Dificultosamente
se arrastra la campaña por las elecciones regionales. Los
candidatos, tanto los del oficialismo como los de la oposición,
hacen un jab de sombra con el verdadero candidato, la abstención.
Es así, como
los chavistas se dividen a golpes y botellazos en Carabobo. Arias
Cardenas, intenta dividir a la oposición en el Zulia. Se siente el
silencio espeso del Presidente alrededor de los candidatos de
Aragua, incluyendo al gobernador Didalco Bolívar, ocupado como
está en enfrentar los golpes mediáticos que le impiden ir a
compartir un almuerzo con “dobliu” Bush en el Waldorf Astoria para
terminar con la pobreza en el mundo.
En Caracas,
los partidos de oposición están dispuestos a ir a todas las
encuestas y a todas las primarias, siempre y cuando no les toquen
a sus candidatos. Los directivos del Consejo Nacional Electoral,
cansados de la alharaca del referéndum, se dedican a la tarea
patriótica de expulsar a los periodistas de su set de prensa
mientras ven con amable ferocidad como se les acumulan todas los
tareas; felices, porque acumulan al mismo tiempo las excusas para
poder retrasar cómodamente las regionales hasta cuando al
gobierno le convenga, es decir , alrededor de diciembre, cuando ya
el comandante haya puesto orden en su gallinero vertical.
Los votantes,
mientras tanto, dando una idea de su sabiduría, ya que están
picados de culebra, ven ya no con sorpresa, sino con una hartura
mal disimulada que peligrosamente pasa a convertirse en
indiferencia, como Leopoldo López y Eduardo Lapi presiden un
comando de oposición donde están todos los gobernadores menos el
de Carabobo. Ya ni siquiera se preguntan porqué, porque lo saben o
lo intuyen. Cada uno monta tienda aparte, porque no se pueden ver,
porque nadie va a renunciar a favor del otro, porque cada quién
hace lo que le da exactamente la gana.
Los electores
ven a Claudio Fermín por el Canal 8, cada día pidiendo pruebas del
fraude y ni se asombran, sino que se ponen a hacer apuestas sobre
el cargo que le darán en el futuro, si saldrá de diputado, o será
ministro, o simplemente formará parte de los grupos palaciegos
para el entendimiento político, que cada cierto tiempo se reúnen
bajo la égida del Vicepresidente para hacer que hacen, que
representan al país y que están preocupados por nuestro bien y
nuestro futuro democrático.
La gente ya
ríe un poco amargamente cuando el candidato del "unitario" Copei,
Pedro Pablo Fernández, se calla y no se retira de la pelea por la
alcaldía de Baruta, que uno supondría que le corresponde por
aclamación a Henrique Capriles Radonski. Y le parece una película
repetida la cara de serios que ponen Liliana Hernández y Julio
Borges, cuando anuncian que se van de la Coordinadora. Uno dice
¿y quién terminará pagando el alquiler de la quinta La Unidad?
¿Por qué mejor no se mudan a la casa de gobierno de Miranda para
que les salga mas barato?
Y si a
alguien le preguntan si va a votar, no dice que se está
absteniendo, ni que " lo que pasa es que Smartmatic..."
No, pa'qué.
Sale con algo como: "ay yo estoy muy vieja para ir para eso, de
todos modos van a ganar, yo lo veo por televisión". O: "yo como
que me voy de vacaciones para la casa de mi tía en Ocumare. Y no
voy a venir para acá a votar". O:" ayyy yo no sé, que ladilla".
Ese el
candidato peso pesado que enfrentan la oposición y el mismo
chavismo. Siguen repitiéndose los llamados a la defensa de la
democracia, a la lucha contra el fraude, a protestar por las
iniquidades del CNE, contra la división de la oposición, a acabar
con las inconsecuencias de los chavistas zulianos que andan
partidos como en 15 toletes, cada uno armado. Y el venezolano de
a pie solamente repite: "que ladilla".