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Copa rota
por Eli Bravo  
sábado, 29 septiembre 2007



Hace un par de días una buena amiga se acercó a una jefatura civil de Caracas a fin de hacer los arreglos para su matrimonio. En vista de que la ceremonia estaba planeada en las afueras de la ciudad, y a sabiendas de que el Código establece que basta con cancelar gastos de traslado y viáticos, cándidamente indagó en los requisitos del jefe civil para desplazarse. La secretaria le aclaró que en esos casos era necesaria una colaboración y acto seguido le mostró el presupuesto de una lujosa copa emitida por una tienda de regalos. “Vaya, compre la copa y nos la trae, con eso basta para que el jefe los case”

 

Corruptos hay en todas partes, pero en Venezuela parecieran multiplicarse. El más reciente informe de Transparencia Internacional señala que tras bajar 21 puestos, el país ocupa la posición 162 entre las 180 naciones más corruptas del planeta. El asunto no es nuevo, la cultura de la corrupción está muy establecida en Venezuela, y tampoco causa sorpresa: la opacidad alrededor de las instituciones públicas aumenta a paso de vencedores. El acceso a la información y cuentas del estado resulta cada vez más limitado, y en una economía inundada de petro-bolívares abundan las oportunidades de hacer negocios al margen de la ley. Es un festín del que todos se benefician, especialmente, quienes están cerca del poder.

 

“Pese a algunos logros a nivel mundial, la corrupción sigue implicando un enorme escape de recursos vitales para la educación, salud e infraestructura”, manifestó Huguette Labelle, Presidenta de Transparencia Internacional. Es innegable que de los millardos de bolívares destinados a planes sociales que diariamente salen de las arcas públicas, un buen porcentaje termina sirviendo para socializar en restaurantes o abultar las cuentas en el exterior. El mismo Hugo Chávez lo ha reconocido: la corrupción es la peor enemiga de la revolución.

 

Ante informes como este la reacción gubernamental es inmediata. Como reflejo condicionado se desprestigian los resultados y se mantiene la política de vista gorda y flacas políticas de transparencia. En el fondo, hay demasiada gente llenando su copa con las mieles del petróleo y estos son tiempos de romper la piñata. Como le dijo otro jefe civil a mi amiga: esta es mi tarifa, y si yo ahora no agarro mi parte, viene alguien más y me la quita.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 

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