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Descenso final
por Eli Bravo

viernes, 18 junio 2004


El 9 de Septiembre de 2001 Ziad Al-Jarrah recibió una multa por exceso de velocidad en la Interestatal 95, cuando subía rumbo a Nueva Jersey, Estados Unidos. Hacía poco más de un mes que el apuesto libanés, educado en un colegio católico de Beirut, había regresado de su quinto viaje a Alemania en menos de 10 meses, siempre para visitar a su novia, ocasión que aprovechaba para beber una cerveza y bailar. Sus socios desaprobaban estos deslices y pensaban que Al-Jarrah era el talón de Aquiles en la empresa que tenían por delante. El 11 de Septiembre el vuelo 93 de United Airlines, proveniente de Newark, se estrellaba en Stony Creek Township al fracasar en su intento de alcanzar el Capitolio. Al-Jarrah estaba detrás de los controles

            El pasado miércoles la Comisión Independiente que investiga los hechos del 11-S emitió su informe que detalla el plan para atacar Washington y Nueva York. Aquí se concluye que el kuwaiti Khalid Sheikh Mohammed (KSM, capturado el 4 marzo de 2003 en Pakistán) comenzó a esbozar el atentado en 1994, un año después de que su sobrino Ramzi Yousef planeara el atentado con una bomba en el World Trade Center que dejó saldo de 6 muertos y más de mil heridos. Su idea era secuestrar en el sureste asiático12 aviones comerciales estadounidenses y explotarlos en el aire. En 1996 le presentó el plan a Osama Bin Laden y el líder de Al-Qaeda solo escuchó. Dos años y medio después KSM fue citado a una reunión en Kandahar y allí le informaron que  tenía la venia de la red terrorista. Bin Laden quería atacar la Casa Blanca y el Pentagono. KSM quería arremeter contra las torres gemelas. Cuatro miembros de Al-Qaeda, dos yemeníes y dos saudíes, fueron asignados a la conspiración. En un momento KSM habló de secuestrar él mismo un avión, asesinar a todos los hombres a bordo, aterrizar en un aeropuerto de EEUU y dar un discurso sobre la intromisión norteamerciana en el Medio Oriente, antes de liberar a mujeres y niños.

            Los dos yemeníes jamás obtuvieron visas para ingresar a EEUU y los dos saudíes, quienes entraron en enero de 2000, jamás aprendieron a hablar inglés. Torpes pilotos, querían volar un Boeing antes de poder despegar una avioneta. Para acelerar el proceso Bin Laden seleccionó a otros cuatro activistas procedentes de Hamburgo: Mohamed Atta, Marwan Al Sheni, Ziad Al-Jarah y Ramzi Binalshibh, quien tampoco obtuvo visa. Atta piloteó el vuelo 11 de American Airlines procedente de Boston que impactó una de las torres. Al Sheni estaba tras los controles del vuelo 175 de United que se estrelló contra la gemela. De Al-Jarah ya sabemos su destino y el cuarto piloto, Hanji Hanjour, apareció en los campos de Al-Qaeda en el otoño de 2000 con una credencial de piloto bajo el brazo. La había obtenido en Arizona, hablaba perfecto inglés y estaba dispuesto a inmolarse. Para diciembre de ese año los cuatro individuos vivían legalmente dentro de Estados Unidos

            El verano de 2001 fue de preparación. Una célula operaba en Florida y la otra en New Jersey. Atta coordinaba los contactos. A mediados de Julio viajó a España para informar al enviado de Bin Laden que necesitaba unas semanas más para el ataque. Desde comienzos del 2000 Bin Laden presionaba para que el plan se consumara lo antes posible. Según el informe de la Comisión, Atta jamás se reunió en Praga con funcionarios de inteligencia iraquí, tal como señaló la Casa Blanca, y por lo tanto los vínculos de Hussein y Al-Qaeda en el atentado no se han podido comprobar. Bin Laden buscó ayuda iraquí pero Hussein no le prestó atención. Esta es la revelación más demoledora contra la administración Bush que hace el informe.

            Tres semanas antes del ataque, la fecha fue seleccionada considerando que el Congreso estaría en sesión. Entre el 26 de Agosto y el 5 de Septiembre los 19 terroristas compraron sus boletos por teléfono, internet y en persona. Posteriormente reembolsaron los fondos sobrantes a Al-Qaeda. En todo momento Bin Laden  estuvo al tanto.

            Debido a los catastróficos resultados, se ha dicho que el ataque suicida fue casi perfecto. El informe de la Comisión indica que no fue así. Los terroristas enfrentaron dificultades operativas, diferencias personales y desencuentros con los líderes. Finalmente el plan fue tan flexible que pudo adaptarse a los inconvenientes.

            Hice lo que tenía que hacer, escribió Al Jarrah a su novia en una carta de despedida el día anterior a los atentados, deberías estar orgullosa porque esto es un honor y al final traerá felicidad para todos.

            Aysel Senguen, la destinataria, jamás supo de sus planes. Llamaba a su novio chabibi. Querido. Imprima el artículo Subir Página