Los
periodistas acreditados en Beijing para cubrir los juegos
olímpicos no tendrán que viajar las 50 millas que median
entre la capital china y Badaling para ver de primera mano
la Gran Muralla. Bastará con abrir su navegador y teclear
Tiananmen para chocar contra una barrera muy real. A pesar
de existir un compromiso entre el Comité Olímpico
Internacional y el gobierno chino para garantizar a la
prensa el libre acceso a la información, Sun Weide, vocero
del comité chino ratificó que existirán limitaciones
acordes con las leyes de su país. Eso significa que
tópicos como Tibet, Falung Gong y Tiananmen están del otro
lado de la pared. El COI dijo sentirse sorprendido, pero
no condenó la acción.
La presión hacia China para
que cumpla con las normas internacionales de Derechos
Humanos debe ser una de las vedettes de estos juegos. Los
corresponsales occidentales han reportado que a la par de
medidas para mejorar la calidad del aire y el transporte,
la policía china ha reforzado su campaña contra disidentes
y activistas que demandan apertura, democracia y respeto a
los DDHH. La tensión entre un país acostumbrado a
controlar la vida pública y la presencia de miles de
periodistas acostumbrados a un sistema de libertades no se
resolverá fácilmente. Puede que esta sea una gesta
deportiva, pero la prensa no debe conformarse con informar
solamente los resultados. Estos son unos juegos donde la
gran historia está más allá del gimnasio.
La Oficina de Seguridad
Pública de China ha insistido en que no permitirá que los
juego se conviertan en una plataforma de activismo contra
el gobierno. Por ello los correos electrónicos, teléfonos
celulares, conexiones a internet e incluso los mismos
monitores que usen los visitantes estarán sujetos a
control.
La cobertura periodística de
estos juegos debe hacerse con una visión panorámica: desde
los records de altura a los de contaminación, desde los
tiempos en la piscina hasta los meses que llevan
disidentes encerrados en las cárceles, del marcador en la
pizarra hasta las vallas publicitarias que relatan la
riqueza económica en una sociedad controlada por el
Partido Comunista, la prensa y el público deben mirar
Beijing 2008 más allá de las paredes que China desea
imponer.
Hay una gran historia más allá
de la muralla y el wonton.
ebravo@unionradio.com.ve