Al
gobierno venezolano se le perdió la verdad. Obsesionado
con ser su único dueño, llegó el momento cuando ya no
logra hilvanarla, no convence, ni siquiera es capaz de
crear dudas. De tanto manejarla a conveniencia, de hacer
propaganda con verdades a medias, de convertir la justicia
en un ministerio de intereses públicos, al gobierno
venezolano se le está revelando un nuevo problema: ya no
logra descubrir ni siquiera sus propias mentiras.
Cuando falta transparencia las
sombras crecen como hongos. Esta semana el otrora testigo
estrella en el asesinato del fiscal Danilo Anderson dijo
que toda la investigación fue un montaje, así que a cuatro
años del atentado es imposible saber quién ordenó matar al
fiscal. Y de nuevo se duda de los autores materiales. Y
otra vez aparece el fantasma de la multimillonaria red de
extorsión liderada por Anderson, y quién sabe, por otros
funcionarios del alto gobierno. El resultado: la impresión
de que el Ministerio Público y el de Justicia trabajan en
“encubrir” y no en “descubrir”. A veces un prefijo hace
toda la diferencia. El mártir de la revolución, el
encomiable fiscal Anderson, está enterrado bajo los
escombros del mismo gobierno que lo convirtió en un
cadáver propagandístico.
Y la semana cierra con otra
deuda judicial. A seis años de los sucesos del 11 Abril no
existe una investigación a fondo ni una comisión de la
verdad. Eso si, se lanzó un costoso despliegue oficialista
para ensalzar al presidente y la movilización popular que
lo reinstauró en el poder. A estas alturas los policías
metropolitanos acusados por las muertes de ese día esperan
sentencia. El juicio más largo en la historia venezolana
no avanza un ápice porque jueces y fiscales no reúnen
pruebas, mientras que los otros ciudadanos señalados de
disparar a las masas, los pistoleros de Puente Llaguno,
fueron exculpados en un juicio expreso y elevados a la
rango de héroes. Los muertos de ese día quedaron en el
recuerdo de sus deudos, tragados por la maquinaria de
promoción chavista.
Jugar con la verdad es jugar
con fuego. Cada vez más al gobierno venezolano le cuesta
convencer a empresarios, diplomáticos, periodistas,
intelectuales y votantes de que está diciendo la verdad.
Es un círculo engañoso. Un anillo donde se va perdiendo la
confianza, incluso, entre los propios camaradas.
ebravo@unionradio.com.ve