La
mejor noticia que puede recibir el planeta es que
aparentemente el calentamiento global se lo están tomando
en serio. Para el 10 de enero la Comisión Europea
presentará un documento base para trazar políticas que
garanticen el suministro energético, recorten la emisión
de gases invernaderos y la dependencia de combustible
ruso. Existe un especial interés en la energía nuclear, y
si tomamos las palabras del Alto Representante de la UE,
Javier Solana, en los próximos 20 años se construirán 200
centrales nucleares en todo el mundo como una forma de
producir electricidad sin emitir gases. Pero si pensamos
en los desechos tóxicos y los riesgos a la seguridad
global de tanto material radioactivo, uno no sabe si es
peor el remedio que la enfermedad.
El debate más importante que tiene la
comunidad internacional por delante es el energético. La
era del petróleo no se acabará con la última gota, sino
cuando existan tecnologías más limpias, eficientes y
rentables. Algunas ya son una exitosa realidad, como el
biocombustibles en Brasil, otras son incipientes pero
prometedoras como la industria de partes para la
producción de energía solar en China. En el caso Europeo,
ya una tercera parte de su energía eléctrica viene de
reactores nucleares. Incluso en Estados Unidos la
discusión sobre fuentes alternativas, independencia
energética y control de consumo está tomando calor. Con un
barril sobre los $60 no es romanticismo ecológico invertir
ahora en estas nuevas tecnologías. Y si consideramos las
señales que nos lanza el clima, para luego es tarde.
Es difícil predecir cuál será el estándar
energético del futuro. Lo más probable es que sea una
combinación según la aplicación específica y los recursos
del país o la región. Afortunadamente el factor ambiental
está cada vez más presente en las políticas y en la
investigación, con la ventaja de cada vez está más claro
el alcance global de las decisiones que se tomen en el
presente: los efectos del calentamiento en el planeta no
se detienen en las fronteras ni se prohíben por decreto.
Puede ser que lo
“verde” se esté poniendo de moda, una vez más. Pero en
esta ocasión viene acompañada de una clara advertencia
sobre los riesgos que corremos si no reaccionamos a
tiempo, y mejor, de una oportunidad de desarrollo para
empresas y estados que deseen competir y colaborar en la
gran industria del futuro. La energía, en cualquiera de
sus formas, es siempre un gran negocio.
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