La
guerra de Irak se perdió en Estados Unidos. La última
encuesta de CNN indica que apenas el 30% de la población
estadounidense apoya la guerra y entre los republicanos el
38% está en desacuerdo. El 63% piensa que es momento de
retirarse, opinión que comparte el 42% de los
republicanos. Y mientras el plan de incremento de tropas
que lanzó la Casa Blanca está en pleno apogeo, a senadores
y representantes en Capitol Hill les incomoda la idea de
esperar hasta septiembre para evaluar los resultados de
algo evidente: Irak es un desastre donde la violencia
sectaria hunde todos los esfuerzos y con un año electoral
por delante los políticos quieren minimizar las bajas.
Sobre todo las de votos.
La guerra de Irak también se
perdió en Irak porque los iraquíes se han convertido en
sus peores enemigos. El conflicto entre chiítas y sunitas
es una bomba que ya nadie sabe cómo desactivar.
A pesar de los 19 de billones
de dólares invertidos en entrenar a los casi 350 mil
efectivos de seguridad iraquíes estos todavía no están
listos para asumir el control y algunos de ellos están
involucrados en los ataques sectarios. El ambiente está
tan enrarecido que el ministro sunita de Cultura tiene
orden de arresto por planear el asesinato de otro líder
sunita, mientras que su partido amenaza con revelar los
nombres de altos funcionarios de gobierno responsables de
la violencia. La fragmentación de Irak parece inevitable y
el país que se inventaron los ingleses terminará siendo
historia: al norte los Kurdos sueñan con algo más que
autonomía, promocionando Kurdistán como “el otro Irak” y
seduciendo a inversores con campañas que pintan un futuro
lejos del resto de la nación, pero eso si, con el petróleo
que esperan obtener de la región de Kirkuk vía referéndum,
si es que sunitas y chiítas lo permiten. En Mayo dos
camiones bombas en la capital Erbil recordaron a los
kurdos que nadie escapa a la espiral de violencia.
La absurda guerra lanzada
desde Washington ha dejado una región mucho más vulnerable
donde todos han perdido y los radicales sacan provecho.
Ante unas elecciones presidenciales donde Irak será plomo
en el ala, Estados Unidos planea la mejor forma de
convertir la derrota en capital político. Asunto difícil
cuando hay más de 3500 soldados estadounidenses y más de
65 mil civiles iraquíes muertos.
ebravo@unionradio.com.ve