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¿Cuánto es demasiado?
por Eli Bravo

viernes, 10 septiembre  2004


            Con los números sobre papel las tragedias ganan perspectiva. Cuando los nombres se transforman en estadística y los sufrimientos se apilan hasta romper barreras psicológicas, la opinión publica, tan proclive al asombro si el horror es contabilizado, siente una irritación que a ratos calma la pomada del discurso patriótico. Esta semana se supero la marca de mil soldados muertos en Irak desde que comenzó la guerra el 19 de marzo de 2003, la más sangrienta para Estados Unidos desde Vietman cuando las bajas sumaron 58 mil. En la Guerra del Golfo murieron 380. En Afganistán 97 soldados regresaron con los pies por delante.

            Si estos números hablaran nos dirían mucho mas que rangos y valores: Edad promedio 26 años. Mas de la mitad casados, mas de la mitad remunerados con el salario mínimo del ejercito. El 12% de las victimas, es decir 122, eran hispanos de los cuales 39 no eran ciudadanos, sino jóvenes que aprovecharon la ley del presidente Bush de 2002 que acelera los trámites de ciudadanía para aquellos jóvenes, y sus familias, que se enlisten en el servicio. 24 eran mujeres, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. De ese millar, según antiwar.com, 866 murieron después de que George W. aterrizara en el portaviones Abraham Lincoln el primero de mayo de 2003 y dijese ¡Misión Cumplida! 148 soldados han fallecido desde que los Estados Unidos transfirieron la soberanía a las autoridades iraquíes. Como dice el New York Times, la lista cuenta la larga historia de una sociedad y un ejército en transición, con mayores sacrificios para los reservistas, las mujeres y los hispanos.

            Del otro lado los números lucen desenfocados. No hay quien los cuente de manera oficial, pero están allí. Los cálculos independientes hablan entre 4895 y 6370 militares iraquíes muertos. La organización Iraq Body Count estima que entre 11793 y 13802 civiles han fallecido a la fecha. Quienes eran, como se llamaban, de que lado estaban, eso no lo sabremos nunca. Mientras escribo estas líneas, leo en Al Jazeera que un misil estadounidense mato a 12 civiles en la tercera noche de bombardeos sobre Falluja. La imagen es la de un niño de cuatro meses entubado y sangrante. Los médicos alarmados dicen que los hospitales están abarrotados y los suministros escasean. Las autoridades estadounidenses declaran que ese fue un ataque de precisión contra un edificio donde se alojaba Abu Musab Al-Zarqawi, un jordano relacionado con Al-Qaeda. Los vecinos aseguran que Al Zarqawi no esta en la ciudad y que las victimas de las ultimas tres noches han sido civiles.

            Para hacer las cosas más difíciles, una bomba acaba de explotar en la embajada australiana en Yakarta dejando al menos 8 muertos, todos ellos indonesios. Los responsables parecen ser unos aliados de Al-Qaeda, Jemaah Islamiyah. Australia retiro sus 2 mil soldados de Irak a mediados de Abril y no reporto bajas. El primer ministro australiano, John Howard, quien busca la reelección el próximo 9 de Octubre y apoya la campana antiterrorista de la Casa Blanca, aseguro que su país no será intimidado por estos ataques. Ya en medios aussies se compara esta explosión con la del 11 de Marzo en Madrid que le costo la reelección a José Maria Aznar, aliado de Bush.

            Números y bombas. Mientras tecleo la lista va creciendo. Sube como la espuma, como el odio, como la irracionalidad. Pareciera que nunca es demasiado, ni siquiera suficiente.

            Como telón de fondo, las elecciones en Estados Unidos. Las encuestas señalan que George W. lleva una ligera ventaja a pesar de los tibios indicadores económicos y las urnas que llegan desde Irak. El columnista Paul Kruger escribió esta semana en el New York Times que el país se encuentra omnibulado por una realidad mítica donde el patriotismo maniqueo de buenos y malos mantiene secuestrado al electorado. Si bien el apoyo a la guerra ha disminuido, la confianza en el presidente y su guerra contra el terror se mantiene. Por ahora.

            Antojadiza la realidad, guabinoza e irónica. Hoy el mismo diario me cuenta que durante sus años en la Fuerza Aérea, George W. recibió un trato preferencial, no completo su servicio y se las arreglo para no ir a Vietman.

            Condición humana: George W. prefiere ser el numero uno del mundo, en lugar de aparecer como el 1001 de Irak.                                                           Imprima el artículo Subir Página