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Cada loco con su tema
por Eli Bravo
viernes, 21 mayo 2004

 

La pasada semana me llegó a Unión Radio un delgado sobre de Manila. Lucía como una de las tantas notas de prensa que recibimos a diario. Las señas del destinatario estaban escritas con letra impecable de trazo moderno. Adentro encontré el texto que comparto con ustedes y que por motivos de espacio edité sutilmente. Acompañaba la nota una hermosa fotografía del Ávila sin nubes.

            Estimado señor Bravo:

            Seguramente habrá notado que en Venezuela vivimos un estado de locura diurna que tiene su prolongación en las noches, cuando el inconsciente nos devuelve las angustias en forma de pesadillas. En mi familia se había convertido en asunto rutinario soñar de forma profusa y luego compartir estas imágenes oníricas durante el desayuno, mientras sintonizábamos los programas de opinión. Las narraciones de estos sueños por lo general contemplaban sucesos de guerra, marchas sin final, autobuses repletos de hordas enardecidas, saqueos, allanamientos e incluso magnicidios. El pasado mes de enero, en vista de las ojeras que todos lucíamos por tanta agitación y a sugerencia de mi hijo mayor, decidimos ensayar una terapia que ha resultado tan efectiva como divertida, la cual deseamos compartir con usted. La llamamos el método de la realidad paralela, que se basa en dos principios: las cosas tienen el sentido que uno le quiera dar y la realidad es algo que construimos en nuestras mentes.

            El método se podría resumir así: cada uno de nosotros asume un papel ante la actualidad nacional y la interpreta de la forma más objetiva posible. Mi hijo mayor decidió asumir el papel de extraterrestre, así que mira televisión y escucha radio como si estuviese en un platillo volador intentando comprender a la sociedad venezolana a fin de establecer futuros contactos. Mi esposa optó por una variante muy peculiar, y lee la prensa como si fuese empleada de una zapatería filipina que se recrea en los avatares de un país lejano y pintoresco. Mi hija menor se convirtió en una socióloga noruega que escribe su tesis de postgrado sobre el fogoso espíritu político criollo y yo, quizás porque desde niño me ha fascinado el espacio, escogí el papel de astrólogo argentino que explica cualquier suceso con una cuadratura estelar. Debo confesar que mi escogencia tiene la ventaja de permitirme ciertas predicciones que se han cumplido, pero este es asunto aparte y no deseo abusar de su tiempo.

            El resultado de nuestra terapia ha sido maravilloso. Si bien al principio nos costó sintonizar nuestras mentes con los nuevos alter-ego, a las pocas semanas las conversaciones se tornaron fascinantes. Así mi hija comenzó a interesarse en la volátilidad emotiva de los venezolanos y suele acompañar sus comentarios con frases como es sin duda el elemento caribeño lo que enciende la impetuosidad de estos ciudadanos. Mi esposa se siente testigo de una telenovela latinoamericana, donde el odio y el amor calzan en pares, y no aguanta las ganas de recibir la próxima entrega matutina. Mi hijo, como siempre un poco excéntrico, se ha dedicado a construir aparatos tan sofisticados como un histeriómetro escuatriótico de amplio rango y un detector de verdades ocultas. La semana pasada me dijo Papá, estos seres tienen el mismo ADN, así que sus diferencias no deben ser del otro mundo. Yo explico las declaraciones del Vice-presidente y el Bloque Democrático como un efecto de mercurio retrógrado.

            Debo confesarle que asumir este método en apariencia descabellado ha sido un alivio en casa. Ya no sufrimos desvelos, nos divertimos con los noticieros y podemos hablar con oficialistas y opositores sin sentirnos afectados. Mi cuñado nos acusa de locos escapistas y cómodos, pero yo creo opina así por ser Leo con ascendente en Capricornio y mi hija piensa que sus juicios obedecen a una percepción sobredimensionada de su imaginario producto del desempleo.

            La semana que viene acudiremos todos juntos a reparar nuestras firmas y mi esposa llevará un libro de autógrafos por si se topa con alguna de sus estrellas. Mi hijo piensa vestir un traje plateado y botas de goma. Su nuevo experimento es comprobar si el CNE rechazará la voluntad de un alienígen con cédula venezolana.

            Atentamente.

            Un lector. Imprima el artículo Subir Página