Pese a las euforias del gobierno venezolano que gusta adjudicarse una creciente influencia mundial, la economía venezolana mantiene la misma tendencia decreciente latinoamericana.

Venezuela aportaba un 0,5% al total de la riqueza producida en el año 1980 a nivel mundial. El año pasado, la producción venezolana apenas representó el 0,2% de los resultados económicos planetarios.

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La importancia económica de Latinoamérica (incluyendo a Venezuela), vista desde una perspectiva mundial continúa en franca decaída. Medido en términos del aporte de todos los países de la región al total producto mundial, Latinoamérica es cada vez menos relevante en una tendencia que no pareciera detenerse.

El aporte productivo latinoamericano a la economía mundial fue de 9,69% a principios de la década de los años ochenta. En el último año del siglo pasado (2000), la suma total del Producto Interno Bruto latinoamericano ya sólo representaba el 8,1% de la economía mundial. Conocidas ya las cifras definitivas del año 2006, el peso latinoamericano en la economía planetaria apenas alcanzó a 7,5%.

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La economía brasileña también ha perdido peso en contraposición con el total mundial al pasar de 3,5% a principios de los años ochenta a 2,5% el año pasado. Pero el hecho de que el aparato económico brasileño sea responsable de ese 2,5% de la riqueza que se crea a nivel planetario, es la explicación del carácter de vocero latinoamericano que tanto EEUU como Europa le asignan a Brasil. La presencia de Brasil como invitado en el G-7, o la vocería de Brasil como “país emergente” y actuando en nombre de los países en desarrollo, durante las actuales negociaciones de la Organización Mundial de Comercio, lo explican no tanto su capacidad bélica sino el tamaño de su economía.

El gobierno francés recientemente afirmó que a los efectos de las negociaciones comerciales, Francia ya no considerada a Brasil como un país emergente, sino como una economía de gran escala.

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La rivalidad geopolítica que el gobierno venezolano se ha propuesto resaltar en Suramérica careando a Brasil, no pareciera detenerse en un poderoso detalle: Brasil ocupa el puesto 11 en el ranking de las economías mundiales. En tanto, la Venezuela petrolera, que está adelantando una costoso plan armamentista, se mantiene perdida en un lejano puesto 50 del ranking mundial, sin muchas opciones de avanzar a corto plazo a mejores posiciones en la tabla de las grandes economías.

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El presupuesto bélico brasileño del próximo año será el mayor desde el final de las dictaduras militares en ese país. La revista Epoca del grupo editorial Globo de São Paulo, dedicó la tapa, la editorial y el artículo principal al tema del peligro que el militarismo venezolano representa para Brasil y la respuesta que Lula da Silva le está dando. El editorialista de Epoca afirma que no deja de haber cierta ironía en los hechos, ya que un líder de la izquierda (Lula) perseguido y preso durante la dictadura militar se convertirá pronto en el presidente brasileño que más dinero destinará a las Fuerzas Armadas.

De acuerdo con Epoca, en el estamento militar brasileño nadie piensa seriamente en un enfrentamiento armado con Venezuela. Pero resulta necesario compensar el creciente arsenal adquirido por Hugo Chávez. Razones políticas antes que bélicas son esgrimidas en Brasil para una urgente actualización de los equipos de guerra de ese país.

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Las cifras presentadas por Epoca señalan que Brasil supera en una proporción de diez a uno a Venezuela en cuanto al tamaño de su personal militar. En dotación de carros de guerra, aviones de combate o helicópteros, Brasil igualmente está numéricamente mejor dotada que Venezuela. La obsolescencia de muchos equipos brasileños ha sido públicamente comentada por altos jefes militares en los últimos meses. Pero, lo que analistas brasileños consideran la mayor desventaja de ese país ante Venezuela, apareció luego de la adquisición por Chávez de los aviones Sukhoi 30 rusos dotados de misiles de largo alcance. El sentido de potencia mundial que la elite brasileña impulsa como discurso y proyecto nacional, está moviendo la fibra política hasta del gobierno Lula, para aceptar el reto geoestratégico planteado por Chávez, y comenzar una ya abierta carrera armamentista en el subcontinente.

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Una semana atrás se realizaron elecciones regionales en Colombia. Los resultados retrataron el perfil político del país vecino, el cual tiende a confirmar la crisis de los partidos históricos. Las campañas y los resultados, salvo en contados casos, ya no reflejan la disputa entre los pañuelos rojos del Partido Liberal y los azules del conservatismo. Casi como una curiosidad, en la fronteriza Cúcuta, triunfó el Partido Conservador. Pero en buena parte del país, los resultados dan cuenta de tres franjas en las cuales se ha dividido el nuevo país político: El primero de ellos es la alianza creada alrededor del presidente Uribe, la segunda es el izquierdismo democrático concentrado bajo el Polo Democrático Alternativo. Una tercera parte corresponde al fenómeno de los liderazgos extrapartidos con actuación en los ámbitos locales. Los dos partidos históricos han perdido a su gente, la cual se ha reorganizado unos alrededor de Uribe, otros en la opción electoral de izquierda.

La puja por la influyente Alcaldía de Bogotá dejó patente este cuadro.

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Como es usual en estos casos, la prensa internacional se detuvo insistentemente en los resultados electorales de Bogotá, donde la izquierda repitió en las elecciones para burgomaestre. El triunfo de Samuel Moreno Rojas conservador de cuna y nieto del dictador Gustavo Rojas Pinilla, ha significado que la izquierda repita en el gobierno de Bogotá. Esto ha sido evaluado como la confirmación de que el Polo Democrático se ha transformado en una opción electoral presidencial para las elecciones del 2010.

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Con motivo de las elecciones regionales, la senadora Piedad Córdoba, enlace entre Uribe, Hugo Chávez y las Farc, realizó un viaje relámpago a su país. Durante el acto de victoria del electo alcalde de Bogotá, la señora Córdoba estuvo presente en primera línea y su nombre fue de los primeros que el moderador del evento mencionó entre las personalidades allí congregadas. Vestida de rojo, el color del Partido Liberal colombiano y del chavismo venezolano, fue presentada como la representante del liberalismo.

Su presencia en esta ocasión cuando el Polo Democrático cantaba su triunfo bogotano, es uno de los elementos más notorios que dan fuerza a la hipótesis de la futura alianza entre sectores izquierdistas del Partido Liberal y, la izquierda aglomerada en el Polo, con un fuerte componente de chavismo.

Córdoba está sirviendo de catapulta al chavismo dentro de la izquierda colombiana, lo cual pareciera anunciar, además, un conflicto interno dentro del Polo Democrático para deslindar posiciones ante el tema “Chávez”.

*	Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País