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El color del cambio 
por Eli Bravo  
jueves, 31 enero 2008


         Estados Unidos cambia a una velocidad fascinante. Hace 40 años el odio racial incendiaba iglesias en tierras segregadas, y hoy en día Barack Obama se postula a la presidencia. Al ver de nuevo la cinta de Alan Parker, Mississippi Burning, en la que agentes del FBI develan los asesinatos de jóvenes luchadores por los derechos civiles a manos del Ku Klux Klan, resulta estimulante saber que las atrocidades pueden superarse cuando florece una nueva conciencia. En el largo viaje para vencer el racismo, una herida fundacional que llevó a EEUU a la guerra civil, la candidatura de Obama es un cambio que va mucho más allá de estas elecciones.

            En primer lugar no es la candidatura de un negro. Las raíces de este hijo de inmigrantes, con herencia musulmana, criado fuera del territorio continental y con títulos de Columbia y Harvard, abarcan la diversidad de una nación multicultural que busca crecer más allá de las divisiones partidistas, raciales e incluso nacionalistas. Con su emotiva oratoria, Obama intenta saltar las categorizaciones para ubicarse en un discurso post-estiquetas. No se identifica como negro, tampoco como una minoría: su intención es abrir una agenda donde lo importante sean los intereses y no las posiciones. Para un país que eligió en 2004 a un Bush que capitalizó la polarización, Obama propone la inclusión con un estilo sensato y moderado.

            Fueron muchos los cuerpos ahorcados, baleados y golpeados que lucharon contra la segregación. Al final triunfaron. La revolución de los derechos civiles pareciera tomar un nuevo aire con Obama, precisamente porque apunta más allá de la agenda racial y política para tomar un vuelo humanista, que si bien está hinchado de carisma, le propone a la nación revisar sus logros y fracasos con otra óptica. De cierta manera esta es una revolución sin violencia que podría abrir camino a otros liderazgos, y ojala, a otra percepción de los EEUU en la comunidad global.

            En la cinta de Alan Parker el sheriff racista Ray Stukey le pregunta al agente Anderson del FBI si le gusta el beisból, a lo que éste responde “Si, es el único momento cuando un negro puede blandir un palo ante un blanco y no iniciar una revuelta”. Aquello era en 1964. Cuarenta años después Obama está sacudiendo el tejido nacional al sugerir que es posible ver más allá de colores, palos y barreras.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 

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