Inicio | Editor | Contáctenos 
 

El vuelo de América Latina
Claudio Paolillo
domingo, 1 junio 2008


Desde mediados del 2003, la economía de casi todos los países de América Latina está "volando". Se nota en el crecimiento del producto bruto de cada uno de ellos, en sus exportaciones, en algunas inversiones que llegan y, hasta cierto punto y sólo en algunas naciones, en una leve mejora en la calidad de vida de sus habitantes.

¿Qué ha hecho la región para producir este "milagro", después de la crisis de fines de los '90 y comienzos del nuevo milenio? La respuesta puede parecer insólita, pero es real: prácticamente nada.

América Latina empezó a "sacar la lotería" desde hace cinco años. El mundo está "conspirando" a favor de ella. Unos vendiendo petróleo a precios récord, otros exportando soja y trigo como nunca antes, algunos colocando carne vacuna y ovina como condenados, uno aprovechando su cuasi monopolio en la producción de cobre y más de uno talando árboles a ritmo desenfrenado para transformarlos en pasta de celulosa, la cuestión es que casi todos los países de la región están embolsando una cantidad de dinero que ni siquiera imaginaban podían llegar a soñar hace apenas un lustro.

Pero, según cifras oficiales, lo que está exportando América Latina al mundo es lo que ha vendido siempre: materias primas y manufacturas derivadas de las materias primas. La región sigue fuera del mundo que funciona y, también, sigue sin entender lo que pasa en él. Todo el "bienestar" de hoy lo debe casi en un 100% al viento que sopla desde afuera, a los precios que fijan otros y sobre los cuales no tiene la menor incidencia. América Latina, con tímidas excepciones en México, Costa Rica, Chile y, en menor medida, Brasil, continúa sin trabajar. "Trabajar" en el sentido de agregar valor a lo que sale de su suelo o de las plantas o animales que les echa encima. No hay, casi, manufacturas de alta, media o baja tecnología para ofrecer al resto del planeta.

América Latina sigue ignorando olímpicamente los valores intangibles que son la verdadera riqueza de las naciones: no hay confianza entre los individuos que integran sus sociedades (dentro de cada país y entre países); no hay sistemas judiciales eficientes; no hay claridad en cuanto a la protección de los derechos de propiedad; no hay Estados eficaces. América Latina está llena de dinero pero no ahorra y, como no ahorra, faltan recursos genuinos para invertir y potenciar el crecimiento. Los Estados están más desahogados por la bonanza que llega desde afuera, pero sus administradores, en lugar de prepararse para una época mala, gastan a manos llenas. Las empresas siguen siendo no competitivas a escala mundial porque las burocracias se tragan todo el esfuerzo, los impuestos son altos y la infraestructura necesaria para que el desarrollo despegue es tan pobre como lo ha sido siempre.

De modo que el día en que el viento cambie y los precios de las materias primas bajen —y ese día, a no dudarlo, llegará tarde o temprano— América Latina estará enfrentada a los mismos problemas de toda su existencia "independiente" y volverá a sufrir las crisis cíclicas que se repiten cada siete, ocho o diez años desde los tiempos del fin del colonialismo español. Mientras los gobiernos y las sociedades no comprendan en qué consiste el mundo en que nos toca vivir, el vuelo de América Latina será corto y rasante. Y la pobreza, las injusticias y el subdesarrollo continuarán enseñoreándose por el reino de la mediocridad de una región por la cual nadie en el mundo moverá un pelo.

cpaolillo@busqueda.com.uy
      

 *

 El autor es Director del semanario uruguayo "Búsqueda" y Vicepresidente Regional de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)


© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.