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Billete alante 
por Eli Bravo  
viernes, 6 julio 2007


Para ganar la presidencia de los Estados Unidos hace falta dinero y un buen candidato. En ese orden. Si resulta además un excelente político hablamos de la triple corona. Pero como la historia demuestra, no siempre dinero y voto acompañan al más capaz para ocupar la Casa Blanca. Ser simpático y desayunar pancakes en Iowa tiene su arte, que no es necesariamente el de buen gobernante.

El cierre del segundo trimestre de precampaña pone en relieve el peso del efectivo. Que los Demócratas tripliquen en fondos a los Republicanos demuestra que los estadounidenses apuestan a ganador y pasan factura por la guerra en Irak en una elección donde el presidente Bush también irá a las urnas.

Sobre la cresta de la ola surfea Barak Obama gracias a cibernautas que gotean sus contribuciones por Internet, posicionándolo varios millones de dólares por delante de la llave de los Clinton a pesar de que Hillary puntea en las encuestas y muestra más sus dientes. Carismático y mesurado, el senador de Illinois tiene una corta carrera política que es su fortaleza y su handicap.

En la otra acera luce bien financiado Rudolph Giuliani, quien no es santo de la devoción de la base conservadora republicana pero tiene una portada de Time como hombre del año. Mitt Romney, alineado con los valores conservadores aunque dice creer en la teoría de la evolución, tiene los mejores números en el banco tras desembolsillar más de seis millones de dólares para enderezar las cuentas. John Mc. Cain se está quedando sin gasolina y tuvo que recortar su staff, así que por lo visto deberá conformarse con ver la Casa Blanca desde el Capitol Hill.

El millonario alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, recién estrenado como independiente tras abandonar las filas republicanas, tiene la alcancía y el músculo para lanzarse por el tercer carril, aunque por los momentos asegura que no está en la carrera. Si se abre una rendija, es posible que lo veamos en el tarjetón.

Para gobernar el país más rico del mundo hace falta algo más que un discurso de buenas intenciones. Son necesarios los millones que alimentan estas sofisticadas campañas orientadas a una masa electoral cada vez más escéptica. Junto a los cheques más gordos suele aparecer el memo: ayúdame, que yo te ayudé.

¿Qué vale más, un voto o un dólar? En este país, como dice el comercial, lo que importa es el cash.


ebravo@unionradio.com.ve 

 
 

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