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Estúpida economía 
por Eli Bravo  
jueves, 1 marzo 2007



Los espasmos y neurosis de la economía son males que muchos sufrimos pero pocos entienden. Asunto complejo, la ciencia económica a veces pareciera estar controlada por el horóscopo, el azar, las teorías Nobel, o todas las anteriores. Seguro ha escuchado el viejo chiste: un economista es alguien que dedica la mitad de su tiempo anunciando lo que va a pasar y la otra mitad explicando porque no pasó. De lo macro a lo doméstico, algo es seguro: una cosa es el presupuesto y otra el balance final. Si las cosas van bien los números salen azules. Pero basta un traspié para que todo vire a rojo.

La política y la economía son un concubinato delicado. A la primera se le puede mantener con promesas, mientras que la segunda reclama realidades contantes y sonantes. Puede ser que la economía se alimente de expectativas, pero al final separa el debe y el haber, así que no tolera la falta de queso en la tostada. Resulta posible manejar la política como un acto de encantamiento de serpientes, pero en cambio la economía requiere de una magia especial. Hay que saber los trucos y seguir ciertas reglas para no cortar en dos al voluntario del público.

Anaqueles vacíos, plantas automotrices temporalmente cerradas, repunte del desempleo, controles fuera de control e inflación rampante no es precisamente un panorama alentador para Venezuela. Inútil decirlo, a la revolución bolivariana le tocó su contacto con la realidad: una cosa es imponer y otra es aceptar las realidades del mercado y negociar. Con la política hay un margen para la imprecisión que la economía no perdona, y como ha sucedido en el pasado, los números terminan siendo el peor enemigo del gobernante.

En estos días, la estúpida economía se ha encargado de torpedear los planes de la administración Chávez con obstinación y saña. Para el presidente es una conspiración, y quizás tenga razón: la economía siempre conspira contra quienes pretenden someterla. Porque una cosa es repartir la abundancia y otra administrar la crisis. Duele aprenderlo, pero además de neurótica, cuando va en picada la economía resulta suicida. Puede que estos últimos dos meses hayan sido apenas un abrebocas del porvenir. El año cuando la estupidez económica costó millardos, quebrando sueños, proyectos y familias.


ebravo@unionradio.com.ve 

 

 
 

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