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Pilas en Caracas 
por Eli Bravo  
jueves, 26 abril 2007


En Caracas se vive de fortuna. En todas las ciudades las causas y azares se enredan para sorprender al incauto en cada esquina, pero en esta, los chances de ser atrapado en una situación letal son más altos: un giro a la derecha, un semáforo en rojo, una sombra veloz, y de pronto el salto al vacío. Estar vivos es una casualidad, dice Alberto Barrera en su novela “La Enfermedad” y estar vivo en Caracas es una apuesta diaria a que la casualidad juegue a favor y se empate con la buena fortuna para que el plomo no se cruce en el camino. En Caracas acostumbrarse al riesgo es un proceso de adaptación que poco a poco adormece el asombro. Y a veces, también, aletarga la sensibilidad.

Si te roban, das gracias por salir con vida. Te quitan el celular, se llevan el auto, te secuestran por unas horas para desvalijar la casa o saquear la cuenta corriente y lo que importa es vivir para contarlo. La pérdida material es un trámite, una consecuencia de haber salido de casa el día que te tocaba ser parte de la estadística. “Es verdad que hay números rojos” me dice un amigo “por eso tienes que estar pilas”. El día anterior había trabajado con una productora a quien le metieron un disparo en el brazo en una avenida transitada a pleno mediodía apenas salía de un banco. “Me salvé porque vi al atracador por el rabillo del ojo y di un brinco. De no haber estado pilas la bala me entraba en el pecho”. El asaltante jamás medió palabra. Disparó y se llevó el dinero ante la mirada resignada del público. Estar vivo por fortuna, por pilas, por una frágil casualidad.

En Caracas matan a 60 personas durante un fin de semana largo y hay quien se alivia porque “hace años eran 100 en un fin de semana cualquiera”. Como un telón de fondo, la inseguridad es tema de sobremesa y se hace motivo de sobresalto cuando el muerto tiene nombre y apellido conocido. Esta vez fue un actor querido por todos, un hombre que había dedicado parte de su vida a obras sociales en la misma comunidad donde recibió unas puñaladas. Esta semana la conmoción, la que viene, la anécdota. En Caracas hay que estar pilas, es cierto, pero eso no es suficiente. Hace falta que también el ángel de la guarda tenga las pilas puestas.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 

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