Que
estamos rodeados de basura, basta mirar alrededor para
comprobarlo. Al igual que la población, la basura se está
multiplicando: según un reporte de la revista The
Economist, desde 1960 en Estados Unidos la cantidad de
desechos se ha triplicado hasta alcanzar las 245 millones
de toneladas en 2005. En Europa occidental el volumen se
ha incrementado en 23% entre 1995 y 2003 para un promedio
de 577 kilos anuales por habitante. Desde bolsas plásticas
hasta baterías de computadores, pasando por diarios y
vehículos, los humanos somos unas incansables máquinas
productoras de basura.
Reciclar los desechos es una
tendencia cada vez más fuerte. Un estudio del Programa de
Acción para los Desechos y Recursos de Inglaterra encontró
que en el 83% de los escenarios donde se reciclaba la
basura el resultado era mejor para el ambiente. Además, es
una manera de economizar recursos minerales y vegetales.
Algunas naciones han hecho de sus desechos un negocio
razonable (aunque por lo general el costo de reciclar es
superior al de simplemente botarla) y China se está
convirtiendo en un fuerte comprador de desperdicios que
luego transforma en mercancía de exportación: productos de
moda, basura son y en basura se convertirán.
Otras tendencias son la
creación de bienes que puedan ser usados, desarmados y
rehusados en múltiples ocasiones, así como la confección
de empaques sustentables que han adoptado cadenas como
Target, Starbucks y Wal-Mart. A nivel mundial Toyota está
trabajando en búsqueda de materiales “cero emisión” que no
aumenten los niveles de CO2 en la atmósfera al ser
procesados y Apple se ha comprometido a eliminar las
sustancias tóxicas de sus productos.
Todo este periplo para ofrecer
el prometido balance de los pañales ecológicos Baby G que
compré para Andrea. Como muchas cosas verdes, los
resultados fueron mixtos: funcionan bien pero no absorben
tanto como los desechables, así que con más frecuencia de
la que quisiéramos hay que terminar lavando pañales.
Acostumbrados a los desechables, los Baby G dan algo más
de trabajo, requieren ser cambiados más a menudo y son
propensos a los accidentes. La evaluación: seguiremos
usándolos, alternando con los desechables según las
condiciones. Así al menos cuatro pañales diarios no
terminarán en el basurero y llegará el momento cuando
tengamos un producto que combine lo mejor de ambos mundos.
Mientras tanto, haremos lo posible por conservar este y
nuestra comodidad.
ebravo@unionradio.com.ve