Desprecio es una palabra con
mucha carga expresiva, cuya fuerza semántica se muestra tanto en
su denotación originaria, como en las diversas connotaciones que
posee. Es, además, palabra compuesta, formada con el sustantivo
precio, en el sentido de valor o estima, y el prefijo des-, que
indica, entre otras cosas, negación o ausencia de algo. Pero
desprecio es, además, derivado del verbo despreciar, y ambos
vocablos se forman en Latín y entran al Castellano por vía
semiculta. (Corominas).
El DRAE define despreciar como ³Desestimar y tener en poco. ||2.
Desairar o desdeñar. ||3. pronominal desusado. Desdeñarse (tenerse
a menos)². Y desprecio como ³Desestimación, falta de aprecio. ||2
desaire, desdén (Š)². El muy moderno Diccionario de uso del
español de América y España VOX es más preciso en la definición
del verbo despreciar: ³Considerar [una persona] que otra es
indigna de su aprecio y trato, y demostrarlo rechazándola (Š). 2.
Considerar que algo no merece aprecio o atención (Š). 3. Rechazar
[una persona] algo que se le ofrece por considerar que no tiene
suficiente valor para ella (Š)². Otro diccionario también muy
moderno, el Diccionario del Español actual, de Manuel Seco,
Olimpia Andrés y Gabino Ramos, trae igualmente una definición de
desprecio muy precisa: ³Sentimiento negativo causado por una
persona o cosa a la que se considera indigna de estima o
moralmente rechazable (Š)².
Como se ve, el verbo despreciar y el sustantivo desprecio abarcan
tanto el ámbito material como el moral. Mucha gente desprecia
cosas materiales: el dinero, por ejemplo; los vegetarianos
desprecian la carne; otros desprecian la ropa barata, o,
contrariamente, la lujosa; hay quienes desprecian los animales; y
hasta existen los que desprecian la vida.
Hay también quienes sienten desprecio por otras personas, lo cual,
además, puede ser un sentimiento individual o específico, el de
quien desprecia a una determinada persona; pero puede ser también
un sentimiento general, el del arrogante que siente desprecio por
los demás, indiscriminadamente. ³No me gusta Fulano; ese tipo es
muy despreciativo y se cree mejor que los demás². Algunos ricos
desprecian a los pobres, y muchos patronos desprecian a sus
asalariados. Y aunque parezca extraño, existe también el que se
desprecia a sí mismo, el que no valora su personalidad y se cree
inferior a los demás. En este caso suele hablarse eufemísticamente
de baja o falta de autoestima. El desprecio de unas personas por
otras puede responder a diversas causas: desdén social, racismo,
sectarismo político o religioso, etc.
Entre quienes se desprecian a sí mismos destacan los que se ponen
al servicio incondicional de los poderosos, los adulantes y
jalabolas que siguen sumisamente las instrucciones del amo, el
jefe o el patrón, aunque sepan que está actuando indebidamente,
incapaces, por miedo, de hacerle ver su error y aconsejar un mejor
camino. Son los que los poderosos encargan de hacerles el trabajo
sucio, el cual hacen aun a sabiendas de que hacerlo es inmoral.
Paradójicamente, este tipo abunda entre gente culta, bien
preparada, profesionales y técnicos de alto nivel, que se
desprecian a sí mismos al adoptar semejante conducta, y desprecian
igualmente los conocimientos que poseen. Lo más triste es que esas
personas son despreciables, y de hecho despreciados, no sólo por
quienes los adversan, sino incluso por aquellos a quienes sirven
de ese modo. No hay ser humano que no sienta desprecio por los
incondicionales, por los que se humillan, por los que lo adulan,
aun cuando de hecho les guste ser adulados.
