La
comida de la población se convirtió en tema de emergencia
para el gobierno de Chávez y hasta ahora no han podido
encontrarle una solución. La elevación de los precios y la
desaparición de productos básicos es una realidad que el
gobierno intentó obviar hasta que se le transformó en una
verdadera pesadilla. Los diagnósticos y las consecuentes
soluciones han hecho desfilar en las últimas semanas tanto a
Chávez como a sus ministros, anunciando medidas que
rápidamente se han demostrado como insuficientes e incluso
contraproducentes.
El desabastecimiento actual y la sensación de escasez que
sienten los consumidores, es una luz roja en el tablero del
régimen. Estos hechos potencialmente generadores de
conflictos políticos, le han advertido sobre la extrema
dependencia que el aparato económico tiene de las
importaciones, y en consecuencia, del flujo de dólares que
el gobierno destina para mantener para mantener las compras
de comida en el exterior y su venta en los circuitos
comerciales.
Las recetas usadas por el gobierno para hacer frente a la
inflación y a la falta de productos alimenticios han sido de
todo tipo. Desde las sofisticadas recetas macroeconómicas
del ministro de Finanzas hasta las pedestres amenazas del
ministro de Agricultura y Tierras, Elías Jaua (”o corren o
se encaraman”). EL titular de Finanzas, Rodrigo Cabezas,
explicó que la inflación se debe a un exceso de circulante
en la economía y que la solución es retirar masa monetaria
mediante la venta de bonos de deuda pública, justificando de
paso la emisión del Bono del Sur. Contradiciendo lo
anterior, desde otro despacho alegaron que era necesario
bajar los precios y se les ocurrió reducir el IVA y así
aumentar el dinero en manos del público. La Ministra de
Industrias, María Cristina Iglesias acusó a los
supermercados de golpistas. Chávez emitió una ley para
ocupar cualquier abasto que sea denunciado por los llamados
Consejos Comunales. Y como solución extrema, para este fin
de semana el gobierno armó sus propias ventas callejeras de
comida, en la céntrica avenida Bolívar de Caracas y en otras
capitales estadales.
Chávez habría dejado a un lado el recetario macroeconómico y
estaría implementando un esquema militar con el cual se
sentiría más seguro y cómodo. Uno de los primeros pasos fue
solicitar le sea entregado un informe diario sobre niveles
de abastecimiento en las distintas regiones del país.
Si todas las anteriores medidas falla, el presidente Chávez
ordenó cambiar la forma como el Banco Central (ya no tan
autónomo) calcula la inflación en Venezuela. Por cierto, el
aumento de los precios de la comida en los últimos doce
meses alcanzó a más de 30%, según cifras oficiales. Las
cifras reales son muy superiores…
La lógica del desabastecimiento es muy sencilla, pero
políticamente explosiva. Si el gobierno no aporta divisas
baratas (cambio oficial a Bs.2150 por dólar) nadie importa
comida. Si al gobierno se le va la mano gastando los dólares
de Pdvsa en proyectos políticos, se crea un vació en el
chorro de dólares que nutre la economía importadora
implantada -poco creativamente- por el chavismo. Y la
consecuencia es desabastecimiento. Según expertos
relacionados con el mundo de la importación-exportación,
actualmente el gobierno es el importador directo de la mitad
de las compras de comida al exterior. Y la otra mitad
depende de los dólares de CADIVI. Así que el
desabastecimiento de comida depende en primerísimo lugar de
la administración de los dólares que haga el gobierno.
A finales del año pasado varias empresas propietarias de
barcos que transportan al exterior las exportaciones
petroleras venezolanas, debieron esperar largos meses para
cobrar sus facturas. A mediados de enero se comentaba entre
operadores navieros que Pdvsa estaba pidiendo prorrogas para
el pago de las deudas por concepto de arrendamiento de
tanqueros. La explicación dada en privado por Pdvsa fue que
la campaña electoral había dejado exhaustas las arcas de la
empresa y sería necesario esperar que el flujo de caja
recompusiera la tesorería de la petrolera antes de honrar
las deudas. Amenazas de retirar los tanqueros al servicio de
Pdvsa habrían sido hechas por empresas europeas.
TOPONIMIA CHAVISTA
Quien domina nomina, dice una vieja máxima. Quien manda pone
los nombres, dicho en otras palabras. Y si la debilidad
institucional de un país lo permite, entonces el que manda
cambia los nombres a su antojo. La decisión del gobernador y
ex presidente de la República, Diosdado Cabello, de cambiar
el nombre de una urbanización en Guarenas, es simplemente
una demostración más de una tradición nacional. Cada vez que
un nuevo grupo se ha hecho del poder, ha procedido a
cambiarle la denominación a calles, plazas o al país mismo.
El escritor y editor Homero Arellano suele hacer bromas de
poseer -hasta ahora- tres nacionalidades con sus respectivos
documentos de identidad. Al igual que todos los nacidos
antes del gobierno de Pérez Jiménez, Arellano nació como
ciudadano de los Estados Unidos de Venezuela. Por decisión
de la dictadura perezjimenista se convirtió en ciudadano de
la República de Venezuela. Más recientemente nos mudaron la
condición nacional para meternos al general Bolívar en la
cédula de identidad. El corto interinato de Pedro Carmona
regresó el nombre del país al impuesto por Pérez Jiménez, lo
cual sólo duró algunas horas. Actualmente se especula con la
inminente decisión de cambiarnos el gentilicio para
incluirnos la palabra “socialista” en el documento de
identidad.
La lista de cambios en la toponimia nacional impuestos por
el chavismo ya se pierde de vista. A Sofia Imber la sacaron
del Museo y del nombre del mismo. A Cristóbal Colón le
destrozaron la estatua y lo sacaron del nombre del proyecto
gasífero de Pdvsa. A Raúl Leoni lo borraron de la represa de
Guri, y a su esposa la acaban de eliminar del nombre de la
urbanización en Guarenas. A Betancourt lo arrinconan y ya le
cambiaron el nombre al parque del este y a la autopista
hacia el oriente del país. Hasta las poblaciones y cerros
que llevan el nombre de Copey han recibido la amenaza
rebautizadora de la furia revolucionaria, sin percatarse que
el arbolito copey existe desde antes que el partido del
doctor Caldera. Y al poeta Tarek en repulsa a Andrés Bello
(una guará!!!) le entró fuerte la furia toponímica y cambió
el nombre de una avenida en Barcelona que recordaba al gran
escritor y jurista del siglo XIX, para ahora exaltar al
padre del actual Vicepresidente Ejecutivo.
Recordar que a la Urbanización 2 de Diciembre construida en
Caracas por Pérez Jiménez le cambiaron el nombre por 23 de
Enero. Y al Aeropuerto de Maiquetía lo convirtieron en
“Simón Bolívar”. Hechos ocurridos antes de la llegada de
Chávez al poder…
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |