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un chance a saddam
por Luis DE LION
Domingo, 16 de Marzo 2003


En un mundo poco propicio a la reflexión, asumir una postura es más importante que las ideas y que el pensamiento; ello explica la postura mediática que padece la opinión pública internacional. En ese sentido emitir una opinión, a contracorriente, es difícil en especial si se trata de la crisis iraquí.

Pocos hablan de los derechos del oprimido pueblo iraquí; el médico francés Bernard Kouchner, es uno de ellos y lo hizo a través de un artículo titulado "Ni la guerre ni Saddam" Le Monde, 4 de febrero 2003. Justo cuando los noticieros cuentan con entusiasmo el numero de pacifistas en las calles de las grandes capitales del mundo, sin jamás contar el numero de iraquíes oprimidos luego de 30 años de dictadura y de un asfixiante embargo que el tirano Saddam administra a su conveniencia. En cuanto a las fórmulas para salir de Hussein, señala Kouchner "... obviamente una presión internacional que no ha sido lo suficientemente movilizada para ponerle fin a la mortal trayectoria de éste dictador... es un debate en el que, el gran ausente sigue siendo el pueblo iraquí."

Nadie escucha a la oposición iraquí y por muy exótico que suene, la oposición iraquí existe. Sus líderes desde Londres, tratan sin desmayo de hacerle entender a ese mundo que grita consignas anti-Bush, que más del 80% del pueblo iraquí es anti-Hussein.

El autista que dirige las Naciones Unidas, ha convertido a dicha organización en un ente incapaz de proponer alternativas a la crisis. Es muy fácil y cómodo a la vez ceder ante la matriz de opinión antiamericana, que indica que la crisis iraquí es solo petrolera; al tiempo que el iletrado y ultra conservador Bush con su irremediable falta de tacto diplomático le hace un gran favor a ésta matriz made in France; cuando de manera reiterada Bush pone el acento sobre las imposible de encontrar armas químicas, y no sobre la masacre del pueblo iraquí de manos de su ilegitimo dirigente.

En medio de ésta opinión internacional fast-food, me pregunto dónde están los Camus, los Raymond Aaron de hoy. El silencio de los intelectuales franceses le deja el terreno libre al neocolonizador Chirac. El grueso de los intelectuales, luego de la cura de desintoxicación, que los llevó a desprenderse de Stalin, Mao, Castro y Pol Pot; se cuidan mucho de no cometer los mismos errores del pasado; por ejemplo, Munich, cuando las democracias capitularon ante el totalitarismo por amor a la paz. Tanto se cuidan, que ni hablan.

El antimericanismo fatuo, genera una neblina que impide reflexionar en torno a la posición de Francia. Lo digo porque, pretender privar a Hussein de las armas de destrucción masiva que él aun conserva violando 16 resoluciones de la ONU, convertirían a Saddam en alguien inofensivo quizá para sus vecinos, pero no para su pueblo. Dado que una vez Hussein desarmado la ONU se retiraría, dejando al tirano disponer de la riqueza petrolera iraquí, la cual pondrá nuevamente al servicio de la renovación de su maquinaria de guerra, de sus milicias y de sus servicios represivos; y lógicamente en nombre de la soberanía, retomar el control del Kurdistan autónomo.

Lo que la opinión pública llama el campo de la paz, está conformado además de Francia, por la Rusia exterminadora de chechenos y la China que persigue sin desmayo a los tibetanos. Estos dos últimos países, están siendo seducidos por la Francia " des droits de l'homme" para que ejerzan sin rubor alguno su derecho al veto. El pueblo iraquí ausente de todo éste debate, se verá obligado - gracias a Francia - a continuar bajo la dictadura de Saddam; y me da pánico pensar como venezolano, que en el futuro nuestros hijos puedan, así sea remotamente padecer una situación similar a la de millones de iraquíes hoy.

Americanos y franceses, deben ponerse a tono y obligar a Hussein a tomar el camino del exilio. De esa manera se habrá evitado que el pueblo iraquí padezca una nueva guerra. Oxigenarían a la esclerotica ONU, encargada - no hay otra - de gerenciar la transición hacia un régimen democrático, laico y federal - como lo reclama la oposición iraquí - respetuoso de la diversidad cultural y confesional de todos los que habitan en Iraq.