Estatización por seguridad
nacional
Quienes consideran que la democracia venezolana falló al no
crear un mecanismo cultural (hábitos ciudadanos, educación,
ideología) que la preservara, tienen un nuevo argumento a su
favor a partir de esta semana. La anunciada estatización de
la empresa telefónica CANTV y de la Electricidad de Caracas,
ha sido amparada en un argumento que los militares hoy en el
gobierno no lo aprendieron en los libros de Karl Marx o en
los folletos de Douglas Bravo. Para la estatización, el
gobierno Chávez está invocando los principios de las teorías
de Seguridad Nacional que les fueron inculcados en las
escuelas militares y desde la fenecida Secretaría Nacional
de Seguridad y Defensa.
Las teorías nacidas en Estados
Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial y calidamente
criadas en las escuelas militares de las dictaduras
brasileñas, fueron asumidas por las escuelas militares de la
democracia venezolana. De allí surgieron conceptos barrocos
como la “seguridad alimenticia”, donde la producción de
alimentos tiende a confundirse con una operación militar.
Por ello, cuando Chávez anuncia la estatización de CANTV,
apela a su ministro de defensa para alegar razones de
seguridad nacional que justificarían el hecho de que el
gobierno controle el sector de comunicaciones y a todos
aquellos sectores que sean considerados como “estratégicos”.
Y, como “estratégico” puede ser cualquier cosa, las empresas
extranjeras con presencia en Venezuela están dando carreras
para saber a que atenerse.
Las teorías de la Seguridad
Nacional que dieron soporte a las dictaduras sureñas,
teorías otrora calificadas como fascistas por la izquierda
latinoamericana serían, entonces, parte de los componentes
argumentales del ahora publicitado socialismo del siglo XXI.
Asustando inversionistas
A mediados de noviembre pasado,
el diario Nuevo Herald publicó un trabajo sobre el impacto
de la inseguridad en la decisión de empresas extranjeras
para permanecer en Venezuela. En aquella ocasión, un vocero
empresarial afirmó que los altos niveles de gasto público en
Venezuela eran suficiente razón para permanecer en el país,
pese a los crecientes costos que significaba no sólo la
inseguridad, sino la inestabilidad institucional y las
reglas que el gobierno impone para hacer negocios. El
ejemplo más curioso de estas nuevas reglas, lo constituye la
obligación contractual que PDVSA impone a sus proveedores de
“donar” bienes a determinados organismos públicos, como
parte de la ejecución de cualquier contrato.
Pero la guinda en cuanto al
tratamiento de las inversiones privadas en el país, la
colocaron Rodrigo Cabezas y José Ramón Rivero, ministros del
Poder Popular para Finanzas y, para el Trabajo y Seguridad
Social, respectivamente. Los nuevos ministros adelantaron
esta semana las ideas que el gobierno aspira imponer en la
legislación referida a las empresas. Como una extensión y
radicalización de las reglas que actualmente aplica PDVSA a
sus proveedoras, el gobierno venezolano se propone declarar
las ganancias de las empresas como propiedad colectiva.
Aparte de los pagos que las empresas deben realizar al fisco
por concepto de los diversos impuestos, en la reforma
constitucional que planea el gobierno se establecerá la
distribución de los beneficios empresariales con
participación de los “consejos comunales” y los “consejos
obreros”. La propiedad privada se preservará (“a corto
plazo”) pero los beneficios serán colectivamente
distribuidos…
La oposición sin reacomodo
Como respuesta a los anuncios
presidenciales, esta semana se produjo una nueva aparición
conjunta de Manuel Rosales, Teodoro Petkoff y Julio Borges
ante la prensa. Con ello se ratifica la continuidad de su
alianza política.
El activismo oposicionista
comienza a enumerar sus actuales banderas de lucha: apoyo al
canal de televisión RCTV ante el anunciado fin de la
concesión; defensa de las actuales instancias de poder
municipal; rechazo a la ideologización izquierdista de la
educación; y uno de carácter genérico como lo es el combate
contra el “socialismo del siglo XXI”.
Tras esta enumeración temática
se esconde la realidad organizativa y emocional que viven
los sectores de oposición. Amén de la imagen de unidad que
presta la actuación conjunta de Rosales, Petokoff y Borges,
en el más inmediato subsuelo de la política venezolana no
chavista se mueven ondas de confrontación. Los planes para
crear un “gabinete de sombra” con el cual hacer seguimiento
a las medidas del gobierno, no se han concretado al igual
que otras iniciativas, ya que el asunto de la “unidad” está
comiéndose las menguadas capacidades de acción de la
oposición.
El tema recurrente en las
conversaciones políticas es el de la probable fractura de
Primero Justicia, la cual -de concretarse- afectaría
directamente la fortaleza de este partido y por ende la ya
endeble alianza intergrupal e interpartidista de oposición.
Leopoldo López, quien sería el principal rival de Julio
Borges por el liderazgo en el partido amarillo, lanzó el
viernes una convocatoria para una marcha de protesta en
Caracas el 23 de enero. El sector que encabeza López
buscaría ganarse la dirección de su partido desde la calle.
Muchos analistas insisten en la división de PJ, la cual no
necesariamente es un hecho consumado.
Pero en otros ámbitos, otros
actores de la oposición igualmente están buscando acuerdos.
A principios de semana se produjo en Caracas una reunión en
la cual participaron políticos venidos desde varias partes
del país, incluyendo maracuchos que no siguen a Rosales. La
autodenominada “oposición radical” junta a la dirección de
AD que no apoyó la candidatura de Rosales, con figuras como
Oswaldo Álvarez Paz que si apoyaron esa candidatura. Antonio
Ledezma, William Dávila (de regreso en AD), Genaro Mosquera
y Oscar Pérez son nombres que suenan por estos lados del
espectro oposicionista. Según los radicales, la oposición se
dividirá en dos bloques y, según sus cálculos, la fracción
de Primero Justicia encabezada por Leopoldo López tendería a
acercárseles.
BOCADILLOS
Sabiéndose que las tomas de posesión de los presidentes
Daniel Ortega y Hugo Chávez serían celebradas el mismo día,
el 10 de enero, y dándose por descontada la presencia del
venezolano en la ceremonia nicaragüense, en el mundo
diplomático caraqueño circuló un chiste con alto contenido
de ironía. Según el chiste, un diplomático asentado en
Managua recibió la tarjeta de invitación para el acto de
juramentación de Ortega, y con sorpresa vio que en el
renglón correspondiente a la hora aparecía un extraño
acrónimo: “ALHQLCH”. Confundido por cuanto no se trataba de
unas siglas conocidas, llamó a la cancillería nicaragüense
para precisar la hora para la cual estaba siendo citado. Un
funcionario lo sacó de dudas informándole que aquellas
letras simplemente significaba que la ceremonia presidencial
nicaragüense empezaría “a la hora que llegue Chávez”…como en
efecto ocurrió.
* |
Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |