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La comida es el problema
por Edgar C. Otálvora
domingo, 4 marzo 2007


La comida de la población se convirtió en tema de emergencia para el gobierno de Chávez y hasta ahora no han podido encontrarle una solución. La elevación de los precios y la desaparición de productos básicos es una realidad que el gobierno intentó obviar hasta que se le transformó en una verdadera pesadilla. Los diagnósticos y las consecuentes soluciones han hecho desfilar en las últimas semanas tanto a Chávez como a sus ministros, anunciando medidas que rápidamente se han demostrado como insuficientes e incluso contraproducentes.

El desabastecimiento actual y la sensación de escasez que sienten los consumidores, es una luz roja en el tablero del régimen. Estos hechos potencialmente generadores de conflictos políticos, le han advertido sobre la extrema dependencia que el aparato económico tiene de las importaciones, y en consecuencia, del flujo de dólares que el gobierno destina para mantener para mantener las compras de comida en el exterior y su venta en los circuitos comerciales.

Las recetas usadas por el gobierno para hacer frente a la inflación y a la falta de productos alimenticios han sido de todo tipo. Desde las sofisticadas recetas macroeconómicas del ministro de Finanzas hasta las pedestres amenazas del ministro de Agricultura y Tierras, Elías Jaua (”o corren o se encaraman”). EL titular de Finanzas, Rodrigo Cabezas, explicó que la inflación se debe a un exceso de circulante en la economía y que la solución es retirar masa monetaria mediante la venta de bonos de deuda pública, justificando de paso la emisión del Bono del Sur. Contradiciendo lo anterior, desde otro despacho alegaron que era necesario bajar los precios y se les ocurrió reducir el IVA y así aumentar el dinero en manos del público. La Ministra de Industrias, María Cristina Iglesias acusó a los supermercados de golpistas. Chávez emitió una ley para ocupar cualquier abasto que sea denunciado por los llamados Consejos Comunales. Y como solución extrema, para este fin de semana el gobierno armó sus propias ventas callejeras de comida, en la céntrica avenida Bolívar de Caracas y en otras capitales estadales.

Chávez habría dejado a un lado el recetario macroeconómico y estaría implementando un esquema militar con el cual se sentiría más seguro y cómodo. Uno de los primeros pasos fue solicitar le sea entregado un informe diario sobre niveles de abastecimiento en las distintas regiones del país.

Si todas las anteriores medidas falla, el presidente Chávez ordenó cambiar la forma como el Banco Central (ya no tan autónomo) calcula la inflación en Venezuela. Por cierto, el aumento de los precios de la comida en los últimos doce meses alcanzó a más de 30%, según cifras oficiales. Las cifras reales son muy superiores…

La lógica del desabastecimiento es muy sencilla, pero políticamente explosiva. Si el gobierno no aporta divisas baratas (cambio oficial a Bs.2150 por dólar) nadie importa comida. Si al gobierno se le va la mano gastando los dólares de Pdvsa en proyectos políticos, se crea un vació en el chorro de dólares que nutre la economía importadora implantada -poco creativamente- por el chavismo. Y la consecuencia es desabastecimiento. Según expertos relacionados con el mundo de la importación-exportación, actualmente el gobierno es el importador directo de la mitad de las compras de comida al exterior. Y la otra mitad depende de los dólares de CADIVI. Así que el desabastecimiento de comida depende en primerísimo lugar de la administración de los dólares que haga el gobierno.

A finales del año pasado varias empresas propietarias de barcos que transportan al exterior las exportaciones petroleras venezolanas, debieron esperar largos meses para cobrar sus facturas. A mediados de enero se comentaba entre operadores navieros que Pdvsa estaba pidiendo prorrogas para el pago de las deudas por concepto de arrendamiento de tanqueros. La explicación dada en privado por Pdvsa fue que la campaña electoral había dejado exhaustas las arcas de la empresa y sería necesario esperar que el flujo de caja recompusiera la tesorería de la petrolera antes de honrar las deudas. Amenazas de retirar los tanqueros al servicio de Pdvsa habrían sido hechas por empresas europeas.


TOPONIMIA CHAVISTA

Quien domina nomina, dice una vieja máxima. Quien manda pone los nombres, dicho en otras palabras. Y si la debilidad institucional de un país lo permite, entonces el que manda cambia los nombres a su antojo. La decisión del gobernador y ex presidente de la República, Diosdado Cabello, de cambiar el nombre de una urbanización en Guarenas, es simplemente una demostración más de una tradición nacional. Cada vez que un nuevo grupo se ha hecho del poder, ha procedido a cambiarle la denominación a calles, plazas o al país mismo.

El escritor y editor Homero Arellano suele hacer bromas de poseer -hasta ahora- tres nacionalidades con sus respectivos documentos de identidad. Al igual que todos los nacidos antes del gobierno de Pérez Jiménez, Arellano nació como ciudadano de los Estados Unidos de Venezuela. Por decisión de la dictadura perezjimenista se convirtió en ciudadano de la República de Venezuela. Más recientemente nos mudaron la condición nacional para meternos al general Bolívar en la cédula de identidad. El corto interinato de Pedro Carmona regresó el nombre del país al impuesto por Pérez Jiménez, lo cual sólo duró algunas horas. Actualmente se especula con la inminente decisión de cambiarnos el gentilicio para incluirnos la palabra “socialista” en el documento de identidad.

La lista de cambios en la toponimia nacional impuestos por el chavismo ya se pierde de vista. A Sofia Imber la sacaron del Museo y del nombre del mismo. A Cristóbal Colón le destrozaron la estatua y lo sacaron del nombre del proyecto gasífero de Pdvsa. A Raúl Leoni lo borraron de la represa de Guri, y a su esposa la acaban de eliminar del nombre de la urbanización en Guarenas. A Betancourt lo arrinconan y ya le cambiaron el nombre al parque del este y a la autopista hacia el oriente del país. Hasta las poblaciones y cerros que llevan el nombre de Copey han recibido la amenaza rebautizadora de la furia revolucionaria, sin percatarse que el arbolito copey existe desde antes que el partido del doctor Caldera. Y al poeta Tarek en repulsa a Andrés Bello (una guará!!!) le entró fuerte la furia toponímica y cambió el nombre de una avenida en Barcelona que recordaba al gran escritor y jurista del siglo XIX, para ahora exaltar al padre del actual Vicepresidente Ejecutivo.

Recordar que a la Urbanización 2 de Diciembre construida en Caracas por Pérez Jiménez le cambiaron el nombre por 23 de Enero. Y al Aeropuerto de Maiquetía lo convirtieron en “Simón Bolívar”. Hechos ocurridos antes de la llegada de Chávez al poder…

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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