A partir del primero de Junio
en Florida será legal llegar al trabajo con una pistola en
la guantera del auto. Según esta la ley basta un permiso
de porte y que el arma esté bajo llave. Las cámaras de
negocio y comercio amenazan con ir a corte para demandar
su nulidad, preocupadas del peligro que estas representan
para trabajadores y consumidores. En el país desarrollado
con la mayor tasa per cápita de muertes por armas de
fuego, casi 40 estados están revisando sus leyes
relacionadas con las armas. Las propuestas van desde
autorizar el porte en las universidades hasta la
prohibición de compra si existen antecedentes de
enfermedades mentales. El caso más sonado lo maneja la
Corte Suprema que podría levantar la prohibición a los
privados de llevar un revolver en Washington DC.
Toda la discusión gira en
torno a la segunda enmienda a la constitución, la cual
establece el derecho a una milicia regulada para
garantizar la libertad del Estado y el derecho del pueblo
a poseer y portar armas. Quienes están a favor de los
controles argumentan que la enmienda se refiere a su uso
por la colectividad. Quienes rechazan las regulaciones
consideran que el derecho individual está claramente
expresado. ¿Puede el gobierno federal o estatal limitar a
los ciudadanos el acceso y uso de las armas? El debate
puede llevar a un laberinto legal y filosófico, pero la
realidad es una: mientras más armas existan en manos de la
población, más posibilidades de muertes violentas, y en
EEUU hay armas en casi la mitad de los hogares. La afición
de los estadounidenses por estos instrumentos es un asunto
cultural.
A un año de la matanza de 32
personas en Virginia Tech todavía hay quienes insisten en
que más armas significa mayores posibilidades de
defenderse y por ende mayor seguridad. ¿Será por ello que
desde aquella mañana letal a la fecha las solicitudes de
porte se dispararon 73% en Virginia?
No hay plomo que garantice la
vida cuando es posible comprar un AK-47 en una feria de
pueblo o una ronda de municiones en una tienda por
departamento. Pero sobre todo, cuando hay un ser humano
detrás del gatillo cargando con todas sus emociones. No
puedo sentirme más seguro pensando que mi compañero de
trabajo tiene una pistola en la guantera. Los años del
lejano oeste quedaron atrás, aunque seamos gobernados por
cowboys.
ebravo@unionradio.com.ve