El
próximo gran conflicto global está en movimiento. En el
radar de la geopolítica, Irán es una luz roja que podría
estallar en una guerra incierta y peligrosa. Con el débil
gobierno iraquí ganando confianza en sus capacidades y
pidiendo un cronograma de retiro de las tropas
estadounidenses, Afganistán convertido de nuevo en un
frente de batalla y Pakistán fungiendo de refugio para
islamistas radicales, la reciente prueba misilística iraní
y los ejercicios militares israelíes son leña para un
fuego que hace rato dejó de ser lento: esas bombas están
haciendo tic-tac.
La avanzada de sanciones por
los EEUU y la Unión Europea es la primera fase de un caso
que gana fuerza contra el programa nuclear de Teherán. En
este ajedrez los actores toman partido y algunos
protagonistas como Rusia y China comienzan a matizar sus
posiciones. Todavía no existe un acuerdo global de cómo
lidiar con este conflicto y posiblemente jamás existirá,
pero la seriedad del asunto esta impulsando las pasiones
hacia un solución que puede llevar a que alguien pulse el
botón equivocado. Ya en el Congreso de los EEUU el
discurso esta en ebullición y el próximo presidente
heredará una papa caliente que Obama o Mc.Cain se comerán
de maneras muy diferentes.
El precio del crudo es el
combustible para estos trenes en rumbo de colisión. Una
interrupción en el estrecho de Ormuz es una amenaza real y
los EEUU sienten pánico ante un recorte de suministro. En
medio de esta coreografía el nombre de Venezuela adquiere
peso: el crudo venezolano se hace vital en tiempos cuando
el país no es un proveedor seguro para Washington. Da
escalofríos escuchar al Departamento de Estado listando a
Venezuela junto a Bielorrusia y Cuba como los grandes
aliados de Irán.
¿Viene una guerra? ¿Se abrirá
un diálogo entre Washington y Teherán? El congresista Ron
Paul, un peculiar republicano que no sigue la línea
partidista, declaraba que buscar una guerra con Irán por
lo que podrían hacer con su uranio enriquecido es un
camino tan equivocado como lo fue invadir Irak. Pero creer
que la industria nuclear iraní tiene fines pacíficos
requiere un ejercicio de ingenuidad y el gobierno de
Ahmadinejad no inspira mucha confianza cuando habla de
borrar del mapa a Israel. Sobre todo cuando en su barrio
todos los vecinos tienen un arsenal nuclear.
Estos son los tiempos cuando
la diplomacia puede servir para algo. O servir la mesa
para otra aventura militar. Y este planeta no necesita más
explosiones.
ebravo@unionradio.com.ve