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Chávez quiere la Guerra
por Carlos Sabino
viernes, 7 marzo 2008


Como en los mejores tiempos del fascismo europeo Chávez está buscando una guerra, con pretextos fútiles, para desviar la atención de las dificultades por las que está pasando hoy el pueblo de Venezuela. A raíz de la muerte de segundo jefe de las FARC colombianas, Raúl Reyes, quien en muchos sentidos ejercía el verdadero mando de esa organización terrorista, Chávez se ha lanzado a tomar medidas que podría desembocar en un conflicto armado con el país vecino, Colombia.

Reyes murió en un enfrentamiento armado cuando el ejército colombiano penetró unos kilómetros en territorio del Ecuador, matando un total de 16 guerrilleros; en el combate pereció también un soldado. Correa, el presidente ecuatoriano, lamentó en sus primeras declaraciones las víctimas ocurridas durante el encuentro y expresó su solidaridad con el pueblo y el gobierno de Colombia. Pero luego, después de comunicarse con Chávez, cambió su posición y ha comenzado a reclamar a los colombianos por su incursión antiterrorista en el territorio de su país, enviando una nota de protesta diplomática y llamando a consultas al embajador ecuatoriano en Bogotá. Pero Chávez ha ido más lejos.

No sólo ha dicho que Reyes era un “buen revolucionario” a quien había conocido en la clandestinidad, sino que ha procedido a cerrar la embajada venezolana en Colombia, retirando todo su personal y, lo que es más grave, ha movilizado diez batallones del ejército hacia la frontera con ese país, aproximadamente unos 5.000 hombres. En su programa televisado dominical criticó, como es acostumbrado, al presidente colombiano Uribe y dijo explícitamente que una penetración del ejército colombiano en Venezuela significaría la guerra.

Nada de esto es sorprendente, claro está, pues la retórica de Chávez es bien conocida desde hace años. Pero, en este caso, las consecuencias han de ser seguramente más graves: Chávez viene comprando armas de todo tipo, más allá de las necesidades defensivas del ejército de Venezuela, y es bien conocida su estrecha alianza con las FARC, aún antes de haber asumido el gobierno. Pero al amenazar con la guerra, ahora, el caudillo venezolano se sitúa en un nuevo plano, pues fácil le resultará fabricar algún incidente fronterizo que le dé la justificación para avanzar hacia Colombia en ayuda de las FARC. Esta organización, que se encuentra en una posición militar y política muy difícil, está luchando ahora por su supervivencia, escudándose en los ochocientos rehenes que conserva en su poder.

Chávez quiere la guerra, ahora que su apoyo interno ha descendido a menos del 25%, sobre todo por razones de la crítica situación de abastecimiento de productos básicos que hay en su país. Un estado de guerra le daría el pretexto para aplastar la oposición interna y reforzar los controles de todo tipo que tiene sobre la vida del país.

El momento es propicio para que todos los gobiernos democráticos, del continente y de Europa, manifiesten su vocación por la paz, expresen su repudio al terrorismo y desenmascaren de una vez a su aliado, el presidente Hugo Chávez, un hombre histriónico, sin duda, pero tan peligroso como los dictadores fascistas de antaño.


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