La
reunión del viernes en la hacienda presidencial de
Hatogrande al norte de Bogotá, entre los presidente Hugo
Chávez y Alvaro Uribe sirvió para reoxigenar el pacto de
convivencia acordado por ambos en el año 2005.
A mediados de aquel año, y tras la casi ruptura de
relaciones provocada por la captura en Caracas del
“canciller de las Farc”, Rodrigo Granda, ambos mandatarios
acordaron abrir un compás de cooperación en la sensible área
de la seguridad, aparte de los temas energéticos y
comerciales usuales.
En los últimos meses resultó obvio el deterioro de las
relaciones y la notoria ruptura de ese modus vivendi
acordado dos años atrás. La prensa fue dando cuenta de
operaciones de inteligencia militar colombiana en territorio
venezolano y, de activismo político chavista en territorio
colombiano a manos de agentes encubiertos en cargos
diplomáticos.
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Si bien el tema predominante en el encuentro presidencial a
los efectos de la prensa fue el de la intervención de Chávez
en los procesos de negociaciones con las Farc y el ELN, el
delicado asunto de la relación bilateral en materia de
seguridad era de obligatorio tratamiento entre los
mandatarios.
No parecía casual que en la delegación venezolana se
encontrara no sólo el Ministro de Defensa, Gustavo Rangel
Briceño, sino el general Jacinto Pérez Arcay quien ha
asumido la dirección del Estado Mayor Presidencial tras la
salida del general Alberto Müller Rojas.
Pérez Arcay es usual acompañante del presidente Chávez en
sus viajes internacionales y el viernes fue objeto de
alabanza por parte de Uribe, por sus conocimientos de
historia política colombiana.
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El progresivo deterioro del apoyo de EEUU, especialmente del
Partido Demócrata, la posibilidad de crear un nuevo apoyo
internacional desde Francia con la ayuda del presidente
francés Nicolas Sarkozy y, la inocultable influencia que
Chávez ejerce sobre la izquierda colombiana fueron los
elementos que privaron en el ánimo de Uribe Vélez para
aceptar la participación de Chávez en el proceso interno
colombiano.
Uribe ha logrado neutralizar a fuertes contradictores en
momentos en los cuales el tema de la parapolítica le
comenzaba a erosionar su fuerza política. Los más acérrimos
enemigos de la línea dura (“seguridad democrática) de Uribe,
están ahora comprometidos con el gobierno en esta nueva
etapa de negociaciones con la guerrilla.
Tanto sectores de la izquierda del Partido Liberal (la
senadora Piedad Córdoba es la figura más conocida) como
sectores del Polo Democrático han quedado amarrados a la
carreta de Uribe quien de esta manera aporta una prueba de
su disposición de diálogo con los alzados en armas.
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Tras los anuncios del viernes, Caracas readquiere la
condición de lugar para diálogos de paz colombiana como ya
lo fue durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Aquella
ronda de negociación fue suspendida a raíz del alzamiento
del propio Chávez en febrero de 1992. El gobierno colombiano
y las Farc debieron mudar sus conversaciones a Tlaxcala
(México).
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Las conversaciones del gobierno de Uribe con el ELN serán
trasladadas de La Habana a Caracas, con lo cual el
padrinazgo del proceso le es transferido de Fidel Castro a
Hugo Chávez. Los cambios políticos a manos de Raúl Castro en
el gobierno cubano, pudieran ya estarse reflejando en estos
asuntos.
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Durante la rueda de prensa de Chávez y Uribe, tras su
reunión, fueron palpables las diferencias irreconciliables
entre ambos proyectos políticos. Chávez, como ya lo había
hecho a principios de su mandato (mayo 1999) en una
entrevista con la cadena Caracol Tv de Colombia, manifestó
su disposición de reunirse con Manuel Marulanda, el jefe
máximo de las Farc. Chávez se refirió a la gran experiencia
política de Marulanda, lo que provocó una inmediata reacción
de Uribe quien se refirió a los diversos intentos de
conversar con las Farc. Tras la mención positiva de Chávez
sobre Marulanda, Uribe recordó que tras su decisión de
liberar a Rodrigo Granda (a petición del gobierno de
Francia), la respuesta de las Farc había sido la muerte de
11 secuestrados. Uribe, ante las cámaras de la prensa, no
quiso dejar en el ambiente una posición blanda ante las Farc
recordando que la guerra sigue y que las negociaciones en
las cuales Chávez intervendría es para procurar la
liberación de los secuestrados, pero no para detener el
conflicto armado.
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Las Farc han anunciado su disposición a apoyar (desde el
monte) la candidatura presidencial que lance el Polo
Democrático para las elecciones del 2010. Dirigentes de ese
frente de la izquierda legal colombiana se apresuraron a
desligarse de tal apoyo.
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El viernes corrían rumores en Bogotá sobre la inclusión del
tema de la delimitación de áreas marinas y submarinas en el
Golfo de Venezuela como parte de la agenda del encuentro
Chávez-Uribe.
El tema del Golfo se sigue tratando entre las comisiones
presidenciales presididas por el venezolano Pavel Rondón y
por el colombiano Pedro Gómez Barrero. La presencia de
Rondón en Bogotá, en calidad de Embajador ante el gobierno
colombiano, habría servido para que los encuentros con Gómez
sean más frecuentes.
Se esperaba que en la reunión de Hatogrande, le fueran
presentados a los presidentes, los avances logrados para
definir hipótesis de posible solución a la pendiente
delimitación en el Golfo.
El tema está siendo tratado con la mayor discreción por
ambos gobiernos, y en el caso venezolano seguido
cuidadosamente por ojos militares.
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A manera de contraste entre la diplomacia venezolana y la
colombiana. El presidente de la parte colombiana de la
Comisión Negociadora (CONEG) encargada de definir una salida
para el diferendo por el Golfo, Pedro Gómez Barrero,
permanece en esa posición desde el año 1990. No es un
funcionario público y su designación ha sido confirmada por
los gobiernos de Barco Vargas, Gaviria Trujillo, Samper
Pizano, Pastrana Arango y Uribe Vélez. En el caso de la
comisión venezolana, su presidencia ha cambiado en cuatro
ocasiones en lo que va del mandato de Hugo Chávez.
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El exembajador de EEUU en Caracas y ahora embajador en
Colombia, William Brownsfield, llegó a Bogotá el mismo día
que Chávez visitaba a Uribe…
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Está circulando el material de apoyo para la formación de
brigadistas de la “Misión Moral y Luces” en el sector
militar. El texto y las presentaciones gráficas referidas al
tema de la “geopolítica bolivariana” hacen especial hincapié
en las relaciones con los actuales gobiernos de Ecuador y
Bolivia. Las relaciones de cooperación con estos gobiernos
se consideran como un avance sobre la fachada andina, acción
favorable para la “defensa nacional”.
Los viejos conceptos de la geopolítica alemana, que fueron,
después de la Segunda Guerra Mundial, mal vistos en
Latinoamérica especialmente por la izquierda, son ahora
revividos en materiales orientados a la formación de
brigadistas militares socialistas en Venezuela.
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La satelización de Bolivia era el tema ofrecido a los
lectores para este Informe, pero los resultados de la cita
Chávez-Uribe bien merecían un cambio del contenido. Quedo en
deuda para la próxima semana.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |