En
medios diplomáticos europeos se comenta insistentemente que
el tema del narcotráfico forma parte de la agenda que Hugo
Chávez se propone tratar directamente con los miembros del
Secretariado de las Farc.
Según fuentes inglesas, la mudanza a territorio venezolano
de parte de las líneas de producción de narcóticos,
consecuencia del Plan Colombia, sería vista por Chávez como
un problema de seguridad para su régimen. Dadas la clara
mezcolanza entre las Farc y la narcoproducción, Chávez se
propone exigirle a las Farc, como parte de su propuesta
hacia la organización guerrillera, que no incluyan el
territorio venezolano en sus planes de localización de
laboratorios de procesamiento de drogas. Aparte del provecho
mediático, este sería uno de los motivos por los cuales
Chávez insiste en un encuentro con la cabeza de las Farc.
El tema se ha manejado con total discreción por Miraflores,
pero habría sido tratado con varios gobiernos extranjeros,
incluyendo el de EEUU quien se lo habría informado a
gobiernos aliados.
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Tanto el asunto del narcotráfico como el de la situación de
tres estadounidenses secuestrados por las Farc habrían sido
parte de la agenda atendida por Nicolás Maduro y el Sub
Secretario de Estado para Latinoamérica, Thomas Shanon en su
reunión del primero de octubre en Nueva York. Ahora se habla
incluso de una pronta visita de Shanon a Caracas, con lo
cual se daría una señal de normalización formal de
relaciones, o al menos de una sensible baja de tensión entre
Caracas y Washington. Conocedores de la dinámica burocrática
de Washington han mencionado que el Departamento de Estado
estaría en el plan de bajar tensiones con Caracas, no
afectar intereses del sector petrolero gringo con presencia
en la región, no concederle oportunidades gratuitas a Chávez
para su discurso anti-EEUU y, complacer en lo posible a los
demócratas para a cambio lograr la votación en el Congreso
de leyes de especial interés. Uno de ellos es precisamente
el Tratado de Libre Comercio con Colombia, el cual podría
verse abortado por la mayoría demócrata en el Congreso. La
política del Departamento de Estado no sería compartida por
el ala militar del gobierno Bush, la cual insiste en el
apoyo irrestricto a Uribe y la línea dura ante Caracas.
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Esta reorientación en la química de Washington con Caracas
parece haber pasado desapercibida para la oposición
venezolana. Esto se desprende de la visita del ex candidato
presidencial Manuel Rosales a la capital del Imperio el
pasado viernes, para solicitarle al gobierno Bush que
presione a Caracas para frenar la reforma constitucional que
impondrá la Presidencia Perpetua en Venezuela. Rosales se
reunió precisamente con Thomas Shanon, quien
diplomáticamente tomó nota de las solicitudes del opositor
venezolano, pero se apresuró a declararle a la prensa que la
reforma es un tema interno venezolano con lo cual echó agua
fría a la solicitud de Rosales.
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La lucha política estadounidense se ha metido de lleno en la
política venezolana y colombiana y, en la interrelación
entre ambos gobiernos. El debilitamiento del gobierno de
George W. Bush ante su rival el Partido Demócrata, estaría
incidiendo de forma significativa en los actuales episodios
de la actuación política de Hugo Chávez y Alvaro Uribe. El
venezolano asume que está en una situación internacional que
le permite avanzar en sus proyectos regionales, mientras que
el colombiano ha sentido que la falta de apoyo real de EEUU
está socavando su peso político. Ambos se ven uno al otro de
reojo mientras buscan claves sobre la situación política en
Washington. El modus vivendi entre ambos tiende a renovarse,
tal como quedara patente en el cordial acto que Uribe
preparara para la inauguración del gasoducto transguajiro,
el pasado viernes.
Uribe permitió que le protagonismo del día fuera de Chávez,
quien hasta se permitió llevar -además de su propio aparato
de seguridad y abundante personal de la Casa Militar- a su
invitado el presidente ecuatoriano Rafael Correa.
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Uribe habría aprovechado la ocasión del gasoducto para
enviar un mensaje a Washington. En primer lugar, recordarle
el apoyo que su gobierno le ha dado a la petrolera
estadounidense Chevron.
En un ambiente de amenazas de paro petrolero impulsado por
sindicatos pro chavistas en ECOPETROL, dos años atrás Uribe
se las ingenió para extenderle la concesión a Chevrón en la
explotación de gas en la Guajira. Incluso, el gobierno Uribe
otorgó una nueva concesión gasífera a Chevron, pese a la
sonora oposición de los sindicatos petroleros de izquierda.
A corto plazo, la concesión gasífera a Chevron sólo tenía
sentido si el gas producido era orientado hacia la
exportación, situación que fue resuelta mediante el
ofrecimiento de gas a Venezuela.
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Faltando gas en el occidente de Venezuela, incluso para
alimentar los procesos de refinación en Paraguaná, Chávez
aprobó el proyecto movido por Uribe y que beneficia a la
petrolera gringa. El proyecto de comprar gas colombiano
producido por Chevro en la Guajira colombiana, fue analizado
no sólo por las instancias petroleras venezolanas sino
incluso por niveles del área de seguridad y defensa.
Inicialmente el proyecto gringo-colombiano proponía que un
ducto pasara bajo las aguas del Golfo de Venezuela (no
delimitadas entre Venezuela y Colombia) camino a la
refinería de Paraguaná en el estado Falcón. Finalmente el
proyecto desarrollado se ejecutó en tierra firme, sin
involucrar el área del Golfo.
La inauguración del viernes dejó contentos a muchos. Uribe,
Chávez y la Chevron tienen cada uno motivos de complacencia.
La alegría de la Chevron tiene a su vez beneficiarios,
políticos y financieros, en las alturas del poder en EEUU
que pueden significar réditos políticos para Chávez o Uribe,
o a ambos…
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El segundo mensaje de Uribe a Washington fue aún más obvio:
si el gobierno Bush puede alcanzar una forma de convivir con
Chávez, Colombia puede igualmente armar una agenda propia
para intensificar sus relaciones y mostrarse cercana con
Caracas. Uribe no tuvo empacho para montarse en el autobús
del aún indefinido Banco del Sur y en hablar de su apoyo a
Chávez en tiempos del paro petrolero.
Si bien el propio presidente Bush se estaría movilizando
para lograr la aprobación del TLC EEUU-Colombia, en Bogotá
existe la apreciación de que el esfuerzo de la Casa Blanca
es tardío. Los demócratas han puesto en la mira justamente
el TLC con Colombia y parecieran dispuestos a llevarse por
delante el esquema de apoyo estadounidense a Colombia, al
menos hasta las elecciones del próximo año. En ese marco,
Uribe ha decidido mostrarse en plan de amigo y socio de
Chávez.
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El presidente Lula anda reordenando su diplomacia para
Suramérica. Esta semana reunió en Brasilia a todos los
embajadores que encabezan misiones diplomáticas en el
vecindario suramericano. La orden dada a la Cancillería y al
Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social fue activar
todos los planes de cooperación con los países vecinos.
Brasil se ha visto empujado a entrar al Banco del Sur, pero
ni Lula ni Itamaraty se resignan a orientar la ayuda
brasileña a los vecinos por medio de un mecanismo que
políticamente está asociado con la imagen de Chávez.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |