Dos papás, dos mamás
por Eli Bravo
viernes, 6 feb 2004

 

J es un talentoso artista plástico, una persona sensible y de carácter dulce. Llegó a los Estados Unidos procedente de Venezuela y desde hace 4 años vive con E, un acaudalado abogado nacido en Filadelfia y especialista en demandas médicas, cuyo carácter amable va de la mano con su exitoso ejercicio profesional. Ambos son mis vecinos, una pareja estable, enamorada, comprometida y madura, amantes de las artes y el mar. Desde hace un año tienen un sueño en común: adoptar un niño.

En 1974 la Organización Mundial de la Salud determinó que la homosexualidad no era una enfermedad y en años recientes la Asociación Pediátrica de los EEUU no encontró reparos a la adopción de niños por parejas del mismo sexo. En España sus colegas declararon que no era la situación ideal pero recomendaron debatir el tema sin proscribirlo. Los estudios indican que unos padres adoptivos homosexuales no determinarán la orientación sexual del hijo y están perfectamente capacitados para educarlo.

El tema, álgido y macerado por juicios morales, jurídicos, éticos y religiosos, ha estado sobre el tapete en buena parte del mundo: El Parlamento Europeo en su informe del 2002 rechazó la discriminación de individuos y sus derechos civiles en base a su orientación sexual y el mismo año Suecia legalizó la adopción por parejas homosexuales. También en 2002 los conservadores ingleses lucharon contra una propuesta de Tony Blair al respecto y actualmente la ley lo permite. A partir de ese mismo año en Brasil se dictaron sentencias favorables y en Argentina se inició un debate abierto sobre el tema. En el 2003 Bélgica legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo, al igual que Australia, donde se permite a las parejas la adopción. Lo mismo sucede en 8 estados de Canadá, mientras que en Estados Unidos son 11 las entidades con leyes favorables, o al menos han apelado aquellas que la prohíban, otorgando así la custodia a uno de los miembros. Solo California, desde el año pasado, permite la adopción en pareja. Esta semana la corte de apelaciones de Massachussets aclaró que a partir del mes de mayo el matrimonio homosexual será legal, convirtiéndose en el primer estado que va más allá del reconocimiento de la unión civil. El siguiente paso sería la adopción.

Para J y E estas son noticias alentadoras, pero viven en Florida, el único estado que prohíbe expresamente la adopción por homosexuales y donde 3 mil niños en orfelinatos o custodiados por familias temporales esperan por unos padres definitivos. En cifras, el panorama es crudo: hay 14 millones de huérfanos en el mundo, más de medio millón en América Latina y el Caribe y 76 mil en EEUU. ¿Tienen derecho estos niños a un hogar donde reciban cuidado y amor, así como las parejas homosexuales a ofrecerlo?

Nada parece indicar que una pareja heterosexual será más estable para un hijo adoptado, y si bien la dualidad de géneros le permitirá al niño conocer la dinámica y roles en la relación hombre-mujer, no será esto lo que garantice una buena educación y un desarrollo armonioso. La calidad humana nada tiene que ver con la orientación sexual. La riqueza espiritual, la capacidad de brindar afecto, la protección y el cariño que se puedan garantizar, no son patrimonio de los heterosexuales. Perversiones y patologías hay en todos lados, así como también entereza y solidez en los sentimientos.

Si la gente pudiera ver más allá de sus prejuicios, entenderían que negar la posibilidad de dar y recibir verdadero amor es de un egoísmo inhumano- me dijo J una vez- porque mientras hay un niño durmiendo en un orfelinato, abrazado una almohada y a la espera de alguien, en casa tenemos un cuarto listo y dos corazones abiertos para quererlo.

Le respondí que algún día me gustaría ver a mi hijo jugando con el suyo en la playa, sin importar que en la arena estuviésemos tres papás y una mamá. Subir Página Imprima éste artículo