Inicio

Política

Internacionales

Cine

Fórmula 1

Camino al Mundial

¿Quiénes Somos?

Contáctenos

 

 

 

 

 

 

 

Desastre 
por Alexis Márquez Rodríguez

domingo, 23 mayo 2004


Hay palabras que poseen un matiz semántico de tipo psicológico que tiñe al vocablo de una connotación afectiva de carácter subjetivo, cuya intensidad se la da el propio usuario, y en el lenguaje escrito sólo puede percibirse por el contexto. Ello hace posible que, aunque no son interjecciones, su uso pueda tener un valor interjectivo o exclamativo, y también ponderativo. De hecho llevan igualmente implícita una función adjetiva, pues en cierto modo califican a una persona, un objeto, una situación, aunque pertenezcan a otras categorías morfológicas distintas del adjetivo. Son sustantivos como desastre, escándalo, atrocidad, desbarajuste, tragedia; verbos como destrozar, martirizar, escandalizar, destripar; adverbios como atrozmente, escandalosamente, terriblemente, etc. No todas estas palabras son de signo negativo, también las hay de valor positivo: magnífico, estupendo, maravilloso, espectacular, fascinar, encantar, maravillosamente, espléndidamente, etc.   

La palabra desastre es una de esas palabras, y tiene mucha fuerza expresiva y una gran flexibilidad, pues se aplica fácilmente, en su implícito valor calificativo, a diversos objetos y situaciones. No obstante, el DRAE le da un tratamiento muy parco, que deja fuera la mayoría de sus connotaciones: ³Desastre: Desgracia grande, suceso infeliz y lamentable. || 2. Cosa de mala calidad, mal resultado, mala organización, mal aspecto, etc. Un desastre de oficina. Aplicada a personas, úsase también en sentido figurado². Todas estas definiciones son válidas y comprensibles, pero en la práctica el uso del vocablo es mucho más abarcador de lo que ahí se señala. Otros diccionarios muy modernos, como el Diccionario de uso del español de América y España, de VOX, y el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, son bastante más explícitos.

Habitualmente se les atribuye el calificativo de desastre a las grandes calamidades públicas, pero también es común oír expresiones en que se usa la palabra desastre con valor de metáfora y de hipérbole, como las siguientes: ³Tengo el pelo hecho un desastre²; ³Esta casa es un desastre²; ³Ese muchacho no tiene remedio, es un desastre²; ³El desastre de la administración pública no tiene límites²; ³Las calles están hechas un desastre²; ³Esos animales son un desastre²; ³Él comenzó a estudiar por el parasistema, pero fue un desastre²; ³El campeonato de fútbol fue un desastre²; ³La fiesta de Fulanita estuvo muy mal, un verdadero desastre²; ³Fulana se operó de las tetas, pero resultó un desastre²; ³El matrimonio de Mengano desde el primer día fue un desastre y tenía que terminar en divorcio².      

En su libro Comprensión de Venezuela, que hoy todo el mundo debería leer, en especial los jóvenes, Mariano Picón Salas habla del contraste de nuestra historia ­³contraste trágico² lo llama­ entre la grandeza de nuestro pasado y la situación catastrófica a que había llegado el país al momento de él escribir (1949, comienzos de la dictadura pérezjimenista), y dice: ³Šlos testigos y acompañantes del continuo desastre que hicieron los hombres: guerrilleros, políticos, aventureros, soñadores frustrados o simples Œbalas perdidas¹ de una familia en trance de desintegración². Nada mejor, ciertamente, que la palabra desastre para describir la situación a que Venezuela  había llegado, después de más de un siglo de depredación material y moral por caudillos militares y civiles, burócratas, politiqueros y demás fauna de aventureros de variada   pelambre.

La palabra desastre es de origen provenzal, un préstamo del antiguo vocablo occitano desastre, que significaba desgracia, y era un derivado de astre, ³buena o mala estrella².
 Imprima el artículo Subir Página