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Padre nuestro 
por Eli Bravo  
viernes, 25 agosto 2007


          Hice el ensayo con distintas entonaciones, incluso vestí una franela roja para meterme en el personaje. Firme ante el espejo repetí varias veces “debemos apoyar a nuestro máximo líder, el presidente Hugo Rafael Chávez Frías”. Las palabras me salieron huecas, sin vida. Imposible actuar el papel. Lo más difícil fue decir lo del máximo líder. Se me atragantaban las vocales, me irritaban los acentos. Pero sobre todo, la expresión me sonaba terriblemente infantil.

En entrevista con el periodista Casto Ocando para Quinto Día en 1998, el filósofo español Fernando Savater comentaba que cuando hay poca educación política los ciudadanos se infantilizan; y la figura infantil por excelencia es el papá capaz de resolver las cosas, salvarnos y matar al dragón para entregarnos la princesa. Según Savater, cuanto más ineducadas estén las personas, más tienden a creer en soluciones infantiles, y el mesianismo es un infantilismo.

 

¡Atájala ahí Eli Bravo!, dirá el revolucionario capaz de soportar mi petulancia al usar el término infantil, pero que vibra de emoción con la democracia participativa en el socialismo del siglo XXI y no se traga el cuento de que el pueblo sigue alejado del poder y el sistema. Si en algo ha invertido la revolución es en educación y en despertar conciencia política, me dirá el camarada. ¡Con Chávez manda el pueblo, porque el pueblo despertó!

 

Luego de ver los discursos en la Asamblea Nacional y en los foros comunales me queda claro que la inmensa inversión en propaganda está dando sus frutos. El debate de la Reforma Constitucional esta embalado en ese voluntarismo revolucionario que anula al individuo en función del colectivo: nadie parece dispuesto a opinar en sentido contrario, porque como sucede entre los niños, la presión del grupo supera el sentido de individualidad. No aparecen los adolescentes rebeldes necesitados de aniquilar al padre para crearse su propia persona. En el razonamiento revolucionario, socialista y comunal, el peso de Chávez es tan grande que le impide a sus seguidores ponerse los pantalones largos. La educación política de estos años ha sido una cartilla ideológica y maniquea que no enseña, sino adoctrina. A veces por convicción, otras por conveniencia.

 

Por ello la Reforma irá como la pidió el presidente, con el apoyo de un pueblo que tras nueve años de propaganda responderá bien a su padre y máximo líder. En Venezuela más que un debate lo que se está dando es un dictado. Directo a la conciencia, que atrapada en su laberinto infantil, no es capaz de ver el máximo juego de ilusionismo a la que es sometida.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 

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