La
velocidad del cambio poblacional en los Estados Unidos
amenaza con dejar en el andén a quienes añoran un futuro
arraigado en los ideales del pasado. Para el año 2050,
según el Centro Hispano Pew, el número de habitantes
pasará de los 296 millones registrados en 2005 a un total
438 millones, donde los blancos no hispanos serán el 47%
mientras que los hispanos llegarán a ser el 29%, pero
además, el 19% será inmigrante, es decir, uno de cada
cinco estadounidenses. Este salto será producto de 67
millones de seres humanos que cruzarán la frontera y los
50 millones de hijos y nietos que tendrán.
Ser All American pasará a
significar otra cosa.
Las cifras pueden ser
argumento para cerrar las fronteras y detener la mutación
del país. Esto sería un error, y una pérdida de tiempo.
Incluso en un escenario de bajas tasas de inmigración,
bien sea por legislaciones más restrictivas o muros más
elevados, la población hispana seguirá creciendo hasta ser
al menos el 26% y la razón es muy sencilla: hay mas gente
del lado de afuera y la tentación (o necesidad) de cruzar
la línea es muy grande.
Pero siempre hay juego en los
números. El informe asume que los nietos de inmigrantes
hispanos, la tercera generación, se identificarán como
hispanos y quizás no sea así. Si bien los indios
precolombinos no sabían de fronteras y desde la fundación
de San Agustín a mediados del siglo XVI han vivido en
estas tierras gente de herencia española, no fue sino
hasta 1980 que el término hispanic fue acuñado para
efectos del Censo. Hispano engloba muchas cosas,
fundamentalmente un origen en España o América Latina, y
una tradición cultural. ¿Entenderemos lo hispano en el
2050 de la misma forma que ahora? Muy probablemente no.
La dinámica global y el
refinamiento de medios de comunicación y transporte harán
que esta marejada humana, diversa y rica en cultura, siga
definiendo su identidad como grupo, y a la vez, defina al
mismo país. En un proceso múltiple de asimilación,
adaptación y fecundación, Estados Unidos irá mutando de la
misma manera que lo ha hecho en el pasado: definiéndose
como nación en la medida que cambia su gente.
En la medida que esta riqueza
pueda ser gerenciada en función del progreso y la justicia
el país evolucionará. En caso contrario intentará huir a
contracorriente de un fenómeno que es mucho más fuerte que
todo discurso político, prejuicio étnico o sueño de
pureza.
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