La
imagen de García Márquez me obsesionó desde la primera
lectura: Bolívar golpea la mesa y reclama a unos franceses
sus comparaciones entre las repúblicas recién
independizadas y el sistema europeo de la época. “No
traten de que seamos iguales a ustedes” dice el general en
su laberinto “No pretendan que hagamos bien en veinte años
lo que ustedes han hecho mal en dos mil. Por favor,
déjennos hacer tranquilos nuestra Edad Media”.
Debe ser esto último lo que me
incomoda del socialismo del siglo XXI: la convicción de
que el camino es avanzar hacia atrás para alcanzar un
futuro que se nos escapó en un pasado glorioso. O algo
parecido.
Cosas de la vida, esta semana
me enteré que la inflación anual de Zimbabwe casi llegó a
1600% y es la más alta del mundo. Su presidente, Robert
Mugabe, en 2004 recibió la réplica de la espada de Bolívar
en manos de Hugo Chávez quien lo considera un ejemplo de
las luchas anti-imperiales. En el poder desde 1980, hace 2
meses dijo que no toleraría protestas contra sus planes de
seguir en el cargo hasta 2010. La oposición negocia que
sea hasta 2008. Este 21 de febrero Mugabe cumple 81 años y
una organización juvenil está realizando una colecta
nacional para cubrir los gastos de la celebración.
¡Pero qué desvarío el mío,
Venezuela no es Zimbabwe y no solo por el petróleo! Eso
si, tiene la inflación más alta de América Latina a pesar
de una economía de precios controlados y la reforma
constitucional puede traer reelección indefinida.
Superada la divagación, vuelvo
al punto inicial: esa sensación de Edad Media que me azota
cuando leo las noticias. Hace años una amiga me
diagnosticó con el síndrome del destiempo. “Tú problema es
que te ubicas en el discurso de la modernidad, por eso no
entiendes el proceso revolucionario”. Tenía razón. No
entiendo Zimbabwe y cada vez me cuesta más entender
Venezuela.
De repente mi problema es pura
ilusión óptica, considerando que el movimiento es asunto
relativo a la ubicación del observador, así que el país
podría estar avanzando en la historia y yo estoy
intelectualmente incapacitado para verlo.
O quizás, como la Edad Media
duró unos mil años, este es solo otro ensayo y todavía nos
queda tiempo que perder. De ser así, espero que cuando
toque desmontar la revolución podamos incluir a Venezuela
en la agenda contemporánea. Y esta vez a Bolívar lo
dejamos en el Panteón.
ebravo@unionradio.com.ve