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La CD ladra pero no muerde
por Luis DE LION

martes, 24 agosto 2004


Mientras la Coordinadora Democrática encuentra – gracias a la filosofía del como vaya viniendo vamos viendo - una acción política coherente que le de respuesta y luces a sus millones de seguidores, tarea ésta que le permitiría plantarse ante Hugo Chávez como una sólida fuerza de oposición; debemos reconocer que al menos se está avanzando en la conformación del expediente jurídico que probaría la comisión del fraude, e igualmente han sido muy diligentes las gestiones y los reclamos que ante la OEA y el Centro Carter consignó la CD; exigencias que reflejan los diferentes reclamos hechos en cuanto a las irregularidades cometidas por el CNE antes del 15 de agosto. Hasta aquí vemos que la oposición estaría jurídicamente avanzando, pero políticamente el estancamiento es alarmante.  

Así las cosas, en estos últimos días y en otro orden de cosas, constatamos que la urgencia y la cotidianidad que le imponen las pautas comerciales y de programación a los periodistas y analistas políticos desde los principales medios, les hace caer en el facilismo y la repetición a la hora de explicarle al público lo que sucede en Venezuela, al ver paralelismos históricos por todas partes. Nicaragua, Perú, Panamá, entre otros, sin considerar las especificidades del caso venezolano. 

Tanto Hugo Chávez, como la CD son políticamente sui generis

Así mismo ese lema machacado tanto por nuestros líderes políticos, así como también por los medios, que consiste en hacernos creer que somos el centro del universo, cuando repiten de manera sucesiva que los ojos del mundo están sobre Venezuela; condujo a que las partes promovieran y aceptaran la mediación de unos observadores importados, que nos miran con desprecio y consideran que es exagerada y dramatizada, la pretensión de un pueblo subdesarrollado, que no conforme y agradecido con tener elecciones, pretende que las mismas sean transparentes, como si se tratara de un país desarrollado. 

Sin embargo, la oposición en los días previos al referéndum había mostrado un talante firme y soberano, en particular cuando Enrique Mendoza amenazó con anunciar cifras desde las 3pm del propio domingo 15 de agosto. Si tenía dichas cifras, ¿por qué en lugar de tener el coraje de anunciarle los resultados a su gente, a su pueblo, a las mayorías; prefirió dárselos primero a los importados? ¿Por respeto a las normas del CNE? ¿Entonces los dirigentes de la CD en esa madrugada se volvieron suizos? 

La dirigencia de oposición ladró, pero no mordió.  

Ahora bien, no por ello hay que caerle encima a la CD, no debemos dispararle a la ambulancia, la opinión pública no debe cometer el mismo error que se cometió en el 92 con Eduardo Fernández, cuando éste salió a defender la democracia. Por ello, hoy ante el avance hegemónico del régimen de Hugo Chávez, no puede la oposición darse el lujo de desmembrarse, justo cuando ha llegado la hora de cerrar filas.  

En consecuencia, se impone de toda urgencia en el seno de la CD, una profunda reflexión que le permita sacudirse de su propias irracionalidades y de los absurdos que aún habitan en nuestra clase política; me refiero particularmente a las secuelas que aún persisten de aquél loco y nefasto año 98, cuando el país político perdió la razón creyendo unos en Hugo Chávez, otros en Irene Sáez y Alfaro Ucero, y mas tarde en Arias Cárdenas. Debe urgentemente volver la razón política, y con ella los proyectos y las ideas políticas serias y modernas, de vanguardia, de progreso, de unión, con un discurso sostenido en su rumbo y una dirigencia presente y corajuda. 

¿Que es muy tarde para rectificar? Personalmente soy de los que se oponen a Chávez y su militarismo desde febrero del 92, y hasta el presente he acumulado derrota tras derrota en mi posición política, pero lejos de resignarme, mi posición ha ido reforzándose, entre otras razones, al constatar – con angustia – el daño que a Venezuela le está haciendo Hugo Chávez, como consecuencia directa de sus ideas reaccionarias y postmodernas, que están llevando al país de regreso al siglo XIX.   Imprima el artículo Subir Página