El
dragón esta comprobando que el mundo no se compra con una
sola cara de la moneda. El milagro económico chino ha sido
una historia fabulosa que por instantes ha logrado
eclipsar las sombras de un país que cambia a ritmo
vertiginoso, pero a la vez, que pretende mantener una
muralla alrededor de sus asuntos más sensibles y urgentes.
En sus aspiraciones de convertirse en superpotencia, China
está obligada a responder por sus acciones, no solo hacia
la comunidad internacional, sino también hacia sus
ciudadanos. Una dinámica que abriría un devenir más
democrático.
Las
reacciones mundiales ante la represión china en Tíbet
están obligando al gobierno a manejar la crisis con mayor
cuidado. Si bien hay la sensación en China de que la
comunidad internacional, y especialmente los medios, están
tergiversando los hechos para someter al país a una
humillación durante los Juegos Olímpicos, también es
cierto que la relevancia global que ha adquirido el tema
es una presión para que Pekín actué dentro de la legalidad
y el respeto a los Derechos Humanos. Esta presión puede
exacerbar la retórica nacionalista en China, como escribe
esta semana Nicholas D. Kristoff en el New York Times,
pero si el Dragón es capaz de negociar lograría resolver
la crisis, mejorar su imagen internacional y rectificar 50
años de políticas catastróficas en Tíbet.
El
llamado a boicotear los juegos se está convirtiendo en la
estrategia favorita para castigar a China por su
autoritarismo. Esta puede ser la vía equivocada. Abonar el
terreno para el diálogo y el entendimiento entre chinos y
tibetanos resultaría más efectivo. Esta semana el Dalai
Lama publicó una carta abierta al pueblo chino donde
insiste en que no apoya un boicot, en que desea negociar y
que no está buscando independencia sino autonomía y
respeto a la cultura e identidad tibetana. Es su vía
media para resolver un conflicto que solo empeorará si
se radicaliza. Por eso el Dalai Lama busca una verdadera
relación y señala en su carta que China es una gran
potencia y eso debemos recibirlo con beneplácito. Pero
también necesita ganarse el respeto mediante el
establecimiento de una sociedad abierta y armoniosa en
base a la transparencia, la libertad y la ley.
China no
puede actuar como si nadie estuviese observando. En el
mundo globalizado todos los gobiernos, de una u otra
manera, deben rendir cuentas por sus errores.
ebravo@unionradio.com.ve