Inicio | Editor | Contáctenos 
 

Doña Blanca pregunta…
por Daniel Romero Pernalete
jueves, 10 mayo 2007


Doña Blanca es un racimo de angustias. Un manojo de preocupaciones. Doña Blanca sufre con su país. Ella resume a media Venezuela. Doña Blanca me pregunta qué hacer. Cómo ponerle fin a este mal sueño. Doña Blanca no sabe que uno tampoco sabe.

Doña Blanca sabe que el gobierno ha venido saltando de desacierto en desacierto. Que se ha caído a trompadas con la racionalidad económica. Y se ha fajado a golpes con la institucionalidad democrática. Y que ha dictado sentencia condenatoria contra muchas conquistas sociales y políticas.

Ese mismo gobierno, por otro lado, ha contraído nupcias con la ineficiencia. Cohabita con la intolerancia y el abuso. Se revuelca en público con la corrupción.

Doña Blanca ha escuchado que el descontento corre por la calle. Que se mueve en el taxi y en el metro. Que está subiendo cerros y entrando a los mercados. Y que está corroyendo rojísimas lealtades. Doña Blanca y media Venezuela se preguntan como convertir rabia en historia. Alquimia pura.

Doña Blanca me ha puesto a imaginar opciones… Cambiar bota por bota no parece atractivo. La solución biológica está contraindicada. Encargar a los gringos la tarea es reeditar amargas experiencias… El único camino, aunque empinado, parece ser el del combate cívico.

Esta última opción supone activar a la gente. Es una tarea dura, a la que muchos no estamos habituados. Porque involucra al menos tres quehaceres: organización, unidad y liderazgo. Estos son, en mi ingenua opinión, los tres pilares sobre los que descansa cualquier intención de cambio.

Si no se crea otra una opción alternativa, la gente seguirá colgada de la única rama disponible: la que ofrece el gobierno. La gente prefiere estar asida a una rama podrida que saltar al vacío. Nuestra gente no tiene vocación suicida. Prefiere vivir de ilusiones recicladas que morir de viejos desengaños.

Si no se abre una brecha diferente (distinta del presente y del pasado), la gente seguirá pregonando la muerte en sus consignas. Y seguirá arrodillándose ante falsos Mesías. Doña Blanca lo sabe.

La que parece no estar enterada es la oposición venezolana. Sigue negada a construir la rama alternativa. Organización, unidad y liderazgo colectivo no aparecen en sus anaqueles.

Sin organización no habrá posibilidades de recoger el descontento y transformarlo en lucha ciudadana. Y no se trata solamente de fundar o fundir unos partidos. Se trata de organizar la rabia. De estar donde la gente está. De pelear a su lado. De llenarse de barro los zapatos. De morderle los talones al abuso.

Organizarse, sin embargo, no basta. Se necesita un nuevo liderazgo. Que diseñe rumbos y abra caminos. En distintos terrenos y en distintos niveles. No se trata, me explico, de crear nuevo líder que todo lo sepa y que todo lo pueda. Se trata de construir un liderazgo de mil cabezas y millones de ideas.

Hace falta un tercer componente para levantar vuelo: la unidad. Unidad de propósitos, y no de concepciones. Se trata de alinear esfuerzos, no de ser iguales. Se trata de precisar cuál es el blanco, no de lanzar los mismos dardos. Se trata de no perder el tiempo escupiendo al de al lado.

La salida, a mi juicio, no es corta ni fácil. Los grandes males no se curan con pequeños remedios. Los milagros no tienen cabida en la política. Los atajos pueden llevar al sitio equivocado. Las victorias hay que sudarlas… ¿Cómo hacer que nuestra oposición entienda esto?... Espero que a Doña Blanca no se le ocurra preguntármelo.

romeropernalete@gmail.com

*

  Sociólogo, Profesor Titular de la Universidad de Oriente (Venezuela)


© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.