Con
12 elecciones presidenciales en 13 meses, América Latina renovó
su mapa político. La heterogénea imagen resultante nos señala
que no todos los gobiernos caben bajo el mismo toldo, si bien el
centro de gravedad se desplazó hacia la izquierda. Las victorias
de Bachelet o Morales en diciembre de 2005, así como las de Lula
y Correa entre octubre y noviembre de 2006, componen un mural
lleno de matices donde también pintan el socialdemócrata Oscar
Arias en Costa Rica o el inefable Alan García en Perú. Lugar
especial merecen Hugo Chávez y Daniel Ortega, los más radicales
de todos los presidentes electos, mientras que en otro cuadro
juegan el liberal Manuel Zelaya en Honduras o Álvaro Uribe y
Felipe Calderón. El voto latinoamericano dijo, en mayor o menor
grado, que el tema social importaba más que lo económico y que
el discurso de inclusión o reivindicación era la mejor la
gasolina para motorizar una campaña.
Satisfacer esas expectativas no será fácil, pero los últimos
informes indican que algo está pasando. Según la CEPAL la
pobreza ha disminuido a los niveles de 1980, es decir, 26 años
después de haberse iniciado la década perdida estamos en el
mismo lugar. La OIT dice que disminuye el desempleo y la FAO
sostiene que se ha logrado erradicar el hambre con programas
como la transferencia directa a los más necesitados. Gracias al
buen momento que viven las exportaciones de materia prima la
región ha tenido un respiro, si bien el dinamismo asiático está
dejando rezagado al continente. Un cuadro prometedor si estos
indicadores se transforman en un desarrollo a largo plazo que
impulse a las 205 millones de personas que actualmente viven
bajo la línea de pobreza.
Con
procesos tan delicados como el de México y Venezuela, o
polarizados como fue en Perú y Nicaragua, se podría decir que la
democracia se ha visto fortalecida al resolver las diferencias
políticas por la vía de las elecciones y el orden institucional,
pero ¿se limita la democracia a la asistencia periódica a las
urnas? El país que recibe el mayor número de denuncias por
restricciones a las libertades es Venezuela, a la vez, la nación
que está haciendo la apuesta más grande de influencia regional.
Tras los resultados electorales los votantes del continente se
harían un gran favor si además de poner sus esperanzas a prueba
también mantienen el estado a raya, o más aún, si colocan al
mesianismo en cuarentena.
ebravo@unionradio.com.ve
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