentos a muchos. Uribe, Chávez y la Chevron tienen cada uno motivos de complacencia. La alegría de la Chevron tiene a su vez beneficiarios, políticos y financieros, en las alturas del poder en EEUU que pueden significar réditos políticos para Chávez o Uribe, o a ambos…

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El segundo mensaje de Uribe a Washington fue aún más obvio: si el gobierno Bush puede alcanzar una forma de convivir con Chávez, Colombia puede igualmente armar una agenda propia para intensificar sus relaciones y mostrarse cercana con Caracas. Uribe no tuvo empacho para montarse en el autobús del aún indefinido Banco del Sur y en hablar de su apoyo a Chávez en tiempos del paro petrolero.

Si bien el propio presidente Bush se estaría movilizando para lograr la aprobación del TLC EEUU-Colombia, en Bogotá existe la apreciación de que el esfuerzo de la Casa Blanca es tardío. Los demócratas han puesto en la mira justamente el TLC con Colombia y parecieran dispuestos a llevarse por delante el esquema de apoyo estadounidense a Colombia, al menos hasta las elecciones del próximo año. En ese marco, Uribe ha decidido mostrarse en plan de amigo y socio de Chávez.

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El presidente Lula anda reordenando su diplomacia para Suramérica. Esta semana reunió en Brasilia a todos los embajadores que encabezan misiones diplomáticas en el vecindario suramericano. La orden dada a la Cancillería y al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social fue activar todos los planes de cooperación con los países vecinos. Brasil se ha visto empujado a entrar al Banco del Sur, pero ni Lula ni Itamaraty se resignan a orientar la ayuda brasileña a los vecinos por medio de un mecanismo que políticamente está asociado con la imagen de Chávez.
 

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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