En
noviembre del 2004, Hugo Chávez presentó el famoso y ahora
olvidado “Nuevo Mapa Estratégico”. Contemplaba en los puntos
referentes a la proyección de la revolución en Suramérica,
el supuesto de que la alianza con Brasil, Argentina y
Uruguay (calificado como el eje bolivariano), le permitiría
enfrentar a los gobiernos andinos y del Pacífico, desde
Colombia a Chile, quienes formaban según él, un eje pro EEUU.
Los cálculos no le resultaron. Las relaciones especiales con
Brasil han decaído a la condición de normales relaciones
políticas y comerciales entre amigos. Argentina carece de la
dimensión propia de liderazgo regional. El eje bolivariano,
tal como lo anunció en el 2004 se le cayó a Chávez
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En cambio, en tierras andinas ha podido conquistar
influencia directa en dos países: Bolivia y Ecuador.
Mientras gente suya trabaja en Perú, Paraguay y Colombia
para abrirle vías a opciones políticas bolivarianas en los
próximos procesos electorales en cada uno de esos países.
La otra pieza del tablero capturada por Chávez ha sido
Nicaragua, con lo cual ha logrado hacerse de un puente de
playa en Centroamérica.
De esta forma el Eje La Habana-Caracas ha adquirido dos
gobiernos satelitales: Bolivia y Nicaragua. También arrimó
un aliado que aún no define su forma de engranarse
políticamente al activismo internacional del chavismo
(Ecuador) pero que ya disfruta de crecientes canonjías de la
chequera oficial venezolana.
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Rafael Correa, (como Chávez y Evo Morales), alegó en su
campaña electoral que necesitaba cambiar la Constitución
para poder cumplir lo prometido. Hoy hay elecciones en
Ecuador para elegir una Asamblea Constituyente la cual muy
probablemente quedará bajo control de Correa.
Debe esperarse en los próximos meses un intento de golpe de
Estado contra el actual Congreso ecuatoriano, como el
ejecutado por Chávez y Luis Miquilena en Venezuela en 1999,
pero que le resultó imposible de cometer a Morales en
Bolivia.
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La suerte del gobierno de Evo Morales se ha convertido en
dolor de cabeza en Caracas. En Bolivia Chávez se está
jugando lo que él ha calificado como la proyección
geopolítica y geoestratégica venezolana en Suramérica. No se
trata sólo de garantizar la concreción en Bolivia de un
régimen de orientación análoga al que Chávez viene
imponiendo en Venezuela, sino además garantizar que Bolivia
permanezca como una de las cartas internacionales en su
mano.
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El rápido viaje de Morales a Venezuela el pasado 8 de
septiembre tuvo como objetivo armar un plan para hacer
frente al creciente deterioro que el gobierno Morales tiene
entre los más diversos sectores de la población.
Desde el anuncio de un nuevo fondo de US$ 50 millones para
manejo de los proyectos que Morales promueva en las regiones
de su país, hasta el anuncio de un plan secreto de reacción
en defensa de Morales en caso de una acción de EEUU o de
sectores de la oposición interna. Chávez amenazó con
encender el continente creando “diez Vietnam”.
En medios diplomáticos se preguntaban sobre la lista de esos
diez países latinoamericanos que serán encendidos víctimas
de la furia de Chávez en reacción a alguna situación interna
boliviana. Y también se preguntan los analistas sobre
quiénes serían los operadores de tales órdenes en cada país.
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En acto celebrado el 05 de junio de 2006 en el palacio
presidencial de La Paz, el vicepresidente Alvaro García
Linera, acompañado del embajador cubano en Bolivia,
juramentó a 90 muchachos bolivianos, cubanos y venezolanos.
En un acto que ha sido registrado en diversos estudios sobre
el militarismo venezolano y su proyección continental, los
jóvenes juraron “Como jóvenes soldados de la Revolución
Latinoamericana, ser los primeros en enfrentar con las armas
en las manos cualquier agresión imperialista contra Bolivia,
Venezuela y Cuba; así como a cualquier otro pueblo donde
seamos convocados por el internacionalismo revolucionario”.
Cuando Chávez el 8 de septiembre en Puerto Ordaz habló de un
plan secreto, analistas militares de la región recordaron el
acto de La Paz del año 2006.
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Chávez, empeñado en compartir con su aliado el presidente
iraní Mahmud Ahmadineyad, su particular grupo de amigos
regionales (los Alba), ya en enero pasado había cuadrado una
visita de pocas horas del iraní a Managua. Esta vez no hubo
viaje a Nicaragua, pero Nueva York sirvió para que
Ahmadineyad se encontrara con Daniel Ortega quien se encargó
en su discurso ante la ONU de defender el derecho iraní a la
energía atómica.
El viaje de Ahmadineyad de enero a Latinoamérica fue
cuadrado por Chávez e incluyó la novedosa presencia de un
mandatario iraní en la toma de posesión de un presidente
ecuatoriano. Se trataba de la ascensión de Rafael Correa,
quien esta semana despreció la invitación de George W. Bush
a una cena ofrecida junto a los demás mandatarios presentes
en Nueva York con motivo de la Asamblea de la ONU. Correa
alegó malestar por la posición de EEUU ante Irán.
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De entre los carnales de Chávez, Néstor Kirchner quedó fuera
de la lista de potenciales candidatos para compartir la
hermandad con Ahmadineyad. Finalmente, el argentino visto en
la disyuntiva de mantener el apoyo judío a la candidatura
presidencial de su esposa o, mantenerse en las buenas con
Ahmadineyad el nuevo gran amigo de Chávez, decidió enfrentar
a Irán. En su discurso ante la ONU esta semana, dedicó
largos minutos a reclamar la falta de apoyo de Irán para
avanzar en el caso del atentado contra sedes judías en el
año 1994 en Buenos Aires.
Ahmadineyad, quien habló ante la ONU inmediatamente después
de Kirchner no se refirió al caso, delegándolo en un
funcionario de rango medio de su Cancillería. El portavoz de
Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Ali Hoseini, usó
palabras como “declaraciones irracionales” para referirse a
las palabras del presidente de los argentinos. También lo
acusó de “no estar al día”, y de actuar por presión “de los
sionistas”. Chávez hasta ahora ha pasado agachado en el
pleito de sus dos aliados.
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La estrategia iraní para ganar presencia política en
Latinoamérica se ha acelerado en los últimos meses. El
jueves fue el acto fundacional en ciudad de México, de un
“Movimiento Nacional de Solidaridad con el Pueblo de Irán”
formado por parlamentarios de izquierda y “grupos sociales”.
En el evento participaron los embajadores de Venezuela,
Cuba, Nicaragua y Bolivia, es decir, los miembros del Alba
de Chávez. El movimiento apoyará a Irán “ante las
conspiraciones de EEUU, Israel y sus aliados”.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |