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Lustro sin lustre
por Eli Bravo  
sábado, 22 marzo 2008



            La escena en Ocean Drive era bizarra. Blancas lápidas de plástico alineadas sobre la grama simbolizando un camposanto y en cada una el nombre, rango y la edad en que falleció la víctima en Irak. El promedio no superaba los 25 años. Al leer sus nombres uno podía imaginar bombas a la orilla del camino, ráfagas de metralla, sudor en las botas y sangre coagulada sobre el uniforme. Al frente, los edificios Art Deco con sus restaurantes llenos. Al fondo, el mar de un azul fascinante. Alrededor de las lápidas, miles de jóvenes caminando en traje de baño. Comenzaba el spring break y todos en South Beach se entregaban al rito de playa, licor, música y diversión. Cualquiera ellos podría haber estado a esa hora mordiendo el polvo en Irak. Pero no les tocaba. Nadie los reclutó. A ninguno parecía interesarle el letrero que rezaba “Tráiganlos de vuelta casa”

            Se cumplen 5 años de guerra en Irak. Han muerto casi 4 mil soldados estadounidenses, más de 80 mil civiles iraquíes, se han gastado 650 millardos de dólares y el horror no termina. Irak es el fracaso mas grande de la guerra contra el terrorismo, esa absurda idea de que solo con violencia se puede vencer el odio. Lo que comenzó el 19 de marzo de 2003 con un espectacular bombardeo al bunker de Saddam Hussein es hoy en día un callejón sin salida: el final de una brutal dictadura se ha transformado en una sangrienta guerra interna que conduce a mayores incertidumbres. Hasta ahora solo ha ganado la industria armamentista, esa perversa maquinaria que convierte cada explosión en sus ganancias.

 

            También han sacado partidos los radicales, esos que como decía Pessoa no tienen conciencia de nada, porque ni siquiera tienen conciencia de que no tienen conciencia. En nombre de Dios, la democracia, la libertad, el nacionalismo y cualquier otra excusa, han inflamado las pasiones a la vez que sepultan la razón. Cinco años después del bombardeo el mundo sigue secuestrado por radicales para quienes un columna de humo negro es señal de progreso.

 

            Y lo peor de este lustro son las cosas que todavía se escuchan. Dos chicos con torso desnudo y cadenas de oro colgando de sus cuellos conversaban junto a las lápidas. “¿Cómo acabamos de una vez con esta guerra?” preguntaba uno. La respuesta de su amigo fue contundente.  “Volándole la cabeza al enemigo, como hago en mi computadora jugando Kuma War”

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 

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