Por
siete meses, el presidente Lula da Silva dejó de transmitir
su programa de radio “Café com o Presidente”. El lunes 29 de
enero retomó las transmisiones de un programa mediante el
cual, cada quine días, el presidente brasileño conversa con
un moderador sobre un par de temas de interés en el momento.
El acatamiento a la legislación electoral y las vacaciones
decembrinas hicieron que el programa estuviera fuera del
aire, la retomada del espacio fue destinada a dos temas. El
primero de ellos fue explicar a groso modo, el contenido del
plan de inversiones públicas anunciado una semana antes por
el propio Lula, denominado Programa para el Aceleramiento
Económico, y el cual contempla erogaciones por US$ 235.000
millones en infraestructura. Lula aspira incrementar la tasa
de crecimiento del PIB brasileño mediante esta vía.
El segundo asunto tratado en el
programa radial fue el de las negociaciones comerciales
globales, resaltando la necesidad de que se abra el comercio
internacional como vía para el desarrollo de los países
pobres. “Estoy convencido de que si nosotros no hacemos un
acuerdo de comercio que permita a los países pobres tener
acceso a los mercados agrícolas de los países ricos, vamos a
seguir viviendo un siglo viendo a los países más pobres
continuar más pobres”, dijo Lula al periodista que le
acompaña como interlocutor en su programa. Ante había
afirmado que “de poco serviría que los países ricos creyeran
que van a ayudar a los países pobres con un “pouquinho” de
dinero”, prefiriendo asegurando que es mejor “que esos
países inviertan en proyectos de desarrollo en los países
más pobres”. En su intervención del lunes, Lula se refirió a
la “Ronda de Doha”, las hasta ahora infructuosas
negociaciones en el seno de la Organización Mundial de
Comercio OMC, algo que para el escucha promedio quizás
parezca un tema lejano y poco claro. Crecimiento con
inversiones públicas y libre comercio mundial fueron los
temas que Lula escogió para relanzar su programa radial.
De Porto Alegre a Davos
Al momento de grabar su programa
de radio, Lula acababa de regresar de Suiza. El presidente
brasileño asistió este año por tercera vez a Davos, en
contravía con la línea de las organizaciones izquierdistas
continentales que en repulsan al evento suizo crearon e
impulsan anualmente el llamado Foro Social Mundial FSM. El
FSM se realiza cada año en el mes de enero, en fecha
coincidente con el de Davos. Desde el 2001, cuando el FSM
nació en Porto Alegre, Lula comenzó a participar en sus
actividades siendo una de las figuras más notorias entre los
asistentes. Para entonces existía una clara simbiosis entre
el FSM y el PT, el partido de Lula. El PT controlaba la
gobernación de Rio Grande do Sul y la alcaldía de Porto
Alegre, la capital estadal. El PT era fuerte en este estado
sureño y el FSM era un evento que recibía el apoyo de la
izquierda pro cubana, y el pleno respaldo del PT.
Varias cosas han cambiando desde
entonces. El PT perdió la gobernación de Río Grande. El
presidente de Venezuela se transformó en la figura central
de los FSM, robándole aplausos y espacio a Lula. El FSM se
ha volcado a la trashumancia abandonando Porto Alegre, por
lo cual en el 2006 se celebró en Pakistan, Malí y Venezuela
y, este año en Kenia. A su vez, Lula desde el año 2003 es
presidente de Brasil y en ese rol ha dosificado su
militancia en el FSM. A pocos días de su toma de posesión en
su primer mandato, Lula asistió por primera vez al Foro de
Davos. Ahora en el 2007, otra vez Lula formó parte de los
líderes mundiales que se dan cita anualmente en el Foro
Económico Mundial de Davos.
Lula activo en Davos
La agenda oficial de Lula en
Davos la semana pasada, no se diferenciaba en mucho de la de
otros colegas. Las agencias de noticias se mostraban más
atentas por los pasos que daba el nuevo presidente mexicano,
Felipe Calderón. El viernes 26, Lula intervino en un foro en
el cual solicitó que los países ricos hicieran sacrificios
para adelantar en materia de comercio, refiriéndose a la
piedra de tranca: los productos agropecuarios y los
subsidios que los países ricos otorgan a sus agricultores.
Lo dicho por Lula hasta ese momento no se diferenciaba de su
discurso ya usual. Un poco más tarde, Lula dio una sorpresa
a los medios de prensa, anunciando que en ese momento en
Davos se estaban produciendo negociaciones entre un
importante número de gobiernos, las cuales permitirían la
inminente reanudación de la Ronda de Doha. El primer
ministro inglés Tony Blair confirmó ese día que había “un
impulso”pero se negó a confirmar el acuerdo. Terminando el
día los analistas estaban en ascuas. Se sabía que una
treintena de ministros de comercio y cancilleres del mundo
estaban reunidos en Davos, en paralelo al Foro. Se conocían
el temor de que la Ronda de Doha no pueda avanzar ya que a
partir del próximo mes de junio, el presidente George Bush
perderá sus actuales poderes especiales para negociar
acuerdos comerciales. Pero el optimismo de Lula no se
correspondía con la flemática actitud de Blair. Ambos habían
estado reunidos ese día, pero sus versiones de los hechos no
coincidían. Al día siguiente, Pascal Lamy, director general
de la OMC hizo en Davos el anuncio de la reanudación de la
“Ronda de Doha”. Lamy dijo “Doha está viva y continuará”.
Lula se había anotado varios puntos en su plan de líder
mundial. La diplomacia brasileña se metió a fondo en los
meollos para reactivar las negociaciones comerciales
globales, bajo el criterio de que se trataba de un asunto a
ser resuelto a nivel político. Ya en noviembre del 2005,
Lula había expresado a Bush la necesidad acuerdos políticos
de alto nivel para destrabar las negociaciones de la OMC.
Con Bush, quien lo visitaba en la casa campestre
presidencial en las afueras de Brasilia, Lula acordó que
ambos países trabajarían de cerca sobre este tema. Si bien
Bush no estaba presente en Davos, se mantenía en permanente
contacto con Blair, y presuntamente con Lula. El presidente
brasileño, durante el citado programa de radio del lunes
pasado, narró haber dicho a Blair que el fracaso de las
negociaciones de la Ronda Doha “ya no es un problema de los
negociadores”. “En algún momento tendremos que tener cinco
minutos entre los estadistas para nosotros tomar una
decisión”. Los cinco minutos tuvieron lugar en Davos. La
decisión se tomó allí. La imagen de Lula quedó como la de un
influyente y eficiente “estadista”, y la diplomacia
brasileña dio muestras de su publicitada alta capacidad de
acción lejos del empantanado espacio regional suramericano.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |