The United States of America
está cambiando su forma de hablar. Especialmente de abajo
hacia arriba. Cada vez hay más niños que sienten el
español como algo tan natural como la mantequilla de maní.
O quizás debería decir como la mermelada que la acompaña,
a fin de cuentas, y en esto me falla la objetividad, el
inglés puede ser proteico y sustancioso, pero el español
es una lengua dulce y refrescante. Atrás quedaron los
tiempos cuando Terminator balbuceaba hasta la vista, baby.
Hoy en día el país bilingüe crece ante los ojos, y oídos,
de una nueva generación.
Los medios de comunicación han
favorecido mucho este mestizaje. Desde Dora la Exploradora
y su ¡Come on, vámonos! hasta el cantante Dan Zane
mascullando la salsa El Pescador en su nuevo disco ¡Nueva
York!, el acceso que los chicos le tienen al español es
cada vez mayor. Es un proceso indetenible, sobre todo si
consideramos que buena parte de las niñeras en este país
son hispanas y así con el tetero van también las primeras
palabras. Para los niños que nacen en Estados Unidos el
español no será su lengua materna, pero tampoco será una
lengua extranjera.
La hispanización de la
sociedad norteamericana es un fascinante experimento de
integración. Un fenómeno que ocurre gracias al dinamismo,
la apertura y la tolerancia que va ganando terreno en este
país que funciona como laboratorio de las libertades
individuales y de las minorías. A pesar de la resistencia
al cambio y un nacionalismo disfrazado de patriotismo,
poco a poco los Estados Unidos está reconociendo y
aceptando su diversidad para convertirla en un caudal de
riqueza cultural. El hecho de que esté creciendo una
generación capaz de dominar más de un idioma es un avance
importante. No es asunto de invasión, sino de expansión. Y
de adaptarse a las realidades.
Hace rato que el español salió
de los ghettos urbanos para convertirse en tributario del
mainstream. Ya no es exótico sino simbiótico. No se queda
en la clase trabajadora sino que se abre camino en la
elite. Y como onda expansiva que narra una explosión
poblacional, el español va echando raíces en el futuro y
para muestra las cifras del censo : cada día nacen más
niños hispanos que anglosajones. Para ellos un par de
lenguas será parte de su herencia.
Por último, inútil decirlo,
cuando dos lenguas comparten espacio ocurren cosas
maravillosas.
ebravo@unionradio.com.ve