Esta
semana se produjo la concreción del principal proyecto
político del gobierno ecuatoriano. En una edificación
mandada a construir por el presidente Rafael Correa en la
población de Montecristi, muy lejos de la siempre
políticamente violenta Quito, fue instalada una Asamblea
Constituyente. El órgano, con mayoría de votos en manos del
gobierno, designó al economista Alberto Acosta como su
Presidente.
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Alberto Acosta es considerado,
por muchos, como el padre intelectual del proyecto político
que llevó a Rafael Correa a la Presidencia de Ecuador. La
designación de Acosta como Presidente de la Asamblea
Constituyente es apenas una consecuencia lógica de la jugada
a cuatro manos que Correa y Acosta vienen realizando desde
varios años atrás.
Esto significa que aparte de la
mayoría aplastante con que cuenta el gobierno entre los
asambleístas, la conducción del proceso de redacción y
aprobación del nuevo texto constitucional quedó en manos de
uno de los cerebros del proyecto.
Acosta, procedente de una
prominente y rica familia ecuatoriana, cursó estudios en
Alemania federal. Ha estado conectado con la izquierda pro
fidelista, por lo cual fue usual asistente en eventos
latinoamericanos organizados por Cuba o por el gobierno de
Hugo Chávez en los últimos años. En el 2006 fue jurado del
Premio Casa de las Américas en Cuba.
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Con sorpresa puede constatarse
que lo ocurrido en los últimos meses en Ecuador es el
cumplimiento fiel de un guión redactado desde antes de que
Correa se presentara a las elecciones presidenciales del
2006. Correa, Acosta, ambos economistas de formación, y un
grupo graneado de intelectuales y profesionales, formaron
inicialmente el Foro Ecuador Alternativo, desde el cual
abrieron fuegos contra la política económica de dolarización
de la economía.
Este grupo fue parte de las
organizaciones que contribuyeron a crear el clima de opinión
pública que llevó al alzamiento de la clase media quiteña y
al derrocamiento del gobierno de Lucio Gutiérrez. Incluso
antes de estructurarse el Frente Amplio-Alianza País, nombre
con el cual Correa se presentó en las elecciones del año
pasado, ya este grupo contaba con las líneas maestras para
un revolcón de la sociedad ecuatoriana.
Quienes en Ecuador esperaban
que, dada la condición de economista de izquierda de Correa,
su primera medida en el gobierno fuera la desdolarización,
se equivocaron. En el proyecto Correa-Acosta ese punto
apareció como un tema secundario, en tanto que el verdadero
esqueleto de su proyecto, anunciado a lo largo de la
campaña, es modificar el Estado ecuatoriano. Durante los
primeros meses del gobierno de Correa, Acosta se encargó del
ministerio de Energía, cargo al cual renunció para
postularse a la Asamblea.
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Ya antes de las elecciones
presidenciales del 2006, el grupo de Correa-Acosta tenía en
su poder los estudios jurídicos referidos a la Asamblea
Constituyente. Parte de las consideraciones de esos análisis
pasaban revista por la experiencia exitosa para Hugo Chávez
en 1999 y en las dificultades que Evo Morales desde el
comienzo ha tenido para imponer el esquema de cambio a la
izquierda vía Asamblea Constituyente.
Los juristas que asesoraron a
Correa y Acosta le aseguraron que debía ser convocada una
asamblea con carácter originario, no sujeto al control de
los poderes constituidos y con capacidad para cambiarlo todo
desde el mismo momento que fuera instalada.
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Con estos informes en la mano,
Correa y Acosta armaron su proyecto político. Presentarían
su candidatura presidencial, no presentarían candidatos al
Congreso sabiendo que sólo lograrían una baja
representación. Jugaron y ganaron a obtener un rotundo éxito
electoral que le permitiría, como en efecto ocurrió,
convocar a las elecciones de una asamblea constituyente.
Obteniendo mayoría en esa asamblea, se procedería a disolver
al Congreso, como ya ocurrió el jueves pasado, en la primera
sesión de los constituyentes.
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El plan tenía un elemento
adicional. Correa colocaría su cargo a disposición de la
Asamblea, la cual lo debía ratificar en el cargo. Desde el
jueves pasado, el Presidente ecuatoriano no detenta el poder
en razón de los votos que obtuvo en el 2006, sino por la
decisión de la Asamblea donde sus seguidores son mayoría.
Correa mandó para la casa a la oposición que controlaba el
parlamento, el cual, como en Venezuela en el año 1999, fue
objeto de un claro golpe de Estado.
Al cumplirse a la perfección su
plan, Ecuador está en este momento en manos de los doctores
Correa y Acosta. El primero preside el poder Ejecutivo. El
segundo controla todo el aparato del Estado. Aparte de
disolver al parlamento y confirmar en el cargo a su
compañero Rafael Correa, ya Acosta procedió a remover a
altos funcionarios y a juramentar a los reemplazos. El
Fiscal de la Nación y el Superintendente de Bancos y Seguros
fueron de las primeras cabezas que rodaron en el inicio de
esta revolución a la ecuatoriana.
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El tema de la aparición de
pruebas de vida de los secuestrados VIP que las Farc
mantienen en su poder, dará mucho que hablar en las próximas
semanas. Aparte del impacto emocional que causan las
imágenes de Ingrid Betancourt, queda pendiente por analizar
el manejo que las Farc han dado al asunto de los
secuestrados, en términos de su agenda internacional.
Las pruebas de vida, fotos,
videos y documentos escritos, estaban reunidos en varios CDs,
lo cual da cuenta de la capacidad tecnológica que la
guerrilla maneja.
Lo que pudo ser un golpe
positivo para la imagen internacional de las Farc en caso de
que voluntariamente (y en un escenario favorable como
Caracas o París) hubieses entregado las pruebas de vida, se
convirtió en un duro golpe publicitario contra las Farc.
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El fin de semana pasada, los seguidores de Evo Morales en la
Asamblea Constituyente boliviana, realizaron un conjunto de
maniobras para aprobar en primera discusión, un texto de la
que sería la nueva Constitución boliviana.
La constitución de Evo Morales
incluye la reelección perpetua del Presidente. Igualmente
relativiza el derecho a la propiedad privada, al hacerlo
depender de que “ésta cumpla una función social” y de que
“no sea perjudicial al interés colectivo”.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |