Las
aguas están subiendo y no es la marea. Para finales de
siglo el nivel del mar podría ascender metro y medio y eso
dejará a millones de personas sin hogar. Las aguas también
están bajando. Los polos se derriten y los glaciares
tropicales se convierten en arroyuelos que son un desagüe.
En Antártica el deshielo creció 75% en la última década y
en Venezuela el 70% de sus hielos han desaparecido en las
últimas tres. Tenemos un planeta más caliente, ya no hay
duda científica, y lo que hagamos por detener este proceso
es una obligación con las próximas generaciones. A ellos
les tocará vivir con el agua al cuello.
El pasado
22 abril, Día Mundial de la Tierra, el nivel del debate
ambiental distaba mucho del que existía en 1970 cuando la
ONU decretó la fecha. Sin duda hemos avanzado: hoy en día
existe el diagnóstico, la tecnología y la posibilidad de
un mercado y una política verde. Además existe la urgencia
ante la amenaza a nuestras vidas.
¿Y qué
hace uno? Cambiar hábitos de consumo, tener conciencia del
impacto ambiental en todo lo que hacemos y presionar para
que la ecología no sea moda sino compromiso de acción a
todo nivel. Un cambio que no sucede de golpe, sino es una
adaptación gradual, un proceso que se inicia al momento
que dejamos de ver el ambiente que nos rodea como algo
ajeno y comenzamos a entenderlo como una extensión de lo
que somos. Los árboles como nuestros pulmones. El agua
como nuestra sangre. La tierra como nuestro cuerpo. ¿No
son los mismos elementos combinados en distinta forma y
proporción? Nuestro destino está inevitablemente ligado al
del planeta en el que vivimos. Así como no podemos atentar
contra nuestro cuerpo físico sin sufrir consecuencias, lo
mismo sucede con nuestro cuerpo ambiental.
¿En algún
momento has cambiado alguna conducta por el daño que causa
a tu salud? Quizás algo similar puedes hacer en tu vida
cotidiana por la salud del planeta. Una pequeña decisión
hoy, un nuevo hábito la semana que viene, y a la vuelta de
un año podrás estar viviendo, sin darte cuenta, una vida
más verde y en mayor armonía con este mundo, el único que
tenemos. Imagina además que millones de personas hacen lo
mismo. You might say I´m a dreamer, but I´m not the
only one.
ebravo@unionradio.com.ve