El
año pasado más de 60 millardos de dólares llegaron a
América Latina y el Caribe con olor a sudor de
inmigrantes, y según el Banco Interamericano de Desarollo,
en tres años más se espera que esta cifra llegue a los 100
millardos. Gota a gota el río de las remesas se ha
convertido en un torrente que mantiene a flote familias
enteras. Un tercio de ese dinero llegó a México en envíos
de $300 promedio, generalmente desde Estados Unidos, el
país que con $ 45 millardos encabeza la lista de los
emisores de remesas y al cual le siguen Arabia Saudita,
Suiza, Alemania y España. De la madre patria salieron el
año pasado $ 8 millardos, un 35.4% más que en 2005.
Si algo se ha globalizado en
estos tiempos es la migración y el dinero. Las mareas
humanas que fluyen hacia las economías desarrolladas lo
hacen para enviar a sus países de origen el dinero que
allá no encuentran sus familiares, generando un mercado
que cada vez es más eficiente: el costo de enviar ese
dinero ha bajado del 15% ha principios de siglo, hasta 5%
o menos actualmente. El sector privado está haciendo todo
lo posible por captar ese río dorado y convertirlo en un
activo útil, así que los ingresos por remesas se pueden
usar como referencias para solicitudes de créditos y
muchas inmobiliarias están seduciendo a los trabajadores
inmigrantes con atractivos planes de inversión en sus
países. Todos vuelven, como dice la canción, y cada vez
más los inmigrantes planifican su vida en función de
ahorrar para vivir el retiro en su tierra natal. Mientras
tanto, el resto de la familia comparte las bondades de un
salario en moneda dura. Para aliviar la pobreza, nada
mejor que un hijo en el norte.
No importan los muros y las
redadas, los inmigrantes seguirán cruzando fronteras. Por
ello organizaciones como el BID buscan la forma de
normalizar estos flujos de gente y dinero para que se
conviertan en factor de crecimiento y generen más riqueza.
Las remesas son una realidad de las asimetrías económicas
del mundo, pero encauzadas y bien administradas pueden ser
más que una bendición para las familias. Hoy en día el
volumen de las remesas a la región supera los montos de la
inversión extranjera directa y la ayuda oficial al
desarrollo, todo eso gota a gota, de sudor y esperanzas,
un individuo a la vez. Tienen razón quienes ven en las
remesas el rostro humano de la globalización.
ebravo@unionradio.com.ve