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Convencer 
por Alexis Márquez Rodríguez

domingo, 6 junio 2004


Se cuenta que en una ocasión, en plena guerra civil española, don Miguel  de Unamuno, el ilustre rector de la Universidad de Salamanca, se enfrentó a la soldadesca fascista que había penetrado en el recinto universitario, y los increpó con la siguiente frase, que ha pasado a la historia como emblema de la dignidad y la inteligencia frente a la villanía y la barbarie : ³¡Vosotros venceréis, pero no convenceréis!².

¿Qué quiso decir, o mejor, qué dijo don Miguel con esa frase? Sin duda que en esta se simboliza la pugna entre la inteligencia y la fuerza bruta. En efecto, se puede vencer con la fuerza de las armas, pero sólo se puede convencer con la fuerza de las palabras y de la razón.

Vencer es palabra polisémica. El DRAE registra de ella quince acepciones, unas referidas a las cosas materiales, otras a las inmateriales. Se  puede, así, vencer en el terreno físico, como vence el boxeador a su contrincante,  o una cuesta el caminante, o el canceroso a su mal maligno; pero también se puede vencer en el terreno de lo inmaterial, como el poeta que vence en un certamen literario,  el abogado que vence en un juicio o la mujer que vence en un concurso de belleza.

En cambio, de convencer  el mismo diccionario da sólo dos acepciones: ³Incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento. || 2. Probar algo de manera que racionalmente no se pueda  negar².

Como se ve, vencer abarca el terreno de lo material lo mismo que el moral o inmaterial, pero convencer sólo se aplica en este último.

La definición de convencer en el DRAE es adecuada, pero demasiado  escueta y un tanto inexpresiva, seguramente por su lenguaje académicamente seco y tecnicista. En la práctica el verbo convencer, y sus derivados, como convencimiento, convencido, covincente,  etc.,  se aplican con  mayor vivacidad y fuerza de lo que pareciera desprenderse de aquella definición.

Se convence, ciertamente con razones. El convencimiento es, así, una hermosa operación humana, en que la inteligencia de uno somete a la inteligencia de otro u otros a una operación de persuasión, de demostración de una verdad mediante demostraciones y comprobaciones que terminan por ser admitidas por el otro u otros. Lo cual no tiene nada que ver con el llamado  lavado de cerebro, pues en este no hay convencimiento, sino imposición de criterios o creencias mediante procedimientos y habilidades en esencia inescrupulosos, sin un verdadero fundamento en la razón y la verdad. Obviamente, tampoco se puede convencer con mentiras y falacias,  y en ambos casos el engaño termina por descubrirse, y el aparente convencimiento logrado de ese modo se viene abajo aparatosamente, y casi siempre causa una reacción de indignación y de rechazo contra el autor del engaño. No hay nada más frustrante y vergonzosa  que descubrir que nos han engañado.

Convencer es de origen latino. Deriva del verbo convincere, palabra compuesta formada por la partícula cum (con) y el verbo vincere (vencer).
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