Protestar
contra Bush en América Latina es fácil. Pocos presidentes
tan impopulares y pocas aventuras tan desafortunadas como
su guerra en Irak. Renegar del capitalismo es algo más
complicado, pero en el furor alter mundialista que
enciende al continente cuesta poco trabajo caricaturizar
al dólar como un arma cuya consigna es la explotación.
Ahora, prometer un mundo fuera de la órbita estadounidense
resulta ya un ejercicio de ficción. A fin de cuentas, la
mayor economía del planeta no es solo vecina de la región:
EEUU es mucho más que la Casa Blanca y en un mundo
globalizado los intereses no se casan con la ideología
hasta que la muerte los separe. Ciertamente buena parte
del mundo desapruebe la política exterior de EEUU, pero
eso no significa que le den la espalda. Hasta sus críticos
más acérrimos saben que el éxito de sus naciones es más
viable si manejan inteligentemente las relaciones con la
maquinaria comercial estadounidense.
Hacer política para las gradas
pasa por la retórica. Pero hacer política a favor del
interés nacional debe pasar por cierto pragmatismo. Lula
lo sabe, Tabaré Vázquez lo sabe, y aunque lo niegue, Hugo
Chávez lo sabe y por ello mantiene el intercambio de
petróleo por dólares: una cosa es ser revolucionario y
otra suicida. También lo saben los chinos, indios e
incluso los rusos. Ser firme en las relaciones, exigiendo
justicia, es algo muy distinto a ser incendiario e
irrespetuoso.
En el mundo globalizado las
diferencias existen para ser negociadas y sacarles
provecho. Pero eso requiere capacidad de negociación, y
quemar puentes, sobre todo con un jugador del peso de EEUU,
es una estrategia ideal para perder oportunidades.
Durante estos días de
protestas anti-Bush, los manifestantes deberían pensar no
solo en su repulsión hacia el mandatario, sino también en
el error de confundir a un gobernante con el país. Hacer
de Bush una caricatura imperial puede resultar divertido,
pero la política y la economía son más complejas de lo que
parecen. En la batalla de las pasiones y las influencias
en América Latina puede ser que Bush haya perdido varias
manos, pero las cartas de Estados Unidos estarán sobre la
mesa por muchos años más, aunque ya no sea la banca.
ebravo@unionradio.com.ve