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No está loco
Claudio Paolillo
jueves, 3 abril 2008


       El 13 de febrero pasado, tres médicos del Ministerio de Salud de Venezuela emitieron un comunicado en nombre del "Gobierno Bolivariano" de Hugo Chávez, por el cual se prohíbe siquiera especular con la posibilidad de que el presidente esté loco.

       El comunicado —una más de las tantas violaciones a la libertad de expresión que caracterizan al "Gobierno Bolivariano"— está dirigido "al soberano y a los colegas, amigos y compatriotas del área de salud mental". Lo firman los doctores Lionel Muñoz Coll (coordinador nacional del Area de Salud Mental), Ronald Sánchez Vera (coordinador nacional del Proyecto Comunidad Segura y Vida Plena) y Edgar Rivera (director general de Programas de Salud).

       A pesar de que los destinatarios de la advertencia son el "soberano" y los que trabajan en "salud mental", como siempre el régimen de Chávez anuncia que "se tomarán las medidas correspondientes" y se "responsabilizará" a "los medios de comunicaciones, impresos, radiales y televisivos" que "faciliten el uso y abuso del irrespeto de la Majestad del Estado y de nuestro Presidente".

       Conociendo los incontables argumentos que, semana tras semana, el presidente Chávez aporta sin que nadie se los pida para que cualquiera pueda afirmar, empleando simplemente el sentido común, que "este hombre está loco", no es de extrañar que ciudadanos comunes y medios de comunicación venezolanos y extranjeros hayan manejado, seriamente, esa posibilidad en sus comentarios privados o periodísticos.

       Un presidente que permanece, él solo, horas y horas delante de una cámara de televisión mezclando en esas comparecencias los comentarios más estúpidos y triviales con los anuncios más graves que uno pueda imaginar; un presidente que desafina sin pudor cuando canta rancheras y boleros en actos públicos; un presidente que le dice a su ministro de Defensa "mándeme 10 batallones para la frontera con Colombia", jugando a la guerra como un auténtico irresponsable; un presidente que un día jura por su "santa madrecita" que jamás apoyará a las FARC y otro día reclama para esa fuerza subversiva narco-guerrillera que la comunidad internacional la reconozca como un "ejército beligerante"; un presidente que ha tenido la fortuna durante su mandato de que los precios del petróleo —el principal commodity que produce— se fueran a las nubes, gracias a lo cual la petrolera estatal PDVSA le entregó sólo entre los años 2001 y 2007 la friolera de 155.867 millones de dólares, y que mantiene uno de los índices de pobreza más altos de la región; en fin, un presidente así, en cualquier país del mundo, puede legítimamente ser tildado de loco, demente, insano o minusválido mental.

       El problema, además del ataque a la libertad de expresión que supone la nueva prohibición, es que si Chávez no está loco, entonces es plenamente consciente de todo lo que hace. Lo mejor que le puede pasar a Chávez con todos los desastres que está perpetrando desde su gobierno, es que los venezolanos y el resto del planeta atribuyan eso a una enfermedad mental. Esto es, a que al no estar Chávez en sus cabales, no puede darse cuenta de todo el mal que está provocando a su país y a América Latina.

       Lo mejor que puede hacer en su favor el presidente "bolivariano", si en verdad no está loco, es permitir que le digan loco. La historia absolvería mucho más fácilmente a un débil mental que a un maldito cabrón.

cpaolillo@busqueda.com.uy
      

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 El autor es Director del semanario uruguayo "Búsqueda" y Vicepresidente Regional de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)


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