El
9 de Septiembre de 2001 Ziad Al-Jarrah recibió una multa por
exceso de velocidad en la Interestatal 95, cuando subía rumbo a
Nueva Jersey, Estados Unidos. Hacía poco más de un mes que el
apuesto libanés, educado en un colegio católico de Beirut, había
regresado de su quinto viaje a Alemania en menos de 10 meses,
siempre para visitar a su novia, ocasión que aprovechaba para
beber una cerveza y bailar. Sus socios desaprobaban estos deslices
y pensaban que Al-Jarrah era el talón de Aquiles en la empresa que
tenían por delante. El 11 de Septiembre el vuelo 93 de United
Airlines, proveniente de Newark, se estrellaba en Stony Creek
Township al fracasar en su intento de alcanzar el Capitolio. Al-Jarrah
estaba detrás de los controles
El pasado
miércoles la Comisión Independiente que investiga los hechos del
11-S emitió
su
informe que detalla el plan para atacar Washington y Nueva York.
Aquí se concluye que el kuwaiti Khalid Sheikh Mohammed (KSM,
capturado el 4 marzo de 2003 en Pakistán) comenzó a esbozar el
atentado en 1994, un año después de que su sobrino Ramzi Yousef
planeara el atentado con una bomba en el World Trade Center que
dejó saldo de 6 muertos y más de mil heridos. Su idea era
secuestrar en el sureste asiático12 aviones comerciales
estadounidenses y explotarlos en el aire. En 1996 le presentó el
plan a Osama Bin Laden y el líder de Al-Qaeda solo escuchó. Dos
años y medio después KSM fue citado a una reunión en Kandahar y
allí le informaron que tenía la venia de la red terrorista. Bin
Laden quería atacar la Casa Blanca y el Pentagono. KSM quería
arremeter contra las torres gemelas. Cuatro miembros de Al-Qaeda,
dos yemeníes y dos saudíes, fueron asignados a la conspiración. En
un momento KSM habló de secuestrar él mismo un avión, asesinar a
todos los hombres a bordo, aterrizar en un aeropuerto de EEUU y
dar un discurso sobre la intromisión norteamerciana en el Medio
Oriente, antes de liberar a mujeres y niños.
Los dos yemeníes
jamás obtuvieron visas para ingresar a EEUU y los dos saudíes,
quienes entraron en enero de 2000, jamás aprendieron a hablar
inglés. Torpes pilotos, querían volar un Boeing antes de poder
despegar una avioneta. Para acelerar el proceso Bin Laden
seleccionó a otros cuatro activistas procedentes de Hamburgo:
Mohamed Atta, Marwan Al Sheni, Ziad Al-Jarah y Ramzi Binalshibh,
quien tampoco obtuvo visa. Atta piloteó el vuelo 11 de American
Airlines procedente de Boston que impactó una de las torres. Al
Sheni estaba tras los controles del vuelo 175 de United que se
estrelló contra la gemela. De Al-Jarah ya sabemos su destino y el
cuarto piloto, Hanji Hanjour, apareció en los campos de Al-Qaeda
en el otoño de 2000 con una credencial de piloto bajo el brazo. La
había obtenido en Arizona, hablaba perfecto inglés y estaba
dispuesto a inmolarse. Para diciembre de ese año los cuatro
individuos vivían legalmente dentro de Estados Unidos
El verano de 2001
fue de preparación. Una célula
operaba en Florida y
la otra en New Jersey. Atta coordinaba los contactos. A mediados
de Julio viajó a España para informar al enviado de Bin Laden que
necesitaba unas semanas más para el ataque. Desde comienzos del
2000 Bin Laden presionaba para que el plan se consumara lo antes
posible. Según el informe de la Comisión, Atta jamás se reunió en
Praga con funcionarios de inteligencia iraquí, tal como señaló la
Casa Blanca, y por lo tanto los vínculos de Hussein y Al-Qaeda en
el atentado no se han podido comprobar. Bin Laden buscó ayuda
iraquí pero Hussein no le prestó atención. Esta es la revelación
más demoledora contra la administración Bush que hace el informe.
Tres semanas
antes del ataque, la fecha fue seleccionada considerando que el
Congreso estaría en sesión. Entre el 26 de Agosto y el 5 de
Septiembre los 19 terroristas compraron sus boletos por teléfono,
internet y en persona. Posteriormente reembolsaron los fondos
sobrantes a Al-Qaeda. En todo momento Bin Laden estuvo al tanto.
Debido a los
catastróficos resultados, se ha dicho que el
ataque suicida fue casi perfecto. El informe de la Comisión indica
que no fue así. Los terroristas enfrentaron dificultades
operativas, diferencias personales y desencuentros con los
líderes. Finalmente el plan fue tan flexible que pudo adaptarse a
los inconvenientes.
Hice lo que
tenía que hacer, escribió Al Jarrah a su novia en una carta de
despedida el día anterior a los atentados, deberías estar
orgullosa porque esto es un honor y al final traerá felicidad para
todos.
Aysel Senguen, la
destinataria, jamás supo de sus planes. Llamaba a su novio
chabibi.
Querido.
