Hay
más bebés en los Estados Unidos y eso es una buena
noticia. En 2006 los nacimientos superaron marcas de hace
45 años llevando la tasa de fertilidad a 2.1 hijos por
mujer, según expertos, la cifra mágica para reemplazar la
población. Una cuarta parte de esos bebés nacieron en
familias hispanas, donde la tasa de fertilidad es 40%
superior al promedio nacional. Que a los hispanos nos
encanta la familia no es secreto. Lo interesante cómo esto
se engrana al debate de inmigración y cultura.
Actualmente el 13% de la población en EEUU es inmigrante,
muy cerca del 15% en los años previos a la Primera Guerra
Mundial cuando la recesión económica caldeó los ánimos y
las presiones llevaron a un cierre de fronteras. De cara a
las presidenciales aquellos nubarrones han resurgido en la
agenda electoral, sobre todo en estados como Nevada,
Carolina del Sur, Tennessee y Georgia donde la población
extranjera ha crecido en más de 45% y mientras cada año un
millón de personas cruza la frontera legalmente y
alrededor de 500 mil lo hacen sin papeles. Una marejada
que puede encontrarse con nuevos diques en momentos cuando
la economía da muestra de fatiga.
También
surge la pregunta de cuán integrados están estos padres y
sus hijos al país. El idioma es un buen indicio y según
cifras del Centro Pew el 94% de los hijos de inmigrantes
hispanos tienen un buen dominio del inglés al llegar a la
edad adulta. Los estudios demuestran que los hijos de
inmigrantes tienen mejor educación y calidad de vida que
sus padres, pero sobre todo, como indica un reciente
informe del Economist, que la inmigración es un
fenómeno que beneficia cultural y económicamente a los
países emisores y receptores.
Lo que
nos trae de vuelta a todos esos bebés hispanos. Puede que
en algunas cabezas suene bien la idea de cerrar fronteras
y someter a padres e hijos a un proceso intenso de
asimilación para que sean tan nacionales como un
descendiente de los Padres Peregrinos. Pero la verdad es
que en un mundo globalizado las presiones superan toda
barrera y es más inteligente aprovechar esa energía,
espíritu emprendedor y riqueza cultural para construir una
nación diversa y abierta. Una donde el proceso de
inmigración y legalización sea justo y rápido. Una donde
las segundas generaciones puedan balancear su herencia y
su país en una identidad híbrida y fascinante.
ebravo@unionradio.com.ve