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Los misiles rusos para Chávez e Irán
por Edgar C. Otálvora
domingo, 11 febrero 2007


En estos días de Internet, foros de debates globales e información masiva, poco queda de los secretos militares de antaño. Lo que antes era considerado como secreto de estado, ahora es información que circula libremente en los espacios de la web. Las especificaciones de una nueva arma, la producción o exportación de la misma son asuntos que pueden corroborarse en las versiones digitales de las publicaciones especializadas, o en las páginas de las propias empresas fabricantes. En el caso de armamento ruso, es especialmente frondosa la información existente. Tanto la fabricante estatal Rosoboronexport como la agencia de noticias Novosti, son generosas en información sobre los productos bélicos de su país. En los foros públicos sobre esos temas, es posible además encontrar opiniones al respecto. El armamentismo se ha hecho parte de la caleidoscópica realidad globalizada, entre otras cosas, porque la web forma parte de los teatros de la guerra actual.

Los misiles de Chávez

En agosto del 2006, en uno de sus Aló Presidente, el presidente Chávez afirmó que en Venezuela se instalaría "el más moderno sistema de defensa aéreo de mundo", con misiles que tendrán un alcance de más de 100 kilómetros de distancia. "Vamos a blindar a Venezuela, aquí nadie vendrá de ninguna parte, por más fuerte que sea, a detener la marcha libre del pueblo venezolano", reportaron las agencias de noticias que había dicho el presidente venezolano, quien previamente comentó haber visto equipos antiaéreos en Bielorrusia, Rusia e Irán.

Las indicaciones públicas del presidente, sobre el alcance del sistema de defensa aérea que se disponía comprar, hizo pensar a los analistas que se trataría de un sistema de defensa aérea de alcance medio, denominado S-300 de fabricación rusa. Este sistema, llamado por algunos como el “Patriot ruso”, ofrece capacidad para detectar blancos a más de 200 km, y sus misiles pueden hacer impacto contra objetivos situados a 100 km de distancia. Desde entonces, ha sido tal la certeza entre analistas pro estadounidenses sobre la preferencia de Venezuela por el S-300, que una nota publicada por el diario El Mercurio de Santiago de Chile apenas el pasado 02 de febrero, daba cuenta de declaraciones de Christopher Langton, presentado como especialista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), quien daba como un hecho la compra de este tipo de armamento.

Un analista de temas bélicos de origen ruso, Konstantin Makienko, publicó en la edición del mes de enero de la revista Moscow Defense Brief, un informe sobre los contratos entre Rusia y Venezuela en materia de equipos bélicos. Makienko afirmó que no toda la información a este respecto es aún pública, pero excluyó como parte del paquete de compras al sistema S-300. El ruso adelantó que probablemente Venezuela compraría sistemas de defensa Tor-M1, cuya fabricante (Kupol) situada en la ciudad de Izhevsk fue visitada por Chávez en julio pasado según reportaron la empresa y diversas agencias de noticias.

Geopolítica rusa

Tal como anunciaran Caracas y Moscú la semana pasada, Venezuela comprará varios sistemas de defensa antiaérea Tor-M1, los cuales serían emplazados en distintos sitos del país para, según el general Alberto Müller Rojas, defender “refinerías, algunos puentes estratégicos... represas hidroeléctricas, que son objetivos sensibles en una ataque a Venezuela.” Müller aseguró que estos sistemas que cuentan cada uno con ocho misiles aire-tierra, son sólo para la defensa. En todo caso, las especificaciones de este sistema (rango de detención de blancos de un máximo de 25 km según información contenida en los folletos públicos de la empresa fabricante Rosoboronexport) develan que se produjo un cambio en el concepto del sistema misilístico que adquirirá Venezuela. Los sistemas cuya compra fue anunciada oficialmente, son propios para la defensa puntual de sitios de alto valor estratégico para los planificadores militares. Al contrario del S-300, el sistema seleccionado no tiene capacidad para impactar más allá de las fronteras del país. En definitiva, los sistemas cuya compra anunció Caracas no se corresponden con las características señaladas en agosto por Chávez.

Aparte que las - seguramente notables - diferencias de precios entre uno y otro sistema (S-300 y Tor-M1) pudieran haber alterado la decisión de Venezuela, analistas consultados piensan que algunas consideraciones geopolíticas pudieran haber privado en este negocio. Según un analista brasileño que dirige una publicación especializada, la compra del Tor-M1 le proporcionará a Venezuela el más moderno sistema de defensa antiaéreo en Latinoamérica sin molestar a sus vecinos. En cambio, la venta por parte de Rusia a Venezuela del sistema S-300, dado su alcance y capacidades, hubiese podido ser interpretada por países como Brasil y Colombia como una amenaza, y por EEUU como una grave intromisión rusa en Latinoamérica.

A mediados del 2006, circuló la información según la cual Rusia estaría negociando con Irán la venta de S-300, pero el Ministro de Defensa ruso, Serguéi Ivanov, ha negado reiteradamente este hecho. Lo que si es cierto es que Irán pudo hacerse del sistema Tor-M1, similar al comprado ahora por Venezuela.

Irán ya los probó

La semana pasada informábamos que Rusia recientemente había entregado a Irán algunas de las 29 unidades del sistema Tor-M1 que Teherán compró por un precio calculado en US$ 1.000 millones. El miércoles pasado, el general Hossein Salami, comandante de la aviación de los Guardianes de la Revolución de Irán, informó que ya sus fuerzas probaron “con éxito” el sistema, durante las maniobras Saegeh que comenzaron el miércoles en la región del Golfo Pérsico y el Mar de Omán. La TV iraní mostró las imágenes del lanzamiento de un misil, el cual según Hossein “es capaz de alcanzar a aviones livianos, aviones rápidos y misiles modernos de crucero y puede ser lanzado en menos de un segundo y rearmado inmediatamente".

BOCADILLOS

Después de la Segunda Guerra, en la Alemania Oriental bajo gobierno comunista, comenzó la producción de un carro inicialmente denominado AWZ, el cual poco después se llamaría oficialmente Trabant. Cuentan que los ciudadanos de aquel desaparecido país debían esperar varios años par obtener su ruidoso vehículo, dos puertas, cuatro puestos y 22 caballos de fuerza, el cual con el tiempo fue bautizado con el diminutivo de Trabi. Quienes viajan hoy en día a Berlín y desean darse un baño de comunismo pueden contratar los servicios de un Safari en Trabi, para manejar o ser pasajero en un viaje por la ciudad, en caravana de varios vehículos, paseándose por la calles de la reunificada y rica capital alemana.
 

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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